Rigor Mortis

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I

En la escuela de piano a la que Baekhyun iba de pequeño, le habían enseñado que los compositores más famosos lograron tal éxito no sólo porque hacían piezas maravillosas, sino porque lograban transmitir a su público los secretos más recónditos de su alma. Incluso aquellos que temían contarse a sí mismos.

La música es el puente entre las dimensiones. El lenguaje universal.

II

Siempre estuvo obsesionado con la muerte. Lo supo cuando un día, en medio de la euforia, había estrechado el cuello de un gatito callejero que se había colado en su patio hasta asfixiarlo. Oír sus maullidos agudos, ver cómo su cuerpo diminuto se retorcía y convulsionada con agresividad, para posteriormente relajarse totalmente y quedarse rígido probablemente había sido el momento más placentero de su vida hasta entonces.

Baekhyun compuso desde muy joven. Se inspiraba en la perversión del crimen, en los ojos vidriosos de sus víctimas clamando misericordia, en el llanto, en el goteo demencial de la sangre. Su música era su puñal más afilado.

—Solo los músicos más dotados son capaces de transmitir emociones con sus melodías— le dijo alguna vez su padre.

Él sería capaz de mucho más que sólo causar el típico llanto de emotividad en su público. Él les haría sentir en su propia carne lo que había vivido cada una de sus víctimas y ya estaba preparando todo para el día en que su obra maestra fuera expuesta al público.

Solo era cuestión de esperar por 'Rigor Mortis'.

III

La luz lunar atravesaba perezosamente los vitrales de la cúpula. El teatro estaba bañado con haces multicolor pálidos y los candelabros se mecían haciendo chirrear las cadenas que los sujetaban al techo. El salón estaba sumido en un silencio sepulcral interrumpido únicamente por el chillido lejano de las sirenas de policía que podía escucharse amortiguado por las paredes acústicas del lugar. Sólo un músico seguía aún en medio del escenario, interpretando con demencia las últimas notas de su sinfonía. Sus dedos amoratados presionaron violentamente las teclas de marfil del piano de cola. Lucía como si estuviera apuñalando cada nota con ira desbordante. Las clavijas temblaban destempladas con cada golpe y la melodía decadente se tornaba cada vez menos estética.

Al culminar, sus falanges inflamadas se contrajeron en un par de garras inmóviles. Las muñecas le temblaban incesantes y las venas de sus delgados y pálidos brazos sobresalían grotescamente de su piel, como queriendo escapar de su propia carne por el abuso prolongado. Tenía los puños de su camisa blanca desechos y colgando holgadamente de sus brazos; apenas y se podía apreciar un atisbo de la punta de sus dedos. Estaba empapado en sudor, en su espalda y su pecho, la tela se había fusionado con su piel y en sus costados se marcaban prominentes sus costillas. También llevaba adheridos a la frente un par de mechones oscuros suficientemente largos como para cubrirle los ojos. Lucía desencajado y exhausto.

El joven músico por primera vez desde que había subido al escenario, levantó la mirada para observar al público, esperando las ovaciones y los elogios con impaciencia. Sus pupilas se distendieron y sus comisuras se curvaron ligeramente hacia arriba en señal de complacencia cuando observó el paisaje privilegiado desde el estrado. Entonces hizo una reverencia prolongada a su público enmudecido, mientras trataba de contener la risa. Cuando volvió a erguirse, se frotó ambos ojos enrojecidos con las mangas mugrientas y sudorosas, parpadeó un par de veces y volvió a pasear la mirada con desinterés por las sillas del teatro; desde donde su silencioso público lo aclamaba.

Not So Bed Time Stories // ChanBaek //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora