Capítulo N°3

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Después de hablar con Thomas durante toda la noche, finalmente me tuve que despedir a las dos con cuarenta y tres minutos de la mañana, no quería hacerlo, pero tenia mucho sueño y me vi obligado a hacerlo.

Thomas, lo siento, se que es algo importante, pero no quiero que parezca que no quiero responder tus mensajes, así que me iré a dormir, hablamos de esto luego, pero enserio, no pienses mal.

Envié el mensaje a Thomas y apague la pantalla del teléfono para colocarlo a cargar lo que quedaba de noche, me acosté en la cama y cuando comencé a quedarme dormido, el brillo del teléfono al fondo de mi habitación logro iluminar el lugar haciendo que despertará por unos segundos, pero no le di importancia y volví a dormir.

Al día siguiente desperté y cumplí con mis actividades rutinarias, ese día debía entrar al instituto a las diez de la mañana, eso me ayudaba mucho, podía descansar y dormir hasta las ocho al menos.

Después de desayunar, arreglarme, tomar las cosas que utilizaría ese día, me senté en el sofá de la sala y tome el teléfono que estaba colocado boca abajo en la mesita central.

Desbloquee la pantalla con el patrón requerido y observe las notificaciones, ella se encontraba un pequeño sector iluminado con un color azul que representaba un mensaje y tenia como título "Thomas", lo abrí y me encontré con el mensaje causante de la interrupción del día anterior.

OK, tranquilo, no hay problema, que descanses y que duermas bien, mañana hablamos, bye.

El mensaje de Thomas era algo muy simple, aunque suene mal, lo era, que bueno que no me levante para leerlo, me habría molestado o frustrado ya que estaba casi dormido.

El reloj de mi casa mostró que eran las nueve con treinta minutos, así que me levante del sofá y camine hacia la cocina para tomar mi almuerzo y salir en dirección al instituto.

En el camino me encontraba en mis pensamientos, caminando por simple automatización, no habitaba mi cuerpo, vagaba por el cielo, viajando entre distintos mundos, hablando con infinidades de personas e imaginando, creando, luchando, ganando batallas épicas y con grandes argumentos.

Eso era algo normal para mi, soy un otaku, osea que me gusta mucho el anime. Absolutamente todo lo que habita en mi cabeza se desarrolla con ayuda o temas del anime, mis emociones, la forma en que me comporto, los ideales y pensamientos que rigen mi vida se formaron gracias a esa maravillosa cultura.

Mientras caminaba, esquivando a los grandes grupos de personas y ignorando a todos los demás, ocurrió algo que me saco de mis pensamientos, algo que nunca imagine observar.

Me encontraba caminando por la acera de la avenida principal, en ese lugar hay pocas personas, así que me gustaba mucho ir por esa vía, cerca de allí estaba la casa de Adam, muchas veces lo había visto pasar por el lugar en dirección al instituto, pero nunca imagine verlo de esta manera.

Adam se encontraba al otro lado de la acera, estaba como a quince metros de mí, pero estaba seguro que era él. Estaba con un chico, un chico pequeño, bueno, al menos eso parecía, Adam no era muy alto, pero aquel chico era más bajo que él, estaban en una pequeña parte de la avenida la cual estaba cubierta por árboles, el chico de cabello rubio sostenía las manos de Adam entre las suyas y lo miraba directamente a los ojos mientras le decía algo.

Me acerque un poco más para que quedarán justo en mi rango de visión óptimo, luego me escondí detrás de un kiosco que estaba allí y los observe detenidamente.

El chico estaba algo preocupado, podía verse en su rostro, miraba a Adam con expresión de súplica mientras que le decía algo, algo que no lograba ni escuchar ni tampoco interpretar. Adam se encontraba en frente del chico y respondía a lo que este le decía, en un momento soltó sus manos unos instantes y dirigió su vista en varias direcciones, parece que estaba observando el lugar para percatarse de la cantidad de personas.

¿Qué Pasa Si Jugamos Un Poco? (Escribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora