Quizás fue...

Parte 15.

¿Y si morimos por vivir? Hay muertos vivos y quiénes viven muertos. No sé si los muertos vivos los matamos nosotros mismos o... es que los queremos muertos, y los que viven muertos... joder, ojalá poder revivirlos. Ojalá volver a oler su aroma, a oír sus chistes aunque sean sin gracia, ojalá la vida no se basara en extrañar y olvidar, porque al fin y al cabo, es eso.
Extrañamos,
extrañamos,
extrañamos...
hasta que no podemos más y olvidamos sin más remedio, matamos lo que nos hace sentir vivos, ¿irónico? Quizás. O puede que se llame miedo.
Miedo a morir por algo que nutre por dentro, que te hace ser feliz con sólo una razón y es por esa persona, por la cual darías tu vida porque él fuera inmortal.
Llegaste por una casualidad, y por una casualidad te fuiste. 

Lo más doloroso de la vida, es irse siendo querido, por todo lo que dejas atrás, por recuerdos, momentos que te han marcado, hecho más fuerte, por esa persona que te hizo ser más tú, forjar tu carácter, tu vida, a ti.

Te sostenía sin tú saberlo, te mantenía con vida o más bien te la daba.

Tú me hiciste ser esta persona que soy hoy, mi personalidad puede que no sea la mejor, ni la más acertada, pero en esto me convertí desde que tus brazos ya no están alrededor de mi cuello.

Y no sé si lo que más me duele es el que te hayas ido o lo bien que estoy desde que no estás.
Te fuiste y es tan fácil decir adiós... y mira que a ti no pude ni decírtelo ni una sola vez.
Ojalá me equivocara y no fueras único, ojalá más personas fueran como tú y me hicieran sentir incluso mejor que cuando me abrazabas.

Y sé que soy fuerte porque cuando te recuerdo no derramo ni una lágrima, y no es porque no duela, sino porque es algo vivido que me ha dado experiencia en lo que me iba a acabar enfrentando tarde o temprano y me alegra porque lo viví contigo, y eso es lo bueno que saco de esta desgracia de perderte.