Capítulo 2: Campamento Targon

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Jinx se pone una pamela tras bajarse tranquilamente del autobús. Ha insistido en llevar puesto el bañador durante el camino. Los colores chillones de su bikini solo los suaviza el fino pareo que ondula con la brisa.

—Vale, empollonas —suspira—. Yo voy a buscar la piscina. Hora de hacer bombas.

—Es un lago —la corrige Poppy, observando cómo el conductor del autobús descarga nuestro equipaje sobre una zona de hierba.

—Lo que tú digas, tapón. —Jinx coge un bolso con estrellas pintadas a mano y unas pistolas extremadamente grandes de encima del montón. Cuando pasa por delante de Lulu, Jinx la tira del lazo de mariposa verde azulado del pelo—. Hasta luego, Lups.

Miro a Poppy.

—No se refiere a explosivos de verdad, ¿no?

Poppy se encoge de hombros.

—¿De verdad crees que se lo callaría si fuera así?

Estoy a punto de llamar a Jinx para insistirle en que se quede con el grupo cuando escucho un gemido detrás de mí. Observo cómo el conductor saca la última maleta con los brazos temblando del esfuerzo. La bolsa de deporte azul es casi tan grande como Poppy. Ella lo observa atentamente, dando golpecitos impacientemente con el pie en la hierba seca. Él coloca la bolsa en el suelo con un gruñido.

—¿Qué llevas ahí dentro, chica? ¿Piedras?

—No. —Poppy se adelanta, agarra la bolsa por las asas, y se la lleva a los hombros con facilidad. Le lanza una sonrisa de satisfacción al conductor—. Un martillo.

Poppy me lanza la misma sonrisa, seguro que recordando el reto que les propuse a todas antes de salir: que hemos venido aquí a integrarnos y a pasar al rato. A ser normales. Ella agarra el mango de la maleta con ruedas que Jinx se ha olvidado y le da un pequeño codazo a Lulu.

—Vamos, Lulu. Nuestro campamento no se va a montar solo —dice alegremente.

Lulu asiente, tarareando una canción de la que solo ella conoce la melodía. Revolotea de flor silvestre a piña a piedrecita, maravillada con cada tesoro que el campamento le ofrece mientras Poppy mantiene su marcha diligente por el camino.

El autobús se vuelve a poner en marcha y sale por la carretera. Lo observo hasta que desaparece tras un montón de rocas y árboles.

—Ya no hay vuelta atrás, ¿eh, Janna? —Solo escucho una brisa entre los pinos. Me doy la vuelta lentamente. Los últimos rezagados del autobús ya van por la mitad de camino al campamento. La parada de bus está vacía—. ¿Janna?

Al final encuentro a Janna de pie sobre una roca redondeada de granito que está hundida en el barro. Me está dando la espalda. Está de brazos cruzados y los rizos de su pelo lavanda se agitan con la invisible brisa.

—¿Janna?

Dejo mi mochila en la hierba y trepo hasta llegar a ella. En el valle bajo nuestros pies veo el trajín de los otros campistas y de los equipos estableciéndose. Entre los árboles veo el brillo resplandeciente del lago Lunari. Apuesto a que Jinx ya se ha zambullido. Siento que una sonrisa se forma en mi cara cuando me pregunto si sabe que el lago proviene de nieve derretida.

Pero Janna no mira nada de eso. Es tan alta. Aparto los ojos del sol y levanto la vista durante unos minutos, esforzándome por ver lo que ella ve. Es otro cielo azul penetrante de verano, vacío salvo por el escarpado Monte Targon y unas cuantas nubes. Mi codo roza su brazo cuando cambio de postura.

Janna alza la vista sorprendida.

—Oh. Hola —dice ella, como si no hubiese estado a su lado durante los últimos cinco minutos. Sonríe, pero puedo ver que sigue preocupada por lo que sea que le ha estado preocupando. Dirige la vista hacia donde nos ha dejado el autobús—. ¿Adónde ha ido todo el mundo?

—Guau. —Sacudo la cabeza—. Es verdad que estás en otra parte, ¿eh? —Vuelvo a mirar al contorno gris y violeta del Monte Targon, enmarcado por un borde de pinos. Todavía hay nieve en la cima, a pesar de estar a finales de verano.

Janna se frota los hombros y coge aire, como si de pronto tuviese frío. Ni siquiera hace una pizca de frío. El cielo despejado y el sol hacen que quisiera haberle hecho caso a Jinx y haberme puesto bañador y pantalones cortos. Me abanico con la inscripción del campamento.

—Deberíamos ir yendo —dice Janna, estirando sus largas piernas y bajando de la roca como si flotase. Vuelve a mirarme mientras bajo de la roca. Su sonrisa se desvanece cuando vuelve a mirar al cielo—. Se avecina tormenta.

—¿Qué? —Intento mirar al cielo, pero me resbalo por la grava suelta y la redondez de la roca. Demasiadas cosas a la vez, como de costumbre. Caigo con el trasero en el polvo y la roca me raspa la parte de atrás de las piernas.

—Auch. —Me encojo de dolor por el arañazo. Justo lo que necesitaba. Lulu, Poppy y Jinx haciendo de las suyas por el campamento. Janna como si estuviera en otro planeta. Y ahora su intrépida líder va a acabar consigo misma.

—Perfecto —murmullo mientras me froto la cara.

Una brisa fresca alcanza al pelo húmedo de mi nuca. Miro a Janna, que me tiende la mano.

—Nah —digo. Consigo esbozar una sonrisa—. Estoy bien. Recuerda, nada de poderes mientras estamos aquí.

Janna se encoge de hombros.

—Entonces será mejor que te andes con cuidado, solo tenemos una líder —dice ella. Me mira y estoy segura de que puede escuchar la duda que resuena en mi cabeza. Se gira hacia el camino mientras me levanto—. Démonos prisa —dice por encima del hombro—. Estaríamos perdidas sin ti.

Dejo escapar el aire que he estado guardando. Eso es lo que temo.

☆ Lluvia de estrellas. ☆ [Star guardian Fanfic] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora