Amaneció.
El sol salió y cada vez más a menudo pensaba en Mariam. Ella expresaba un poco de encanto y otro poco más de dulzura, un "algo" que muchos caballeros buscan y muy pocos encuentran.
Era lunes, motivo por el cual yo tenía clases en la universidad. Todo parecía tan fantástico que incluso le llegué a hablarle de ella a mi mejor amiga.
—¿Te enamoraste de una niña?, ¿es en serio? —Me dice mientras conversábamos en el comedor universitario.
—Oye, de enamorarme precisamente no, pero me llama la atención, creo.
—A veces me das pena. —Me respondió mientras cubría sus ojos con la mano derecha apoyando su codo sobre la mesa.
—Igual me vas a seguir queriendo, admítelo. —Le dije mientras llevaba la cucharilla a mi boca.
—Pues sí, tienes razón que es lo peor del caso, solo ten cuidado no quiero que te vuelvan a lastimar. —Sonríe ligeramente mientras me da un pellizco suave en la mejilla.
—Hoy la veré en la noche, mañana te digo que tal me fue. —Le respondí.
—Bueno Romeo, espero que encuentres a tu tan anhelada Julieta. —Me hace un liguero guiño. —Y traga
primero antes de hablar, a veces no sé dónde dejas lo de ser cortés y elegante que es lo único que medio te hace ver simpático. —Me dice fastidiada.—¿Me estás diciendo feo verdad?, a mí, al chico que más te quiere, ¿a mi? ¿me dices que soy feo? —Pregunté entre seriedad e ironía.
—Sí, y por eso no tienes novia. —Me responde tranquilamente mientras sigue comiendo.
Eso fue bastante cruel para ser honesto, pero allí quedó la corta conversación de ése día o al menos la parte importante.
Todo transcurrió en su respectivo orden. Tareas pendientes, clases tediosas y tiempo libre para esperar la ruta estudiantil que salía a las 6:40 Pm.
Tras llegar a casa, poco después de las 7:30 Pm, no tardé mucho en volver a salir para donde mi corazón llamaba.
Esperaba verla y así fue. Estaba hablando con su hermana, y al verme alza su mano batiéndola en el aire a su vez que se dirigía a la salida viniendo a mi encuentro.
— ¿Cómo estás? —Pregunté mientras caminaba hacia ella deteniendo el tiempo para detallarla. Era muy sencilla, delgada, de cabellera negra un poco ondulada, las facciones de su rostro bien definidas, trigueña de piel, de aproximadamente 1,60 cm de altura, ojos oscuros y un timbre de voz aguda.
—Bien, extrañándola. —Le dije mientras la miraba con terneza.
— ¿Si? ¿y eso por qué?
—No lo sé, solo la extrañaba y ya. —Me miró por unos instantes y enseguida me quitó la mirada. La pude sentir algo tímida.
—Mira que si eres mentiroso. —Responde mientras cruza los brazos.
—Claro que no, pitufita, no puedo mentir, no al menos sin una fuerte necesidad. —Acoté.
Llega Franco y Sam. Tras saludar ambos en continuidad pasan uno tras otro a ver a Daniela, podía notar la atracción de ambos por ella; la actitud de algunos hombres no dejan otra cosa que pensar excepto que en verdad venimos de los animales. Y pese a cómo fuera, a ésos dos animales los consideraba mis amigos.
Mariam y yo cada vez hablábamos más y más, un tema llevaba a otro haciendo que la unión entre ambos se acentuara cada minuto. El tiempo pasó en tropel acortando el sentimiento de comodidad a su lado.
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Zarah-Un Último Sentimiento
Teen FictionÉl, un joven no más diferente que cualquier otro. Soñador y muy enamoradizo, aunque eso había cambiado mucho después de su última relación. Había tenido muchas decepciones amorosas, era comprensible que tuviera miedo a amar de nuevo, razón por la qu...