En esta historia no la contaré desde el momento en que el Alfa más poderoso de América y Europa, Víctor Nikiforov bajaba de su jet privado con sus amigos, mientras las azafatas los ayudaban con sus maletas llevándolo al auto alquilado que contrató uno de sus amigos, y ellos sólo veían la nueva tierra en la que habían llegado: Kyoto.
No, no lo relataré desde ese momento ya que nuestra historia se remonta a muchos años atrás, para ser exactos, más de 23 años.
En una pequeña ciudad situada en la prefectura de Kyoto llamada: kameoka. Esta ciudad en las afueras de está, estaban los Onses; pequeños baños termales que abría sus puertas a los turistas que venían por la naturaleza y belleza natural de está ciudad, con templos y sus jardines zen. Pero no todo puede ser color rosa y nubes de algodón blancos.
En el tiempo del año de 1990 a 1995, esta pequeña ciudad sufrió una gran depresión cuando los turistas dejaron de venir a la ciudad por la inflación de la canasta familiar y la economía mundial, donde bajo el valor del dólar y euro. La ciudad estaba en crisis y apenas los negocios de turismo se mantenía a flote, pero otros no tuvieron la misma suerte obligándose a cerrar esa pequeña inversión que les daba alimento a sus familias.
El 29 de noviembre de 1993, en un pequeño Onsen a las afueras de la ciudad de kameoka, en sus interiores de la infraestructura, por los pasillos tenues semi pintados de color rojizo y la puertas de madera con papel viejo, se podía oír gritos ahogados de una mujer adulta que se perdían en el aire mientras una niña de cabello negro oscuro de más o menos unos 6 años salía a cada rato de la habitación con toallas húmedas y un balde ovalado lleno de agua tibia teñida tono rojizo.
Y en la última habitación ubicada al fondo de toda la infraestructura, se veía a la misma mujer vestida con un vestido blanco echada en una cama con las piernas separadas a par con una capa de sudor que estaba en su cuerpo mientras gritaba de dolor agarrando de la mano del hombre que estaba a su lado y esté le daba ánimos diciéndole con palabras dulces que soporte un poco más por que ya casi terminaba su labor de parto.
La mujer de cabello castaño corto con la cara rellenita y algo regordete hacia su mejor esfuerzo pujando con toda la fuerza que tenía esperando ya no sentir ese agudo dolor en su bajo vientre sintiendo a cada momento las contracciones.
La niña pequeña, que después de un rato volvió a la habitación con las toallas secas y otro balde lleno de agua tibia cristalina, de manera rapida se dirigió donde su madre y puso el balde ovalado en la entrepierna de su madre viendo así al pequeño ser que salía de ella. No estaba asustada ni nada al verla y ver esa cantidad de sangre, ni tampoco escuchar los gritos de dolor de su madre no la alternaba o aterraba, sabía perfectamente que todo ese dolor que sentía su madre valía la pena, porque ella estaba trayendo al mundo una nueva vida. Una vida que desde el momento que lo vio en la panza de su madre juro protegerlo aún siendo ella misma una tímida y delicada omega.
El tiempo pasaba y parecía que este no iba rápido para esas tres personas haciendo un esfuerzo en manejar la situación, más bien era como si se hubiera detenido el tiempo mientras sólo se escuchaban los gritos ahogados de su madre.
Tras un momento en que su madre dejó salir uno de los peores gritos que había escuchado, inmediatamente se oyó un llanto frágil pero dulce al mismo tiempo, que para los oídos de sus progenitores y para su hermana era una sublime y hermoso melodía tocada en la mejor shamishen por un artista de las convenciones.
La primera en sostener a esa pequeña miniatura fue su hermana que también se encargó de cortar el cordón umbilical, limpiaba el pequeño cuerpecito de su hermano con los rastros de sangre y trataba de hacer que el llanto del infante parará un poco para que estuviera más tranquilo. Sus padres al verla tan maternal con su hermano les produjo una calidez en su pecho. La pequeña niña terminó su labor de limpiar a su hermanito y también logró que dejará de llorar tan fuerte para luego sólo esté quedé tranquilo.
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Geisha de mi corazon (omegaverse/victuuri)
FanficLa mayoría de los extranjeros que visitan Kyoto-Japón ven a las geishas omegas como simples prostitutas de alta clase en la sociedad. También compartía este pensamiento Víctor Nikiforov, un Alfa empresario que por maniobras de su amigo acuden a un r...