16

781 96 10
                                    

El tiempo simplemente dejó de tener importancia. Mi entrenamiento cada vez me exige más, se complica tanto que he estado a punto de rendirme en múltiples ocasiones.

Pero no es como que cualquier persona valiente y solidaria pudiera matar al diablo.

Si bien siento que he mejorado, sé que no es suficiente. Fphia me felicita constantemente y me dice que lo estoy haciendo muy bien, lo cierto es que yo lo dudo mucho.

—Esmeralda, ven un momento. Quiero enseñarte algo.

Saltó de la máquina que me ayuda a mejorar mi agilidad y voy a donde ella se encuentra.

Tengo varias cosas que preguntar, pero siento que son tan estúpidas que no valen la pena hacerlas. Por ejemplo, sudo demasiado, ¿No estoy a punto de convulsionar o caer en coma por deshidratación? ¿De dónde saco energías si no me alimento? ¿Por qué no huelo a muerto, si sudo como cerdo?

Llego a su lado y me paro frente a ella, lista para lo que me vaya a enseñar. Lo primero que hace es sonreír, para luego mover sus manos de manera extraña y lanzar una ráfaga de luz roja que esquivo milagrosamente y que termina por estrellarse en una pared y hacerla añicos, luego, inexplicablemente, la pared está bien.

Abro los ojos, sumamente sorprendida, estoy segura de que si esa cosa me alcanza, me hace un hueco en el abdomen.

—Pe... pe... pero ¿¡QUÉ HACES!?

—Iba muy rápido, tus reflejos mejoraron considerablemente. Tú turno.

La miro como si hubiera perdido la cabeza, ¿Cómo se supone que me convierta en campanita y suelte brillos por mis manos? ¡No sé cómo!

—Esmeralda, has hecho cosas que yo tarde siglos en aprender, porque después de que te asesinaran frente a mis ojos, a mí me obligaron a ir con ellos. No pude hacer mucho por defenderme. Me tuvieron mucho tiempo, siglos, cautiva. Era su experimento favorito. Los ángeles me dieron por muerta, y los entiendo. Pero por siglos estuve aprendiendo todo lo que quiero enseñarte, ¿Recuerdas la extraña figura que salió de tu palma aquella vez frente a Tadriel?—asiento, pero pienso en todo lo que sabe, rayos, ella ha estado conmigo siempre. Se debió de haber llevado una gran desilusión cuando vio lo que mi "madre" hizo con mi novio. Mierda, mierda, ella debió estar presente cuando tuve sexo. Dios.

Dejo de pensar en ello, aunque muerta de vergüenza, para pensar en todo lo que ha sufrido. O sufrió, porque está muerta.

—Yo tarde cuatro siglos para poder hacerlo. Tú lo hiciste inconscientemente, ¿Entiendes lo que significa eso?

Pienso en decir algo chistoso para extinguir la tensión que hay entre nosotras, algo como "¿Qué soy impulsivamente lista?" lo cierto es que analizando todo lo que he pasado, tengo una buena teoría. Aunque me asusta demasiado.

—Si tú reencarnación soy yo, yo, en realidad, no existo, ¿Verdad? Sólo soy tú. Bueno, tú eres yo.

Ella sonríe y asiente.

—Eso debería ser cierto, pero yo me negué a ello y sólo tú ocupas tu cuerpo y tú mente; existes. Yo soy la experiencia que te falta. Todo lo que yo aprendí, tú lo sabes. Sólo debes saber como llegar a la sabiduría que hay en tú mente. Intenté hacerlo con las máquinas, pero no da el resultado esperado. Mejoraste, sí. Pero no lo suficiente. Quiero intentar otro método, ¿Está bien?

Pienso en lo que dice y me aterra y me tranquiliza en partes iguales. Me aterra que todo lo que ella aprendió durante siglos, yo lo tenga ahí, listo para ser practicado. Y me tranquiliza saber que yo, soy yo realmente, varias veces pensé que yo simplemente no existía. Que era ella. Extraño.

Me toma la mano y me pide que me calme, que vacíe mi mente totalmente. Me acuesto en el suelo, con mi cabeza en sus piernas mientras ella acaricia mi cabello.

Es un momento armonioso. Perfecto.

Pasa el tiempo, pero me importa mucho menos que nada.

Ella empieza a susurrar algo que suena como una canción de cuna en un extraño idioma. Luego, la entiendo totalmente.

Y un recuerdo de un hombre con aspecto rudo, muy sucio y barbado con ropa extraña le canta esa misma canción a una pequeña niña con un extraño vestido muy sucio. La reconozco; es Pfhia.

El escenario cambia y veo a una adolescente caminando con su padre, él no muestra cambio físico, pero se ve en sus ojos que ha vivido demasiado. Sus manos son grandes y se ven muy dañadas.

Luego veo a una mujer dando a luz, en una calle con el vestido subido y las piernas abiertas, mientras suda y grita del dolor.

Me estremezco, pues estoy viendo mi nacimiento. Es espeluznante.

El hombre a su lado, imagino que es el ángel que la ayudo a escapar y lo reconozco; Tadriel.

Luego las imágenes pasan y pasan, mostrando así a una mujer que no puede morir por más que lo intenta, a una mujer que sufre infinitamente y tan vacía que me rompe el corazón en miles de piezas.

Veo como la matan y lloro mientras hipo y doy pequeños brincos en el suelo, ella sigue acariciando mi cabello.

Cuando abro los ojos, me levanto de un salto y me arrojo sobre ella a darle un gran abrazo.

La presiono en mi cuerpo demostrando cuanto siento que haya tenido que sufrir tanto, que nos separaran, que siento su dolor como el mío propio.

La abrazo porque me siento sola,  porque cuando encuentro a mi madre, descubro que sufrió demasiado y que está muerta.

Pero se me llena de regocijo el corazón el saber que ella está conmigo de una u otra forma.

—Ya que tienes la teoría, debemos empezar con la práctica. No quiero que sufras, es sólo un pasado trágico. Todo valió la pena si te ayudará a vencer y a vivir.

Y empezamos a repasar teoría, como un niño pequeño al que le preguntas las tablas de multiplicar.

Y ahí, en el suelo de un gimnasio inexistente que desafía todo lo que el hombre ha creído y todo lo conocido, nos quedamos hablando.

Como una madre y una hija.

Como personas.

Como lo que no somos y nunca seremos.

_______________________

HOLI (:

¿LES GUSTÓ?

NO TENGO INTERNET ): SIN EMBARGO, SEGUIRÉ ACTUALIZANDO DESDE EL COLEGIO :V

HASTA EL PRÓXIMO.

Erika x

MISTERIOSO ENCUENTRO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora