capitulo 15

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La lluvia comenzó a amainar una hora después, mientras Camila entraba en una bien iluminada estación de servicio en Guerneville, donde tenía que reponer de nuevo gasolina. Cuando se giró para recolocar la boquilla en el depósito, le pareció percibir algo por el rabillo del ojo, por lo que miró hacia la carretera, pero estaba vacía. Pasaban algunos coches, pero todos se perdían en la oscuridad de la noche. Se sentía incómoda, a la par que hambrienta y malhumorada.

La comida basura hacía tiempo que se había consumido y los niveles de azúcar en su sangre se habían desplomado. «Qué mejor que una lugareña para recomendarme algún buen lugar», se dijo, mientras miraba a la que atendía en la tienda, una mujer regordeta con el pelo corto de color ceniciento, que estaba sentada dentro sonriéndola; así que Camila le devolvió la sonrisa y entró.

Hola. Necesito la llave del baño, así como algún consejo de dónde cenar. Mi amiga me ha recomendado el área de Lakewood. ¿Vale la pena?_La mujer amplió aún más su sonrisa.

Sí, no está mal. También tienen cuartos bastante decentes. E incluso un bar con discoteca. ¿Le gusta bailar?

—No sin mi amiga; es que es muy buena bailarina._ «Toma ya. Creo que con esto ya he respondido a su pregunta.» La mujer le tendió la mano y se presentó: se llamaba Deanna y era la propietaria del negocio.

Pues es que suelen acudir ahí bailarinas muy buenas; y creo que te van a caer un montón de invitaciones. Dime, ¿tú y tu amiga vais en serio?_ Camila descubrió que se sentía bien hablando de Lauren.

Mucho.

—¿Y se parece a ti?

—¡Oh, no! Está tan buena que quita el hipo.

—Ajá... ¿y se supone que tú no?_ La mujer simplemente bromeaba; no estaba flirteando y a Camila le apetecía hablar con alguien, aunque solo fuera un minuto.

No tanto como ella. Ahora mismo vuelvo._ Tras pasar por el baño, mientras Camila firmaba la nota de la tarjeta, la mujer le hizo una propuesta:

Escucha, acabo mi turno dentro de una hora. ¿Te parece si me doy un garbeo hasta donde estés y te invito a una copa? A esas alturas, necesitarás un poco de ayuda para quitarte a las rapaces de encima...

—¿Perdón?

—Las rapaces: mujeres a la caza; son despiadadas. Y tú, cariño, sin duda, pareces una buena presa..._ Camila lanzó una carcajada y se sonrojó.

Bueno, en realidad debería llegar a la costa esta misma noche. Pero si, por lo que sea, al final decido quedarme, me encantaría invitarte yo a una copa. Y gracias por la información, has sido muy amable. Me llamo Camila.

—Trato hecho, Camila. Hasta luego... si es que nos vemos._ Volvieron a estrecharse las manos y Camila se marchó.

Al llegar al área de Lakewood, el aparcamiento estaba casi lleno. Como no le apetecía dejar el Audi fuera, en la oscuridad, se sintió aliviada cuando descubrió que tenían una especie de servicio de aparcacoches. Cuando se acercó, fue recibida por una persona de sexo indefinible y por lo menos tan alta como Lauren.

Hola. Necesito dejar el coche cerca y a la vista; es que creo que me están siguiendo. ¿Puedes vigilármelo un poco? Vuelvo en menos de una hora —dijo, tendiéndole un billete de cincuenta. Lo aceptó con una gran sonrisa.

Eso está hecho. ¿Se trata de un perseguidor o de una perseguidora?_ Su ronco tono de voz tampoco aclaraba mucho sobre su género.

Operación furor de tormenta (Camren) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora