—Hey, te tengo una noticia, ven a mi casa de inmediato. —Escuché la voz de mi amigo al contestar el teléfono.
—¿Que tan necesario es? —Dije mientras bostezaba aún sin querer levantarme de la cama.
—Hay nuevas chica en el barrio ¿lo sabías?, fueron las que se mudaron al lado de mi casa... bueno, hay dos y una de ellas está buenisima, además desde el segundo piso de mi casa me da la vista perfecta ¿te unes a la cacería?.
—Se escucha muy necesario, dame un minuto y estoy allá...
De un brinco me levanté y fui al baño a ducharme, me puse la mejor ropa que tenía en el armario y caminé un par de cuadras hasta llegar a donde quizás podría conseguir una nueva novia después de casi dos años.
—Ven, ven. —Dijo Samuel «a quien le conocíamos cómo Sam» casi susurrando saliendo de su habitación para entrar de nuevo en ella. —Mira. —Me señaló de una forma disimulada hacia las nuevas vecinas a través de la ventana.
Después de subir las escaleras con buenas expectativas, pasé a su habitación para mirar al costado de la casa encontrándome con lo que parecía ser dos adolescentes hablando entre sí en una esquina de su patio.
—Eres un cerdo... en serio. —Dije quitando la mirada rápidamente para mirarle a él. —Son niñas ¿cuantos años tienen?, ¿doce o trece?
—Una tiene quince y la otra si tiene trece. —Hizo un silencio mientras escabullía su mirada por la ventana de la habitación. — ¡PERO LA DE TRECE ES LA QUE ESTÁ GENIAL!
—Eres un asalta cunas, me avergüenzo de ser tu amigo. —Me acosté en su cama e intenté colocar música en el teléfono.
Posó sus brazos en el marco de la ventana y miraba de forma que no notaran que les observaba.
—Ven para acá y dime si la de trece no es bastante linda. —Me guió con su mirada para que yo mirase.
—No me pienso levantar de aquí... —Seguí con el teléfono.
— ¡NOOO! —Exclamó en baja voz.
— ¿Qué Pasó? —Pregunté.
—Mira rápido, aprovecha que esto no es de todos los días. —Puso una mano sobre su rostro fingiendo que ignoraba la situación presente.
—Hombre tengo que ser para dejarme llevar por el instinto carnal... —Me excusé.
—A ver pues que es lo que es. —Me levanté de la cama y puse la mirada de forma directa hacia donde las recién conocidas estaban conversando.
En efecto era inevitable pensar que a pesar de su tan corta edad era muy atractiva.
—No lo niego, está... —Le miré y le alcé las cejas. —Chévere. —Miré de nuevo pero con intención de fijarme en la que la acompañaba.
—En cambio la otra... le falta, a pesar de que sean hermanas no tienen mucho parecido físico.
Aunque no era lo que esperaba no dejaba de mirarle.
— ¿Cuáles son sus nombres? —Pregunté curioso.
—La que está buenisima es la menor y se llama Daniela, la mayor que es la flaca, esa se llama Mariam si no mal recuerdo.
—Pues tendré que verlas de cerca, sin embargo Daniela... —Sam alzó la voz interrumpiendo.
— ¡Esa es mía!
—Toda tuya loco... al menos la otra tiene quince. —Alcé los hombros.
—Tú tienes veintiuno, yo tengo dieciocho, así que técnicamente es relativo. —Dijo queriendo parecer desinteresado.
ESTÁS LEYENDO
Zarah-Un Último Sentimiento
Teen FictionÉl, un joven no más diferente que cualquier otro. Soñador y muy enamoradizo, aunque eso había cambiado mucho después de su última relación. Había tenido muchas decepciones amorosas, era comprensible que tuviera miedo a amar de nuevo, razón por la qu...