La vida de una geisha son los frutos de un intenso entrenamiento en el cual se pone sangre y sudor para lograrlo, donde sacrificas no sólo tu cuerpo si no también al principio tu libertad. En la antigüedad, una o un omega que fue vendido a una okiya no decidía ser geisha por voluntad propia, era esa opción o ser sólo el esclavo de la okiya para saldar tu deuda que tenías por las cosas que usabas. Ahora con el nuevo gobierno de Japón además que con las leyes humanas firmadas en Francia hace mucho tiempo influyeron en esa época, eso ya no pasaba, los o las jóvenes omegas decidían si querían se geishas o maikos, no había que hacer nada a la fuerza ni tampoco la venta de mizuaje para convertirte en geisha. Los tiempos cambiaron al igual que muchas tradiciones, pero lo que siempre perdurará será su existencia de estas mismas, un mundo donde el silencio es la mayor regla de una geisha.
Esos siempre eran los pensamientos de minako, una de las geisha más talentosa de hanamachi, su okiya se encontraba en el distrito de gion dónde habían las mejores okiyas de hanamachi en la ciudad de kyoto.
Su vida era normal como la de sus otras hermanas y hermanos geishas que tenía en su okiya, aunque ella era una de las geishas mas solicitadas de hanamachi, siempre encontraba un momento para hablar y charlar con su familia de geishas sintiéndose a gusto con ellos y ellas.
Con su verdadera familia no tenía contacto con ella, ya que cuando le dijo a sus padres que quería ser geisha ellos la miraron con decepción y le dijeron que se fuera a donde ella quiera pero que nunca volviera a verlos ya que había traído deshonor a la familia. Raro ¿no?, como puede ser posible que con una siempre decisión haga que cortes los lazos de tu familia sanguínea mostrándote la espalda en vez de apoyarte con lo que elegiste.
Bueno... pero ese punto ya era pasado para minako, ahora veía a sus hermanos o hermanas geishas y a su oka-san como su única familia que la aceptaba tal como era, aunque aveces le sacaba canas verdes a su oka-san por sus acciones.
Aún así su corazón anhelaba algo que sabía que no podría tener nunca, algo que esta un tanto prohibido para las geishas. Si se pregunta si es el amor de un Alfa a su persona, están muy equivocados, ella nunca le gustó esa relación de un alfa y un omega, donde ambos son atados por la eternidad o al menos hasta que el Alfa se aburra del omega y desaga su lazo. Sonaba cruel esa parte pero era la realidad de esa época, por esa razón decidió ser geisha y así nunca atarse a un Alfa por toda la eternidad. Pero a lo que realmente nos importa es otra cosa. Había un vacío en el corazón de minako que no se llenaría nunca, ese anhelo que sentía cada vez que caminaba por la calle y miraba a un punto en específico: un parque de juegos infantil.
Para sus hermanas no era secreto que minako deseaba volverse algún día una madre, de tener entre sus brazos a un pequeño niño al cual ella pueda cuidar y amar. Más esto nunca pasaría ya que ella aún no tenía un danna y si por casualidad quedaba embarazada lo más seguro es que cuando nazca su hijo lo darían en adopción y no tendría la oportunidad de criarlo. A sus hermanas les daba mucha pena al verla en las noches con su vista en su enorme ventana de su cuarto, mirando con desdén a la Luna sabiendo que su sueño nunca se podría cumplir.
Aunque claro, a veces lo que es una pérdida para unos, puede ser la salvación para otros.
De nuevo el 29 de noviembre de 1993 fue una fecha que marcó también el destino de esa simple omega llamada minako. No fue sorpresa para ella despertarce como a las 11 de la mañana como marcaba su reloj, la verdad es que estaba cansada y aún tenía un poco de sueño, ya que ayer estuvo hasta las 4 de la mañana en una casa de te con unos alfas y uno que otro beta que eran ejecutivos del Gobierno. Ser geisha tenía sus ventajas, conocían a gente importante no sólo del Gobierno, también de empresas famosas, presidentes de otros países o impresionistas que si lograbas agradarles ellos podrían hacerte favores a ti y a tu okiya.
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Geisha de mi corazon (omegaverse/victuuri)
FanfictionLa mayoría de los extranjeros que visitan Kyoto-Japón ven a las geishas omegas como simples prostitutas de alta clase en la sociedad. También compartía este pensamiento Víctor Nikiforov, un Alfa empresario que por maniobras de su amigo acuden a un r...