Mi Amado Joven Amo.

III. Confesion

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💙 CAP 3

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Narrador: Sebastian

Desde hace unas semanas atrás me sentía extraño, cada vez que me acercaba a mi Amo mi corazón comenzaba a latir muy rápido, me ponía nervioso, sin darme cuenta comencé a ser más cariñoso y atento con el, días después me di cuenta de lo que tenía, estaba enamorado de el, de su tierna sonrísa, de sus hermoso ojos, de su suave piel, de sus cabellos suaves y azules, me enamoré de todo su ser, y hoy voy a decir todo lo que siento por el, no me importa que no me quiera ver, debo dejar en claro estos sentimientos por el.

Me levanté del sofá donde estaba acostado, dejé el libro en su lugar y salí de la biblioteca caminando en dirección a la habitación de mi Maestro, al llegar estaba a punto de abrir la puerta pero me detuve, escuche mi nombre entre gemidos y jadeos dentro de la habitación, me quedé helado al escuchar eso, abrí lentamente la puerta y solo un poco lo suficiente para que pudiera ver sin que el me notará.

-¿Q-Que..? -No podía creer lo que estaba observando dentro de la habitación, era nada más ni nada menos que mi Amo recostando en su cama y masturbandose pensando en mí, lo supe enseguida al escuchar como decía mi nombre con desesperación y lujuria.

-Mmm~ Sebas.. Sebastián~ -Ese era él seguía masturbandose cada vez más rápido y duro, seguir así por un buen rato hasta que se corrió en sus manos.

- Joven Amo... usted.. -Estaba totalmente sorprendido, no podía creer aquello que había visto, nunca pensó ver a su Amo, aquella persona tan responsable realizando tal acto como ese, sin querer resbale un poco por la impresión y entre dentro de la habitación donde estaba el.

-¿Sebastián? -Dijo el totalmente sorprendido y avergonzado, tomo una almohada y tapo su entrepierna para que no quedará a la vista.

-Joven Amo.. ¿Que estaba haciendo...? -Savia perfectamente que él estaba enojado conmigo pero eso era lo que menos me importaba, quería saber el por qué había echo eso, ¿Acaso yo le gustaba? ¿Por que se masturbaba y gemía mi nombre?.

-¡Sebastian! ¡¿Que estabas haciendo hay?! ¿Me estabas espiando? -En su miraba se observaba enojó, furia, pero sobre todo miedo, su pequeño cuerpo estaba temblando.

-N-No, yo.. -La verdad no sabía que decir, recobre mi postura y camine acercándome lentamente a él, lo observe fijamente y atento, estaba totalmente desnudo, él se sonrojo, era tan hermoso, tan lindo, no podía aguantar ni un minuto más, mi cuerpo se lanzó sobre el y lo abraze con cariño.

-¿Sebastián..? -Dijo el sorprendido por lo que acababa de hacer, al principio se quedó sin hacer nada pero después poco a poco correspondió a mi abrazo, sus ojos se pusieron cristalinos y salieron lágrimas de ellos- Sebastián, siento mucho haberte tratado tan mal..

-Eso no importa, yo.. solo quiero estar a su lado. -Sentia sus cálidas lágrimas caer sobre mi hombro, lo seguía abrazando con más fuerza y cariño, no lo quería dejar ir, no de nuevo.

-¿Tu.. me perdonas? -Alzo la mirada y me miro aún con lágrimas en sus ojos, formó una tierna sonrisa en su rostro sin soltarme abrazándome igual de fuerte que yo, se acercó más a mi de forma que nuestros labios quedaban a pocos centimetros.

-Por supuesto que lo perdono. -Me acerque lentamente y pegue mis labios a los suyos, eran tal y como pensaba, exquisitamente deliciosos, nunca había probado otros iguales a esos, cerré los ojos y lo seguía abrazando de la cintura y  cada vez más lo pagaba a mi.

-Yo.. -Fue interrumpido por mi beso, al principio no correspondió por la sorpresa pero poco a poco lo hizo, correspondía a ese beso apasionado, cerró sus ojos y me abrazó del cuello, cada vez el beso de hacia más profundo, pegabamos nuestros labios con fuerza y deseo.

Ambos nos dejamos llevar por la pasión y lujuria, el deseo y sobre todo el amor. Esa misma noche nos entregamos mutuamente, cuerpo a cuerpo, la habitación en cuestión de segundos se llenó de dulces gemidos y jadeos provenientes de mi haora Amado Conde mezclados por el placer y dolor, rodamos como locos en la cama, juntos saciabamos las ganas, las ganas de hacer el amor, sus gemidos me excitaban cada vez más. Al fin mi sueño se había vuelto realidad, mi deseo de había cumplido, el deseo de hacerlo mío y demostrarle el amor que le tenía, después de un rato ambos nos corrimos y caímos agotados sobre la cama, por fin le avía quitado la virginidad a mi hermoso y preciado Ciel.