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Retrocedo un paso,  luego otro y al ver que siguen cada movimiento mío con sus ojos, empiezo a correr intentando rodearlos porque sólo hay una salida, me quito los tacones para mayor movilidad y se los lanzo en la cabeza. Mi puntería es un asco, pero le acerto a uno en la pierna. Obviamente eso no lo detiene.

Muerta de nervios pienso que hacer, sé que estoy débil si hablamos de mis poderes de diosa, pero espero poder exorcizar a los tres tipos, pero primero debo separarlos.

¿Pero cómo? No hay personas, es muy temprano y aún no abren.

Empiezo a lanzar las mesas que hay cerca de mi, en un mísero intento de ganar tiempo para un plan.

El ardor en mi cuello ya es insoportable, pero no me puedo quitar el collar. Tengo un mal plan en mente, pero no hay tiempo para más.

—Escuchen, no tengo dinero y aún no abren el local, pero puedo darles mi teléfono y lo que tengo en el bolso. Pero no me hagan daño, por favor. En casa me está esperando mi hijo, se llama Ethan y tiene tres años. Mi madre lo está cuidando y ella está enferma.

Ellos paran de caminar y me miran fijamente, yo tengo lágrimas de cocodrilo rodando por mi rostro y finjo temblor en las manos mientras me quito el reloj.

—¿Qué haces?—habla uno de los sujetos que me mira como si quisiera taladrarme la cabeza.

—Le daré mi reloj; era de mi abuela, me lo dio antes de morir. Es bastante costoso. Solo... no me mate, por favor.

Se lo compré a un vagabundo por un muy bajo precio, no tiene baterías siquiera.

Al parecer se creen mi actuación ya que se miran y parecen hablar en sus mentes. Dudo que sean demonios, son muy, no sé ¿Poco demoníacos?

Salen de allí sin decir otra palabra y suspiro, me arrojo al piso fingiendo llorar pues ellos aún pueden estar vigilando.  Veinte minutos después llega la policía y me piden una descripción física de los atacantes.  Me hago la víctima en cada momento, al llegar mi jefa, asustada, me da dos días libres. No quiere tener problemas legales y al parecer puedo denunciarla.

Al llegar a casa—acompañada de una patrulla y aún fingiendo haber sido atacada—, agradezco, pero pido privacidad.

Al entrar, Ariel me mira y me pregunta que pasa. Me aseguro de que la puerta esté cerrada correctamente y rompo a reír.

Él me mira interrogante, pensando seguramente que estoy loca.

—Unos ángeles me estaban esperando fuera de mi trabajo— respiro, pero me atraganto y empiezo a toser, luego recuerdo mi actuación y comienzo a reír y a toser nuevamente. Termino vomitando.

Luego me lavo los dientes y voy a la cocina, me arde la garganta.

Luego le explico a Ariel la situación, esperando que se ría, pero su rostro no cambia.

—¿Qué pasó? ¿No te da risa?

—¿Tienes un hijo?

Espero que se ría,  pero al ver su rostro serio rompo a reír nuevamente, caigo al piso y me sostengo el estómago, siento que se me van a salir las tripas.

—No entiendo porque te ríes, está en peligro. Ya deben de haberlo encontrarlo y asesinado. Eres una pésima madre, ¿El padre está vivo? lo van a usar para llegar a ti.

Me arrastro por el piso, no puedo respirar. Me voy a morir de un ataque de risa.

Empiezo a llorar y hacer como un cerdo en un intento de conseguir aire, eso solo aumenta mi nivel de risa.

Él está enojado, se levanta y se para frente a la ventana.

Después de un tiempo puedo dejar de reír, me acerco a él y le explico, ¿Todos los ángeles son así de idiotas?, ¿Cómo puedo dirigir un ejército de idiotas?

Suspiro y voy a la cocina. Tengo mucha hambre, me desiluciono cuando veo la nevera vacía.

—¡Ariel, ¿vamos a comprar comida?! ¡Quiero cocinar, no, espera, quiero comer!

Él se acerca y me tiende un bolso algo grande, lo miro de manera interrogativa ¿De dónde sacó un bolso?

—Necesitaba salir, fui a Escocia y unos narcotraficantes en un tiroteo lo perdieron. Quizás te interese.

Abro la boca y la vuelvo a cerrar, hago lo mismo cuatro veces más.

—¿Escocia? ¿Me estás jodiendo? Desde la discoteca hasta aquí casi mueres ¡Y fuiste a Escocia!

—Tengo mi energía gracias a ti. Me aseguré de que no me siguieran.

Gruño, ¿Por qué fue a Escocia sin mí? Lo que me contó suena a lo que leo siempre. Tengo una especie de obsesión con los narcotraficantes y ver lo que él sería increíble. Suena tan ficticio.

Miro el bolso, ¿Y si tiene droga? No puedo ir a la policía y decir que un ángel la trajo desde Escocia. Pero podría venderla. No, ni loca,
yo no sé hacer eso.

Con miedo, la miro. Hay un cierre en medio de ella. Debe tener un metro de largo y unos cuarenta de ancho.

¿Y si tiene explosivos? Retiro la mano rápidamente.

¿Y si tiene dinero? ¿Qué moneda usan allá? Según mis conocimientos como lectora apasionada, usan el dolar para negocios ilegales en todo el mundo ¿No? Una moneda internacional.

¡Vamos! Me siguen ángeles y demonios. Los segundos me quieren muerta y los primeros para liderar una guerra.

Y aún no estoy loca.

¿Qué puede hacerme un bolso?

Lo abro rápidamente y cierro los ojos esperando una explosión o algo por el estilo, pero nada pasa. Abro los ojos y luego los abro aun más; ¡Es dinero!

Hay mucho, demasiado. Están en fajos de, no sé, ¿Mil dolares? ¿Cinco mil? Hay mucho. Es incontable.

Tomo uno de los billetes y corro a la cocina, abro la llave y lo pongo allí.

Si es de verdad no debe dañarse.

Y al ver que no se deshace, ahogo un grito y corro a ver el bolso, tiro todo al piso buscando un GPS que no encuentro.

Lo guardo todo nuevamente y cojo cinco billetes de cien. Pienso mejor con la barriga llena y estoy muy nerviosa.

¡Tengo hambre!

Guardo el dinero muy bien y salgo con Ariel a comprar.

Tres horas después y un taxi repleto con bolsas llenas de comida, llegamos al edificio.

En la entrada hay un hombre que ignoro.

Le digo al señor del taxi que me ayude a subir las bolsas y le doy una propina.

Cuando voy a subir la última bolsa, el hombre que estaba en la puerta ya no está solo. Hay cerca de ocho más con él que me miran fijamente, corro dentro del edificio en un intento de buscar refugio. Ellos empiezan a moverse en mi dirección, pero al cruzar la puerta una intensa luz dorada surge y los hombres caen al piso.

Eran demonios.

Miro al frente completamente aterrada y veo a uno de pie.

Luego un humo negro sale del hombre y desaparece por el aire.

Ahora los demonios saben como luzco y dónde vivo.

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Hola (:

Espero que les haya gustado. Hasta el próximo.

Erika x

MISTERIOSO ENCUENTRO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora