Después de aquel pleito, Astrid estaba decidida en arreglar las cosas.
En el camino, se topó con Daven. Él, muy amablemente, se acercó y la saludó.
—Mi lady, ¿cómo está usted hoy? —Astrid levantó su mirada, dejando a la vista sus pronunciadas ojeras.
Daven, apenado, bajó la mirada.
—Señorita Astrid, sé que recién me conoce, pero creo que su matrimonio está un poco estancado. No se le ve feliz, se ve atormentada. Prometí no meterme en sus asuntos, pero quiero que sepa que estoy dispuesto a escucharla si en algún momento usted desea desahogarse —le brindó una cálida sonrisa. Astrid, inconscientemente, devolvió el gesto.
Avanzó un poco más y se sentó al lado de Daven. Éste se encontraba trabajado en las cosechas.
—Creo que fui muy grosera contigo —mencionó, apenada —. No quisiera que me vieras siempre de ese modo. Admito que tengo un carácter bastante fuerte, pero conozco lo que es la cortesía. Eres bienvenido a Berk.
—No se preocupe, mi lady. Yo entiendo la situación —le sonrió —. Disculpe mi atrevimiento, pero siendo dos personas adultas de la misma edad, me gustaría ser algo así como su amigo.
Astrid lo meditó unos segundos. Daven estaba siendo lo que ella no fue, amable. Parecía un buen sujeto, y quizás eso le faltaba, un amigo. Un amigo varón que la ayudara a entender más a Hiccup. No contaba con Brutacio ni Patán, no había que ser inteligentes para notar que éstos no contaban con un apoyo verbal tan alto.
—Me parece, un amigo es todo lo que una mujer en apuros necesita —rio. Hace tiempo que no lo hacía —. Sabes... no sé si deba tomar esta confianza tan rápido, pero ya no puedo más —derramó un par de lágrimas —. Me duele tanto estar esperando un bebé y que ninguno de sus padres esté al tanto de su salud. Soy una pésima madre.
—No diga eso. Usted será una excelente madre. Todo es cuestión de que sepa manejar sus emociones. Su esposo tiene trabajo —lo pensó. Entendía que un hombre siempre tenía cosas que hacer, pero no darse mínimo diez minutos para su familia, le parecía extremo —, pero tan sólo lo difícil acabe, él estará para usted.
Y volvió a sonreír. Evidentemente le hubiera gustado que fuese Hiccup el que le dijera esas palabras, pero dadas las circunstancias, no fue así.
Astrid se levantó y prosiguió a buscar a su marido. Al dar con él, dio un largo suspiro.
—Tenemos que hablar —lentamente se acercó a él.
— ¿Quién es esa persona con la que estabas? Nunca la había visto —preguntó el castaño, con cierta seriedad e intriga.
—Él es amigo de tu mamá. Ahora, ¿podrías prestarme atención? —el castaño rodó los ojos y la miró. Esta no soportó el peso de la mirada de Hiccup, que inmediatamente bajó la suya —. Quiero pedirte una disculpa, por lo de anoche —tragó saliva.
—Yo también quiero hacerlo —la rubia levantó la mirada. No esperaba esa respuesta —. He estado ausente, pero no es porque yo lo deseé. Hay mucho trabajo y no puede moverse si yo me detengo —se acercó a ella y la tomó de las manos —. Te prometo que tan solo termine, estaré contigo.
—Hiccup, me hiciste tantas promesas, que ya no sé si confiar. Sólo quiero que mi chico dragón vuelva —le dijo, con los ojos húmedos —. No te quito más el tiempo —y se fue.
—Yo quiero que mi fuerte y paciente guerrera regrese —musitó, con melancolía.
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Astrid se sentía mejor que hace meses. Su corazón todavía no se siente completamente sanado, pues el poco tiempo de Hiccup hacia ella le dejaba un vacío, pero intentaba ser optimista y pensar que su chico, en algún momento, estaría para ella.
Sin embargo, son seis meses perdidos. Venía en camino el primer hijo del jefe de Berk, y la realidad es que los únicos que han estado presentes en el proceso de su embarazo son todos, menos Hiccup. La persona más importante había perdido seis meses del embarazo.
