<Mierda mierda mierda, esto no está pasando> me decía a mi misma a cada metro cuadrado que recorría de esa casa de ensueño. Era grande pero no extremadamente grande, conciderando su fortuna esperaba que tuviera muchas mas habitaciones innecesarias. Tenía lo justo: un salon tan amplio como para hacer un baile a la antigua, un comedor con una gran mesa de vidrio junto a un ventanal q daba a los jardines, una sala de estar, una cocina amplia y lijosa, 4 habitaciones gigantes con un baño cada una (no entre por lo cual no pude apreciarlas mejor), un gimnasio, una oficina y una sala de reuniones. No tenía salones de más. Eso sí, los que tenía eran grandísimos y hermosos, repletos de mueblería bellísima e impecable. Estaba decorado con moderados adornos y fotografías, en su mayoría de su padre en diferentes juntas, cirugías, reportajes o viajes a través del mundo. También había muchos reconocimientos a nombre de Luis Francisco Leloir, cómo no, al parecer ese hombre tenía mucho amor propio, la casa era como un altar a su persona. En cambio, solo pude ver algunas fotos de su hijo, en las cuales no aparecía su madre por ningún lado, excepto en unas que vi al pasar por un pasillo que daba a las habitaciones. No me detuve a verlas, pero les di una buena ojeada al pasar, siendo lo más disimulada posible para que Javier no se diera cuenta. En las fotos se veía a los tres, unos 6 o 7 años antes,: una mujer increíblemente bella, rubia y de ojos claros al igual que su hijo; un hombre sonriente y con la frente en alto, también super apuesto; y un niño que parecía tener unos 14 o 15 años. No pude verlo bien, pero en definitiva se veía radiante, feliz y hermoso. Eran como la familia perfecta, sacada de un comercial de televisión.
Al finalizar el recorrido por el interior de la casa, el cual estuvo repleto asombro por mi parte y de risas por el suyo, Javier me llevó a recorrer el exterior. Si lo de dentro me sorprendió, lo de fuera ni se le comparaba. Tenía un gran parque cubierto de pasto brillante, que parecía cortado con regla. El pasto se interrumpía con una arboleda a lo legos, algunos árboles esparcidos por el terreno que brindaban pequeños espacios de sombra y una gran zona recubierta por madera reluciente. En medio de la madera había una gran pileta rodeada de sillones, reposeras, sombrillas y una especie de pequeño bar detrás, todo combinado. Además había un quincho con parrilla, que en nuestro país no puede faltar, y una estructura cerca de la pileta también de madera. Estos, al igual que la pileta, estaban conectados con la casa por angostas caminos de piedra que atravesaban el pastizal y que estaban bordeados con pequeños arbustos floreados. Sobre la zona de madera habían cables con focos que se cruzaban por encima. Era bellísimo. El reflejo del sol del atardecer de las 5 en el agua lo hacía parecer aún más irreal, como una postal.
Me quede con la boca abierta, otra vez.-¿Encerio? ¡Tiene que ser broma!
-Es la quinta vez que decís eso...
-Y pienso seguir repitiendo lo. ¿Qué se siente haber vivido desde siempre, rodeado de lujos?- pregunté aún alucinando por lo que estaba viendo.
-Aburre después de un tiempo-Me dijo mientras caminábamos por el sendero hasta la zona de la pileta-.
-Ja, seguro, me imagino lo mal que la debes pasar-dije con mi habitual sarcasmo-. Ahora lo entiendo todo.
-¿El que?
-Nada nada, pienso en vos alta- dije eludiendo la verdad, todo eso me decía claramente quién era Javier. Nos acercamos a la pileta y caminamos por la zona de madera, a unos metros del borde de esta. Javier se apartó para ir a la barra del minibar y sirvió algo.
-Mentis muy mal, es el primer defecto que te encuentro princesa.
