Helena.
—Ábreme
—No.
—Helena, por dios, deja de actuar como niña
—¡Si! ¡Ahora con más razón voy a abrirte! —Me hago un ovillo en la cama y espero que él deje de tocar la puerta.
—Amor, vamos, un rato conmigo va a mejorar tu animo —dice pinchándome un poco.
Con el embarazo estoy muy cambiante, paso de estar totalmente feliz a totalmente deprimida, en este momento, estoy con ganas de poner mi cabeza bajo un pozo.
—Alex, sabes que se me pasara, me dejas sola, ¿por favor? —Le suplique. Él se quedó unos segundos en silencio... Hasta que empezó a tocar la puerta otra vez. Maldito cabeza dura.
Me levante enfurecida y lo deje pasar. —Maldito gilipollas...
—Que boca la tuya —puso su mano en mi nuca y me beso.
Me guste admitirlo o no, me tiene una paciencia impresionante, me respeta y ya no peleamos. Eso es un gran avance para nosotros. Vivimos armoniosamente, Andy ya no deja de ir al jardín de niños y Alex comenzó con su trabajo de fotógrafo otra vez, por ahora se limita a sacar fotos en casamientos y cumpleaños, sé que eso no lo hace feliz y que prefiere su antiguo empleo, pero en esta ciudad es imposible que pueda trabajar fotografiando modelos... Lo cual, aunque suene egoísta, me hace sentir menos insegura.
Lo cual, en esta ciudad, es imposible.
Ahora, el conflicto aquí, es que no quiero quedarme sola. Él tiene que irse y Andy tampoco esta. Eso provocara que piense, que recuerde que mi hermano no quiere verme, que no tengo a nadie más en quien confiar excepto mi novio y mi hijo, que ni siquiera mi madre quiere verme... Tengo sentimientos encontrados con eso.
Lo hablé en terapia y por ello, el psicólogo me hizo saber que muchos de mis problemas eran causados por mi familia, que gritar y hacer rabietas es un mecanismo de defensa, el cual aprendí a usar con mi madre muchas veces estos últimos años.
Alex bajo la mirada a mi gran panza de casi seis meses, en cualquier momento iba a explotar. —Mira esta hermosa pancita.
Se agacha y acaricia mi estómago, el mar humor estaba desprendiéndose de mi cuerpo poco a poco.
—¿Tú que serás? ¿Niño o niña? —Dice Alex hablándole al estómago.
—Mañana lo sabremos —Le respondí riéndome.
—Lo sé, y sabes que mañana estaré a tu lado en todo momento Hel... Pero sé que entiendes que debo ir a esa agencia por el trabajo, lo hago por nosotros
Sabía que seguía aquello. Siempre buscaba hacerme sentir mejor recordándome una y mil veces que no me dejaría, y aunque me encantaba escucharlo, necesita oírlo mil veces más y que realmente, nunca se desprendiera de mi lado
Sé que el embarazo me volvió más vulnerable y miedosa, mis inseguridades sé multiplicaron por cien y sé que eso a Alex lo vuelve loco.
La última vez que se fue, volvió a los diez minutos, me vio casi llorar cuando cruzo el umbral y no pudo soportarlo. Volvió, me abrazó y no dijo ni una palabra.
Me ama. Sé que me ama. Sé que ama a Andy y a este bebé, cada día me lo demuestra y por ello va a salir hoy, por nosotros, pero mi cabeza no concibe la idea de que tengo que aceptar este hecho.
Quiero que ser fuerte.
Debo ser fuerte.
—Lo sé, lo siento. Sabes que no puedo controlarlo... Las hormonas —respondí mientras trataba no llorar. Lo besé y lo abracé, odio como lo necesito todo el tiempo —. Debes irte. Llegarás tarde
—Eres perfecta —susurra sobre mis labios y acaricia lentamente mis mejillas. Cuando su respiración se agitó algo se despertó dentro de mí. Otra vez no...—. Tan perfecta que me dan ganas de recostarte suavemente y mostrarte a que nivel me tienes.
—Ya puedo notarlo —respondí un poco dudosa, rozando con mi dedo índice su creciente erección oculta en sus pantalones.
Con esto del embarazo estoy cachonda todo el tiempo, no hay día que no deseé estar encima de Alex y con mi barriga de talla mediana, no se nos complicaba tanto dicha posición. No tengo ni la mitad del estómago que tuve con Andy, con él, parecía que iba a tener trillizos.
—Estás siendo cruel —gime entre dientes, ahuecando mi trasero con sus manos
—Tu empezaste —alegué mientras acercaba mi boca a su cuello. Tome una suave respiración profunda y exhale, mi voz se tornó un poco ronca al decir: —Además, tu no pareces quejarte.
Al besar su cuello al final, fue su derrota, me tomo por los muslos y me cargo hasta apoyar mi espalda contra la pared más cercana del pasillo.
—Está siendo muy mala Señorita Norlt, ¿es consciente de lo que me hizo? Deberá encargarse de ello —dice medio bromeando y medio en serio.
—Lo siento mucho Señor, me encargaré de aquello con mucho gusto
Bien, él no esperaba esa repuesta ni de coña, cuando vi sus ojos brillando por la excitación supe que no habría mucho juego previo y me encantaba esa idea, lo necesitaba ya.
Alex, se apoderó de mi boca posesivamente, acomodando una de sus manos en mi nuca y la otra quitándome la blusa
Blusa y brasier, fuera.
Alex, apretó uno de mis senos con su mano y al mismo tiempo mordisqueaba, succionaba y besaba mi cuello.
El calor abrasador que se instalaba entre mis piernas ya era insoportable.
—¿Por qué siento que haces esto para que me quede?
—Hay un poco de eso, pero no quita que no me muera por hacer esto
Desabroché los jeans de Alex como pude y él me dejó un minuto en el suelo para poder terminar de quitárselos y de paso, quitarme mis jeans junto con mis bragas.
Me tomo de nuevo, me empujó brutamente contra la pared y en el mismo segundo que enrede mis piernas en su cintura, Alex introdujo su pene en mí.
Dios, siempre se siente de la misma forma, nunca deja se sentirse increíble, jamás podría cansarme de esto.
Era bruto y feroz en todo momento. Él no paraba de tocarme absolutamente todo el cuerpo. Mis gritos de placer venían al unísono con las embestidas de Alex.
Eran fuertes y justas. Perfectas en todo sentido.
Sabía que no duraríamos mucho, esto era demasiado bueno. Cuando me apretó la cadera y acelero su velocidad ya era el fin para mí.
El éxtasis recorrió todo mi cuerpo en cinco segundos. Alex un poco después soltó un gemido gutural y me llenó por completo de él.
—Nunca llegará el día que me canse de esto contigo —dice casi sin aliento sobre mi cuello.
ESTÁS LEYENDO
Ámame una vez más © (Disponible completo en Dreame)
Romance«Te odio y odio amarte» La chica que conocía murió el día que él me abandonó en esa cama. Seguí adelante, pero él aún está allí. Cada noche inevitablemente veo su sonrisa, sus ojos, su cabello... Por eso es imposible olvidar que todavía tiene un ped...