Capítulo 4

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Nuevo año, nueva vida, o eso es al menos lo que suelen decir. Cierto es que nos construimos al paso de los años, pero siempre a través de los daños. Para mí no tiene nada de especial, un año más en mi desastre de vida adolescente. ¿Lo que cambia? Cumpliré diecisiete años, tampoco mucho. Sin embargo, a Katia la hace tanta ilusión cumplir los dieciocho, y eso que le quedan todavía dos años para eso. Ha intentado disculparse de todas las maneras por lo de aquella noche, pero con certeza sé que el alcohol ha borrado esos recuerdos de su cabeza. Sorprendentemente no la culpo a ella, ni a Dylan tampoco después de cómo se comportó, más bien a Isma. Puede que no fuese el causante de la situación en la que nos hallábamos, pero solo recordar la imagen de él y Julia la otra noche me da dolor de cabeza. No he vuelto a hablar con él, cada vez que le veo por la calle desvía la mirada hacia otro lado y finge que no me ha visto. En cierto modo lo agradezco, no quiero verme hablando con él, al menos no por el momento. El golpe ha sido duro, y tengo que pensar como encajarlo. La vuelta a clases también está siendo dura, solo pensar en madrugar y volver a incorporarse al horario habitual en unas semanas da sueño y a la vez solo pensar en el temario que se nos avecina y que no hay ningún día de fiesta...no sé cómo sobreviviré. Pero como siempre Adrián tiene la solución perfecta, tarde de cine. No acostumbramos a ir al cine por el centro, pero a todos les pareció buena idea y ¿quién soy yo para negarme? El cine siempre ha sido una de mis actividades favoritas y para mí toda es excusa es válida para salir a ver una buena película, independientemente del género que sea. Comparado con otros cines como pueden ser Equinoccio o Rio Shopping, los cines Broadway son pequeños, pero están en pleno centro de la ciudad y solo por eso merece la pena venir.

- ¿Veis como os dije que salir a ver una película era buena idea? - dice Adrián orgulloso de la propuesta que hizo.

- Sí, y eso que yo pensé que no me gustaría la película. - añade Lucia señalando el cartel de "Passengers".

- Sí, pero la próxima vez me gustaría ver algo más romántico. - propone Natalia.

- Oye, no te quejes, que esta era un término medio. - señala Hugo.

- ¿Qué os parece si damos una vuelta?

Salimos de los cines Broadway y tras un pequeño tramo de calle giramos a la izquierda. Continuamos caminando por el paseo Zorrilla contemplando cada una de las luces de Navidad que en unos días retirarán. Las Navidades este año han sido bastante buenas, ignorando la última noche que fuimos de fiesta, claro. Me encantan estas fechas en las que nos reunimos toda la familia alrededor de la mesa. Son días en los que lo único que apetece es sentarse en el sofá junto a la familia con un chocolate caliente en la mano. Además, es un buen momento para ponerme al día con Iván. Su vida solo consiste en ir a la universidad, estudiar, quedar con su novia y sus amigos y ya si le sobra tiempo leer. A pesar del poco tiempo que tiene, siempre encuentra un rato para mí, desde pequeños hemos sido inseparables a pesar de la diferencia de edad y para mí, mi primo es un amigo más al que puedo contarle todo.

Casi sin darnos cuenta cruzamos la calle Santiago y al llegar a Fuente Dorada continuamos girando a la izquierda y atravesamos las estrechas calles que conducen a la Plaza del Poniente. La plaza está mucho menos insólita que de costumbre. Normalmente la gente que pisa esta acera o bien son estudiantes del Núñez de Arce, o bien han parado aquí con el autobús o solo son gente a la que esta plaza le sirve como vía de tránsito para ir a otros lugares. Hoy es completamente diferente, en el parque se pueden observar grupos de adolescentes mirándose entre ellos y hablando. En un primer momento todo me parece normal, adolescentes hablando en un parque, nada fuera de lo común. Pero la cosa cambia cuando ese mismo grupo de adolescentes se va concentrando cada vez más al fondo del parque. Miro a mis amigos expectante de que se supone que debemos hacer, pero las palabras sobran cuando una voz familiar para Adrián resurge. Le seguimos apresuradamente hacia el interior del corrillo que se ha formado y observamos la escena. Una chica morena con una chaqueta de estampado de leopardo se esconde tras un chico con el pelo rapado a ambos lados de la cabeza y un piercing en la nariz. Frente a ellos, mi ya no tan desconocido amigo Dylan haciendo honor a su fama una vez más, sacando su actitud conflictiva a la luz. Dylan le lanza un puñetazo al otro chico a la cara y le hace sangrar por la boca. El otro, en su defensa, le pega un puñetazo en el ojo derecho, le empuja tirándole al suelo y comienza a darle puñetazos. Dylan no se queda parado y logra recuperarse y ponerse de pie, en ese momento le asesta un puñetazo en el estómago y empuja al otro chico contra el suelo. El otro chico se agarra a él y ambos caen.

Con solo una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora