2. De imanes y uvas

143 18 0
                                    

« Cuando a alguien le interesa el
"tal y tal", deja de ser el "tal y tal" »

« Obtiene nombre »

—¿Oficial Ivan Karelin? —llamó un uniformado desde el umbral de la puerta.

—¿Diga? —respondió el rubio, despegando por unos momentos pequeños la vista de los papeles del escritorio.

—Lo cambiarán de oficina, siento que pase otra vez —se disculpó. Era otro de los oficiales de bajo rango, uno de los pocos inferiores a Ivan.

El lugar al que fue trasladado era más grande que en el que estaba antes, muchísimo más grande, pues ahora no era solo una, eran a lo menos cinco personas en esas dos hileras de mesas con portafolios y computadores. Entre todo eso descubrió la sonrisa del capitán Goodman quien señalaba un asiento junto a él.

—¿Aquí es tu oficina? —susurró el ruso sin mirarle fijamente, tomando puesto en donde Keith le había señalado.

—Hace unas semanas —respondió también en voz baja, volviendo la vista a la pantalla del ordenador. Ahora que Ivan contaba, eran seis sillas, tres a cada lado, sin embargo además de ellos solo habían dos personas. La mayoría de los oficiales preferían las oficinas privadas, pero en el caso de Karelin no podía elegir, lo transferían de un lugar a otro y no podía quejarse.

Los capitanes de vez en cuando se quedaban en las oficinas colectivas para supervisar el trabajo de los demás, pero por alguna razón Ivan pensaba que Keith lo hacía tratando de establecer una especie de nexo entre el rubio ojimorado y el resto de los policías.

Ivan podía arreglárselas solo, al demonio. Tampoco lo podían obligar a interactuar con los demás. Él estaba allí para atrapar criminales y esas cosas de justicia; no vino a hacer amigos o algo así.

Dio un suspiro, levantando la mirada hacia los otros dos oficiales. Reconoció en ellos a unas de las personas que lo miraban con menosprecio. Subestimación.

—Iré por café —le dijo a Goodman, quien estaba a su lado. Éste solo asintió con la cabeza, por ahora no quería nada para beber.

El de iris violeta tomó un vaso de plumavit, una tapa y una bombilla. Apenas tuvo el vaso lleno comenzó a caminar de vuelta a la oficina, varios portafolios estaban esperándolo. Se llevó el borde de plumavit a los labios mientras llegaba, pero un repentino sabor amargo invadió sus papilas gustativas. Se supone que esas máquinas de café lo dejaban preparado, sin necesidad de luego agregar azúcar o leche, pero se sentía tan... desabrido. No estaba acostumbrado a tomarlo así. Frunció el ceño, resignado, entrando nuevamente en la oficina sin haber encontrado un lugar -cercano- para botar el café.

—¿Y ese ceño, Iv-- oficial Ivan? —preguntó el rubio dorado, corrigiéndose en medio de la frase, notando eso el más joven.

—El café —dejó el nombrado vaso sobre su parte del escritorio—. Y no es necesario que te corrijas con las formalidades pues... ¿dónde están los otros dos oficiales?

—Uno decidió irse, el otro dijo algo de ir al baño.

—Ya. Y va al baño con los portafolios.

—... Exacto.

Ivan estaba más o menos acostumbrado a que el resto de los oficiales lo excluyera de los círculos, pensaba también que quizás la reciente cercanía que comenzaba a tener con el capitán les era molesta.

The so-and-so [Soragami] [Sky High x Origami Cyclone] [Tiger & Bunny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora