AMNESIA.

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Tres de la madrugada.
Las putas tres de la madrugada, y Wonwoo aún no lograba dejar de pensar el MinGyu.

Pensar en todas esas cosas que él hacía.

Recordaba con tristeza el momento en el que MinGyu lo dejó, mientras el de piel pálida lloraba al escuchar unas palabras que abrieron una nueva carpeta en su cabeza, titulada "nada duele más que esto."

"esto no va a ninguna parte".

¿eso no iba a ninguna parte?
Para Wonwoo, no importaba dónde fuera la relación, lo único que le importaba era tener al menor cerca.

Después de una pelea simple, lágrimas y palabras hirientes; el más alto tomó su chaqueta y se marchó; dejando a Wonwoo vacío.

Cerró los ojos sin intención de dormir.
Sólo se lamentaba y se golpeaba mentalmente por no poder olvidar a aquélla persona que tanto daño le hizo.

También recordaba otras cosas que no eran tan tristes; pero que se transformaban a esa emoción conforme pasaban los días.

Por ejemplo, la primera vez que Wonwoo vió a MinGyu.

Era verano y los niños jugaban en los jardines principales de sus casas.
Wonwoo era un niño diferente. No le gustaba hacer deporte, ni jugar con carritos.

El pequeño e introvertido Wonwoo leía un libro de cuentos sentado en el pórtico de su casa, disfrutando el ambiente que el clima y el viento suave le daban en ese lugar; cuando de pronto, el pequeño escuchó un estruendo, seguido por un llanto.
Un niño había caído de su bicicleta frente a los ojos afilados de Wonwoo.

Rápidamente, cerró su libro y se dirigió al niño que ahora estaba en el suelo.

- ¿Estás bien? - Wonwoo le tendía la mano al otro niño, para que se pusiera se pie.

- Creo que me lastimé, mñ - el niño secó un poco sus lágrimas y recibió la mano de Wonwoo para levantarse.

El pequeño Wonwoo quedó atónito.
Ese niño era muy alto, demasiado.

El desconocido levantó su bicicleta, sacudió un poco su ropa y le tendió la mano a Wonwoo; en forma de saludo y presentación.

- Soy MinGyu, mucho gusto - el más alto sonrió y esperó a que Wonwoo devolviera su saludo.

Y así lo hizo.

El más bajo sostuvo la mano de MinGyu con delicadeza mientras le devolvía la sonrisa.

- Jeon Wonwoo, el gusto es mío. - Wonwoo rió. Siempre había querido decir esa frase; desde que escuchó a su papá decirla a otros adultos. Además, en cierto modo, al ser este nuevo muchacho muy guapo, la frase "el gusto es mío" quedaba a la perfección.

Wonwoo suspiró pesadamente con una sonrisa melancolica.

Se rindió.
Ya no podría dormir.

Se levantó de su cama, y salió de su habitación para ir a un pequeño balcón que había en el mismo segundo piso.

Cuando estuvo ahí, tuvo una vista privilegiada de la misma calle en la que la bicicleta de MinGyu había fallado; justo frente a la misma casa en la que el mayor aún residía.

Se sentó en la orilla del balcón, con los pies colgando hacia la nada; repitiéndose una y otra vez la misma frase que le había dicho muchas veces su madre.

"No necesitas lo que dejaste en el pasado."

Es frase era una cruel mentira.
Él sí necesitaba a MinGyu, lo necesitaba como un adicto necesita su droga.
Pero el moreno se había ido.
Como también todas las cosas que juntos habían hecho.

El frío aire que caracterizaba las noches de Seúl le golpeó en la cara, haciendo que Wonwoo cerrara los ojos.

Quería olvidarlo todo.
Todo lo que tenía que ver con MinGyu.

Quería no poder recordar nada.
Deseaba con su alma liberarse de el dolor que se instalaba en su pecho al recordar las pequeñas grandes cosas que hicieron mientras aún eran pareja.

Quería olvidar la manera que la que se sentía dormir junto a él, quería olvidar esa estúpida pero preciosa sensación.

Los recuerdos lo apresaban como cadenas.
Como si fuera prisionero de algo que él mismo había creado.

No podía escapar de toda esa mierda, pues al fin y al cabo, era él mismo quien siempre terminaba recordandolo.

Y en medio del silencio de la noche, a penas audible, un susurro escapó de los labios de Wonwoo.

" Desearía tener amnesia."

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