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A ver, los personajes no son míos, creo que está claro. Esto es Katsudeku, pero shipeo a Deku con todo, así que si veis cosas raras sorry xD pero no va a pasar nah fuera del Katsudeku.






Midoriya corre por la calles vacías tan rápido como sus piernas se lo permiten, llueve a cantaros y no tiene paraguas, así que usa su gigantesca mochila amarilla para cubrirse.

El camino a casa se le esta haciendo más largo de lo que recordaba.

No se ve a nadie y no se oye nada, solo la lluvia caer y el chapoteo de sus grandes zapatos rojos contra los charcos del suelo, y un quejido. Un quejido casi inaudible que hace a Izuku clavar los pies en el resbaladizo suelo, buscando la causa de aquel sonido. Está a punto de caer, pero no le importa, igual que no le importa empaparse al ver de que, o mejor dicho, de quien proviene ese quejido.

En un callejón frente al peliverde, tambaleándose y luchando por mantenerse en pie, hay un chico heterocromático y de cabello bicolor.

Midoriya casi se cae al suelo, no porque el chico tenga una apariencia extraña, y no porque esté sangrando, sino por el par de gigantescas y hermosas alas blancas que hay a su espalda, una de ellas bastante ensangrentada.

El muchacho herido alza la vista, respirando con dificultad. Sus ojos se encuentran e Izuku puede ver la súplica de ayuda que éstos llevan, haciendo que su corazón se encoja, pero no da ni un paso antes de que aquel chico caiga al suelo, desmayado y agotado.

Se queda ahí, sin saber que hacer exactamente, pero no puede ignorar a alguien que necesita ayuda.

–¿Qué miras inútil?– la voz a su espalda lo hace estremecerse. Se da la vuelta tan rápido como puede y se aparta del rubio que había aparecido de la nada. Es intimidante y mira a Izuku con total desprecio.

El peliverde da un paso atrás, apartándose del camino del otro.

Midoriya está seguro de que ese extraño puede matarlo con una mano si se lo propusiera.

Los ojos rojos del nuevo desconocido son lo bastante llamativos como para que Izuku ignore a priori las alas negras a su espalda. No son bonitas como las del bicolor, sino intimidantes, oscuras y siniestras. No tienen una sola pluma, son más como las de un murciélago o un dragón.

Izuku traga saliva pesado, notando el corazón intentado romper su caja torácica cuando aquel rubio, también herido, se acerca a él. Espera lo peor, no obstante, no pasa nada, el rubio se dirige directo hacia el inconsciente bicolor.

Le hará daño.

Es el único pensamiento del peliverde en ese momento. Izuku tiene el impulso de correr, y no precisamente a casa.

Sus piernas se mueven solas, interponiéndose en el camino de aquel rubio imponente que lo mira como si fuese una hormiga de lo más molesta.

Su cabeza le grita que huya, pero su cuerpo tiene otros planes.

El rubio sigue avanzando, ignorando al peliverde, al cual empuja con el hombro, pero Izuku no da un paso atrás.

–No.– dice el peliverde, abriendo los brazos para intentar que aquel siniestro personaje no se acerque al chico herido. Se siente un poco orgulloso al haber conseguido que su voz no tiemble al hablar, seguramente porque solo ha pronunciado un monosílabo.

–¿Es que quieres que te mate, enano?– la voz del rubio es grave, amenazante, y junto con aquella mirada rojiza y afilada, Izuku sabe que lo dice en serio. Todo su cuerpo tiembla, traicionándolo, haciendo que el rubio sonría y lo mire altanero. No obstante, Izuku no se mueve, aunque siente que las piernas le van a fallar, lucha consigo mismo para mantenerse en su lugar y proteger al chico detrás de él.

Diferente. (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora