Capítulo N°1

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El sonido de mi alarma inundó la habitación acabando así con el silencio que esta tenía, y también, logrando que saliera de mi estado de ausencia por estar inmerso en el mundo de los sueños.

-Mmmmmm... -Dije retorciendome entre las sabanas, cubriendo mi cabeza para luego girarme hacía la pared para ignorar la alarma y así volver a mi maravilloso mundo.

Afortunadamente, mi teléfono no permite que la canción de la alarma suene por más de un minuto, lo cual me permite esperar a que el tiempo transcurra para que la alarma deje de sonar y yo pueda volver a dormir.

Después de un minuto, el aparato dejo de sonar, así que giré sobre mi cuerpo para colocar los brazos bajo mi rostro y luego apoyarlo sobre los mismos, considero que esta es la mejor manera de descansar, o eso es lo que siento.

Mientras pasaban los segundos, me sumergia más en el mundo que habita en mi mente, sentía como el sonido del exterior se minimizaba cada vez más, como mi cuerpo se hacía cada vez más ligero e imperceptible.

Pero, a pesar de todo eso, no logre ingresar al mundo de los sueños, ¿Por qué?, gracias a mi querido pero en aquel momento, detestable perro.

El animal, dotado con una inteligencia que aún no comprendo, utilizo una de sus patas para que el seguro de mi puerta cediera, ¿Cómo lo hace?, no tengo la menor idea, pero lo hace.

Entró a mi habitación, y, al ver que ya estaba despierto, se abalanzó sobre mi cama, clavando sus fuertes patas en mi espalda, causando de esta basta manera que me sobresaltara por la impresión.

-¡Dejame perro desgraciado! - Dije aun acostado en mi cama, sin moverme, esperando que el animal obedeciera.

Pero no fue así, sentí como su respiración se agitaba para después comenzar a ladrar aún con las patas sobre mis espalda.

Furioso, removi la cobija que cubría mi cuerpo, ésto causó que mi perro se viera en la necesidad de bajar las patas de la cama y quedarse en su posición habitual de cuatro patas.

-¿No tienes a nadie más para joder? - Dije aún con un fuerte sueño.

Mi perro me miró confundido, luego se sentó sobre sus patas traceras y se quedó observandome con la respiración agitada y lo que parecía una expresión de alegría, o eso fue lo que me dio a entender ya que también  estaba moviendo la cola con energía, arrastrándola en el suelo.

-¿Por qué tienes que ser tan hermoso? - Dije para luego soltar un bufido de molestia ya que ahora debía levantarme.

Coloque los pies en el frio suelo y mire un punto vacío en el suelo mientras terminaba de despertar, ya que si hubiese sido por mi, aun hubiese estado dormido en ese momento.

Escuché el sonido de platos y el refrigerador abriéndose, eso me dio la señal de que mi padre se encontraba en la cocina preparando el desayuno, levante el rostro y observe a mi madre a través de la puerta de mi habitación, se dirigía a su habitación con una cesta de ropa, seguramente la colocaría en el tendedero.

Cuando por fin logre despertar completamente, gire mi vista hacia la ventana de mi habitación, observe como el cielo nocturno comenzaba a ser iluminado por los primeros rayos del Sol.

-Rayos... - Dije con pesadez - Deben ser las cinco o seis de la mañana.

Me levante y acaricie el rostro de mi perro con ternura, hice algunos cariños en su cuello para que se acostara en el suelo con las patas extendidas hacia arriba, dejando visible su estómago, acostumbraba hacer eso cuando quería cariño, obviamente, no podía negarselo, era como un niño pequeño, su ternura era irresistible.

¿Qué Pasa Si Jugamos Un Poco? (Escribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora