Anahí Wood corrió por el pasillo de la escuela. No había ninguna alma a está hora fuera de las aulas y lo único que se escuchaba eran sus zapatos pisar el piso de cerámica y su respiración jadeante. Le echó una mirada rápida a su reloj de pulsera. ¡Qué tarde era! Ella debería estar en clases desde las ocho.
Soltó un pequeño quejido cuando chocó con algo duro parecido a la pared y se tambaleó hacia atrás.
Ella cayó al suelo junto con todas las cosas que traía en las manos, desparramando los papeles que habían en el interior de su carpeta.
Se arrodilló sobre el suelo y con las manos temblorosas trató de juntar los papeles, con la preocupación de llegar tarde a clase plasmada en su rostro. De pronto unos zapatos negros de cuero se situaron al frente suyo. Alfonso Herrera se colocó en cuclillas y la ayudó a recoger los libros y cuadernos. Anahí levantó la vista pero rápidamente la volvió a bajar al darse cuenta que chocó contra el director del colegio. Solamente él lograría ponerla tan nerviosa y no era sólo por el hecho que dirigía un rango importante en el colegio. Si no también era por su atractivo y belleza, que mantenía a todas las alumnas del colegio con sus braguitas mojadas. Incluyendola a ella.Anahí se puso de pie y se sacudió la falda con las manos. Luego Alfonso le pasó los cuadernos y tímidamente ella los recibió, apegándolos con fuerza contra su pecho. Él la miraba con ternura, pensando en lo mucho que su inocencia le ponía.
—Lo siento señor director, no me fijé por donde iba.—dijo ella, mientras su mirada se enfocaba en sus zapatos.
Alfonso colocó el dedo índice bajo su mentón y le levantó la cabeza. Anahí se sonrojo cuando sus ojos miraron los suyos, derritiendola por dentro.
—No te preocupes, linda.—Alfonso sonrió.—ahora ve a tu clase.
Ella asintió y se giró para volver a empezar su carrera en dirección hacia su clase de química, ajena ante la ardiente mirada que el director le lanzó por detrás. Alfonso no le quitó los ojos de encima hasta que la vió desaparecer al entrar a la sala de la profesora Linares, luego inspiró hondo y se volteó para dirigirse havia su despacho.
La profesora Linares abrió la puerta y arqueó una ceja cuando divisó a Anahí. Por detrás, todos los alumnos voltearon a mirar en dirección a la puerta.
—Llega tarde a clase, señorita Wood.
—Perdón, profesora, no volverá a ocurrir.—dijo entre jadeos por el cansancio después de haber corrido, su corazón latiendo apresurado por el pequeño encuentro que tuvo con el director en el pasillo. Era esa emoción y las cosquillas en el estómago que sentía cada vez que lo veía en la escuela. Le provocaba quedarse mirándolo por minutos, hasta que él se daba cuenta y ella apartaba la mirada avergonzada.
—Espero que así sea. Ahora entra y ve a tu asiento.
Anahí entró y se sentó en uno de los últimos pupitres del aula, al lado de su mejor amiga Anastasia. Los alumnos volvieron su atención hacia la pizarra y la única voz que se escuchaba era la de la profesora que volvió a retomar la clase.
—Hola.—dijo Anastasia en voz baja, asegurándose de que la profesora no la oyera—¿Por qué llegaste tarde?
—Me quedé dormida. Y cuando iba camino hacia acá... Me pillé con el director.—dijo y se sonrojó.
—¿Qué? ¿Cómo fue? ¿Qué te dijo?
Anahí miró al frente y aprovechó que la profesora estaba escribiendo en la pizarra para acercarse hacia Anastasia, su voz escuchándose apenas en un susurro.
—Iba corriendo y pasé a chocar con él. Me ayudó a recoger las cosas que tiré y... Y me llamó linda.—dijo y sintió que sus mejillas enrojecian cada vez más.—Espera, ¿te dijo linda? Qué pedófilo.
—Anastasia, por favor—puso los ojos en blanco—no es ningún pedófilo. Además, yo tengo dieciocho años y él... ¿Cuánto? ¿Treinta? Como sea, Alfonso me ve a mí como una simple alumna más del colegio y yo a él como un amor platónico.
—¿Quién es Alfonso?—preguntó y frunció el ceño.
—Así se llama el director. Alfonso Herrera.—dijo en un suspiro.
—Oh, Dios. Estás obsesionada con él. Es cierto que se le ve jóven y muy guapo pero... Nena, tienes que conseguirte un novio de tu edad.
—Ya sé.—gruño.—tampoco es que vaya a pasar algo entre nosotros. Es imposible.
Anahí volvió su mirada hacia la pizarra y trató de prestarle atención a las explicaciones que daba la profesora. Pero en lo único que lograba concentrarse era en el director de la escuela. Ella había llegado a la escuela como alumna nueva el año pasado y desde el primer día que entró a clases, cuando lo vió, sintió que se le derretía el corazón con tan solo mirarlo a los ojos. Nunca antes se había sentido tan atraída por un chico y sin embargo, él conseguía superar sus expectativas. Al principio creyó que sólo era su cara bonita y espléndido cuerpo que sin duda escondía bajo su traje que lograba que su corazón latiera a mil por minuto, pero al pasar el tiempo, se dió cuenta que se trataba de algo más fuerte que un simple deseo sexual. Aún no tenía claro cuáles eran sus verdaderos sentimientos hacia él, pero lo que sí sabía era que si existiera aunque sea la más mínima oportunidad de poder besarlo, ella sin duda la aprovecharía.
De pronto alguien tocó tres veces con los nudillos la puerta de la sala, obligando a la profesora Linares detener su discurso sobre la historia del átomo. Mientras que Anahí escribía los últimos apuntes de la pizarra en su cuaderno, la profesora fue a abrir la puerta y dejó pasar a una mujer que estaba aproximadamente entre sus cuarenta años de edad.
—¿Anahí Wood?
Todos los alumnos se voltearon a verla a ella. Anahí alzó su vista desde su asiento y levantó el brazo, mirando con expresión confundida a la prefecta.
—La necesitan en la oficina del director.
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Señorita Anahí | Completa | ERÓTICA | Adaptación
Nouvelles-¿Sabes, Anahí? Últimamente me he dado cuenta que me has mirado mucho durante los recreos... Ella se ruborizó. -Eso no es verdad. -No mientas. -Yo no miento. ¡𝐇𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐏𝐨𝐧𝐧𝐲! Adaptación. HISTORIA COMPLETA. HISTORIA ERÓTICA +18⚠️‼️