Heather, siendo tan cercana a Astrid, notaba la gran diferencia de la actual a la de hace meses. Sonreía un poco más, y eso es gracias a que todos han estado acompañándola para que ésta no se sienta sola, pero debe aceptar que Daven es el principal motivo.
Como ya se había mencionado, él es un chico bastante carismático. La gente lo quería por la simple y sencilla razón de tener ese don que es el trato con la gente.
No se explicaba cómo, pero él ganó la confianza de la rubia sin siquiera mover un dedo. Ella, por su lado, tuvo que experimentar diferencias y arreglarlas con Astrid.
Era ventaja mantener a Daven en Berk, pues sembraba optimismo en todos, pero más en la esposa del jefe que tanto lo necesitaba.
La pelinegra estaba ayudando a Valka un poco en la cocina. Astrid le había pedido que viviera en Berk, aunque fuese el tiempo que está embarazada, pues no quería cargarle todo el trabajo a Valka.
—Astrid, esa barriga está enorme —mencionó Heather, con ternura. Estaba muy emocionada de ver a su mejor amiga disfrutando de ese privilegio. Era muy admirable para ella ver lo que las mujeres aguantaban con un hijo en su vientre.
Astrid siempre demostró ser alguien fría, que no necesitaba de un hombre para que ella fuese feliz, ni mucho menos depender su seguridad de uno. Ella era fuerte con o sin hombres. Siempre se creyó que iría a otros rumbos, metiendo sus manos en el fuego.
Ahora, ella está formando una familia y está sufriendo por un hombre. Pero es inevitable, pues cuando amas mucho, es difícil ser fuerte.
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Por otro lado, Daven es el individuo que llegó a Berk.
Con el tiempo, ha podido acostumbrarse a vivir en Berk. Lo cierto es que éste ya no quería quedarse más tiempo. Desde el momento en que despertó, sabía que quería irse, pero no tenía a dónde. Lo único que lo detenía, era algo, con nombre y apellido.
Cuando perdió su hogar, toda su familia quedó atrapada en él. Inclusive, la mujer con la que pretendía casarse. Lo había dejado tan dolido, que pensó que nunca más volvería a sentir atracción por otra mujer. Y pese a que ahora la siente, él nunca podrá olvidarla.
Su interior le repetía que estaba mal, que debía irse. No tenía el derecho de luchar por algo que no está en sus manos, pero... ¿realmente no estaba en sus manos?
Él ya no la buscaba. Él era el motivo de sus lágrimas. Él la hacía sentir mal. Él ni siquiera se emocionó por la llegada de su hijo, tampoco estuvo los seis meses del embarazo, o cuando ella tenía un antojo, cuando ella se sentía triste, fea y gorda. Nada.
Daven, por su lado, apoyó a su amiga en todo momento. La acompañó desde los tres meses en adelante. Vio crecer su vientre. Le dio un hombro en donde llorar.
Simplemente, se enamoró.
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Muy bien, disque ya lo corregí y todo. La verdad es que esta historia la subo con inseguridad porque hace tiempo que no escribo, así que por favor, si ven algo así feo, una disculpa. Me encanta esforzarme, pero igual soy humana y cometo errores como Yañez :'v
Va rapidita, lo sé, pero es corta, por eso puede leerse apresurada. Aunque claro, hay formas de trabajarlo sin que se lea así, pero bueno, todavía no lo domino gg :'v
Espero que con todo y mis horrores me reciban esta historia y le den una oportunidad :3 A esas que les gustan dramas de telenovelas xd
Espero que lo hayan gozado, que lo hayan disfrutado, y nos vemos en el siguiente capítulo.
Adiós, pimpollo que comenzará a odiar a Daven xd
Los jamón con queso, bebés<2+1
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No estoy dispuesto
FanfictionEl puesto de jefe de Berk le estaba consumiendo su vida. Ya no tenía tiempo para sus amigos, su madre y Astrid. No pensó que fuese necesario administrar su tiempo, pues Berk estaba en una crisis alimenticia de la que debía sacarlos y no descansaba p...