-¡Mentira! Además no debe ser el primero: soy egocéntrica, ingerida, antipática, directa, cínica, sarcástica, tengo complejo de superioridad, creo que lo sé todo y no me importa decirlo, soy rencorosa, no me callo nada ¿sigo?
-Te faltó prejuiciosa - me dice molestándote.
-No los soy, soy observadora y sacó suposiciones a partir de lo que veo, y nunca me equivoco- dije testaruda-. Mirá, ahí lo tenés bien claro: me creo Einstein y que jamás me equivocop.
-Si así fuese no lo dirías, si creyeses que jamás te equivocas no lo tomarías como un defecto, al igual que ser directa, si tuvieses complejo de superioridad dirías que sos superior como algo bueno.
-O quizá me conozco lo suficiente como para reconocerlo y simplemente admito lo que soy... y tenes razón, no los creo defectos pero los demás sí -dije al la vez que él dejaba dos vasos en una mesa y me miraba sonriente.
-Tampoco los considero defectos, ¿Quién podría reconocerte sin esa cara de amargada y esos comentarios sarcásticos que te hacen ser tan... vos?-me dice bromeando- ¿Y que hay de mi?
-¿Qué hay de vos? Bueno... sos el típico modelo de niño rico consentido salido de revista que tiene al mundo a sus pies, no estoy segura de que tengas defectos, por lo menos no de acuerdo a los criterios de la sociedad en general-le cambió la cara, ahora me miraba desafiante-.
-¿Niño rico consentido? Vas a arrepentirte por eso-me dijo con una sonrisa diabólica. Entonces se movió, tan rápido que no me dio tiempo a reaccionar, un segundo estaba allí y al otro venía corriendo en mi dirección.
Me tackleó abrazándome por la cintura y haciéndome caer, con él sobre mi, a la pileta. Ambos caímos y yo no tuve tiempo ni de respirar. Al impactar contra el agua me solté de su agarre y saque la cabeza para tomar una bocanada de aire y toser por el agua que había tragado. Al mismo tiempo el soltó una carcajada la cual callé tirándole agua en la cara. Él no podía parar de reír ante mi cara de enojo y yo no lo dejaba respirar de tanto agua que le tiraba, mientras soltaba una amplia gama de insultos. Genial, estaba a kilómetros del departamento completamente empapada. El celular estaba junto a mis libros en mi mochila, que por suerte dejé en el auto. Aún quejándome salí de la pileta chorreando agua y me dirigí a una reposera, rogando que el sol milagrosamente me secara. La verdad es que el chapuzón no me vino mal considerando el calor que hacía en ese típico día de verano, pero eso no cambia en echo de que no estaba en mis planes caer con ropa a la pileta de un total desconocido que creyó que había confianza suficiente. Imbécil.
Con el ceño fruncido y aún con su risa de fondo me saqué los lentes, la remera y las zapatillas, quedando solo con el short y la parte de arriba de mi ropa interior, los deje secándose y me acosté al sol. Él aún estaba en la pileta, agarrado al borde más cercano a mi.-Sos un estúpido, la risita no te va a durar mucho.
-Por ver esa cara valió la pena-Me dice clavando la vista en mi, yo se la devuelvo enfadada. Sale de la pileta y se acerca a mi-. No es para tanto, en agua no mata.
-Deciles eso a los que mueren ahogados a ver que piensan.
-No morirás ahogada. Podrías agregar dramática a tu lista de "defectos que no concideras defectos"-me responde riendo mientras se sienta en la reposera de al lado y me pasa el vaso que estaba antes en la mesa. Yo también me reí ante su comentario, no lo puede evitar-. Pareces otra persona cuando sonreís.
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Amor ficticio
Fiksi RemajaMicaela piensa que el amor solo existe en los libros, que es solo una ilusión, una fantasía, que el único amor verdadero es el de la familia. Pero al expresar su posición en la clase de filosofía, recibe réplicas de algunos alumnos que argumentan lo...