¿Qué Pasa Si Jugamos Un Poco? (Escribiendo)

Capítulo N°4

Después de leer el mensaje de Adam, me sentí muy bien, era agradable sentir que ayudaba a un amigo en un problema, no sabia si eso se podía catalogar como problema, pero aún así se sentía bien brindar apoyo.

El tiempo pasó con velocidad ese día, adelante lo más que pude los deberes del instituto, preparé la cena para mis padres después que llegaron del trabajo, luego continúe con los deberes y finalmente me acosté en mi cama para quedarme dormido a las once con treinta minutos de la noche aproximadamente.

Al despertar el día siguiente, me sentía agotado, mis ojos aun cerrados no me permitían poder despertar por completo, mi cuerpo no respondía a mis estímulos, mi mente aun estaba separada de mi cuerpo físico, aún permanecía viajando entre el plano mental y físico.

Al cabo de unos minutos, finalmente logre moverme, levantarme y colocarme de pie en frente de la cama para cumplir con mi rutina.

Mientras me colocaba la camisa del instituto, observe como mi celular se encendía para comenzar a tocar la melodía de la alarma.

Observe el aparato con gracia, me acerqué a él y lo desactive para apagarlo y colocarlo sobre el escritorio de mi habitación.

-¡Miguel! - Dijo la voz de mi madre desde el pasillo - ¡Ya van a ser las siete, llegarás tarde!

Asentí con la cabeza y le respondí con un simple "¡OK mamá!" antes de salir de mi habitación para bajar a la cocina, tomar mi desayuno y emprender mi camino hacia el instituto.

En el camino no podía dejar de pensar en lo que vi el día anterior, las imágenes de Adam besándose con ese chico volvieron a mi cabeza, las reproducía lentamente, creando una repetición en cámara lenta y muy detallada de la escena. Las manos de Adam recorriendo lentamente la cintura del menor y ejerciendo fuerza para que sus cuerpos se unieran aún más, la expresión de satisfacción al notar que el menor no opuso resistencia alguna, por lo contrario, que siguiera con la emoción del momento y colocara sus brazos alrededor del cuello de Adam para asegurarse de que la distancia de sus cuerpos no se haría más clara.

Aquellos pensamientos, recuerdos o lo que sea que hallan sido, lograron que en mi pecho se formara de nuevo la tan conocida sensación de vacío que hizo que mi cuerpo se tensara por un instante antes de volver a su estado normal.

-Miguel, basta - Dije en voz alta regañandome - No es momento para que pienses en esas cosas, además, no importa lo que hayas visto, Adam es tu amigo y no importa la orientación sexual que haya tomado, no es el fin de nuestra amistad y mucho menos del mundo.

Mientras me acercaba al instituto, vi a lo lejos una cabellera castaña que reconocí al instante; se trataba de aquel chico, el chico que había visto besándose con Adam el día anterior.

Mi cuerpo se quedo inmóvil, no sabia que hacer, los recuerdos comenzaron a llegar a mi mente nuevamente, pero después de unos segundos, volví al mundo real.

-Vamos... - Dije en voz alta - No seas ridículo Miguel.

La tensión de mi cuerpo desapareció y comencé a caminar una vez más, pero no podía dejar de mirar a ese chico, estaba analizandolo, observando su caminar, y mientras se acercaba, su físico.

Apresure mis pasos para acercarme más al chico y poder detallar lo mucho mejor.

Cuanto más me acercaba mi corazón se aceleraba más, trataba de que mis pasos no fuesen tan obvios, pero no podía evitarlo, normalmente camino muy rápido, pero en ese momento creo que estaba a punto de correr para estar a una distancia más óptima del chico.

Después de un rato, lo alcance, detuve mi ascenso de velocidad en el momento en que pude quedar a una distancia perfecta el chico.

Observe su cabellera, los rizos castaños brillaban con los escasos rayos de luz que se colaban a través de las oscuras nubes que cubrían el cielo, su piel blanca era de admirar, no estaba bronceada como para ser catalogada como la de una persona normal en mi ciudad, pero tampoco estaba tan pálida como para ser extraño y preocupante, era atractiva, se veía delicada y frágil como porcelana.