Capítulo III

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«Lo gritaste bien alto, 
pero no puedo oír una palabra de lo que dices.
Estoy hablando en voz alta, sin decir mucho.
Soy criticada, pero todas tus balas rebotan.
Me derribas, pero me levanto.»

🌹

La pequeña carta dice así:

"Querida Pandora:
Te preguntarás quién soy, qué ha ocurrido esta mañana y por qué te escribo esto. Tan sólo puedo decirte que a su debido tiempo lo sabrás todo pequeña. Dentro de poco nos volveremos a ver, y para ese entonces espero que lleves el colgante que hay en el sobre.
Pd.: "La luna está muerta, muerta;
Pero resucita en la primavera".

Te quiere,

A".

Al terminar de leerla no pude evitar que las lágrimas rodaran por mi cara. Esa pequeña frase del final era parte de un poema que mi padre solía recitarme de pequeña al irme a dormir. Se llama Dos lunas de tarde de Federico García Lorca.

*Flashback*

Me meto en la cama y espero a que mi papá venga. Veo que entra y esta vez no busca el libro, puede que sea porque se lo sabe de memoria.

—Papi vengaa—me desespero mientras se sienta en mi cama.

—Siempre tan desesperada pequeña—me arropa bien y hasta que no está satisfecho no comienza el poema— "La luna está muerta, muerta;
pero resucita en la primavera.
Cuando en la frente de los chopos
se rice el viento del sur.
Cuando den nuestros corazones
su cosecha de suspiros.
Cuando se pongan los tejados
sus sombreritos de yerba.
La luna está muerta, muerta;
pero resucita en la primavera".

—Me encanta papá, buenas noches—le abrazo y me corresponde, me siento tan segura en sus brazos.

—Prométeme que lo vas a recordar siempre, Pandora—susurra.

—Te lo prometo papi, te quiero.

—Yo más, pequeña—deja de abrazarme y se va de la habitación, apagando la luz. Mientras, yo cierro los ojos y caigo en un profundo sueño.

*Fin flashback*

Cuando me levanté al día siguiente, no lo volví a ver. Hacen ya doce años de aquello y nunca supe nada, hasta el día de hoy. La verdad, nunca imaginé que detrás de aquello estuviera, precisamente, él.

Cuando me doy cuenta de la hora que es, me sorprendo, son ya las 6:07 y he quedado con Sar a las 7 en su casa. Así, nos preparamos, cenamos y vamos juntas al Savage, un club que acaban de abrir y en donde hemos quedado con más amigos para celebrar mi mayoría de edad.

Oigo que alguien llama a la puerta y bajo. La abro y...¡¿qué hace él aquí?!

—Tenemos que hablar Chris.

—Tú y yo no tenemos nada de lo que hablar Adam—voy a cerrar la puerta cuando un pie se interpone.

—Por favor—me mira con sus preciosos ojos grises, suplicantes, y no puedo resistirme.

—Dos minutos Lodge—entro y me voy hacia el sofá, sé que no va a tener problema en encontrarme, ya que se sabe mi casa de una punta a otra. Siento que el asiento se hunde a mi lado y suspira.

—No pensé que volvería a estar aquí...

—Ni yo, es más, aún no sé qué haces aquí.

—Me arrepiento muchísimo de lo que hice Chris. No quiero perderte, se que fui un gilipollas y me cegué demasiado con Clara. No creí lo que me dijiste y al final...tenías razón. Clara me ha estado engañando todo este tiempo. Te aparté de mí de la peor manera y no sabes lo estúpido que me siento en este momento—veo que le cae una lágrima y no puedo evitar secarla—por favor perdóname por haberte tratado tan mal aquel día...

¿No os enteráis de nada, verdad? Os pongo en situación: Adam es amigo mío desde la infancia; hace unos meses conoció a una chica, Clara, ella lo cautivó completamente y parecía buena persona, hasta aquel día. La pillé besando a un jugador del equipo del instituto, ella me suplicó que no le dijera nada a Adam, pero me dolió que le hiciera eso a mi amigo y, esa misma tarde, se lo conté. Él estaba tan ciego, que no me creyó, incluso estuvimos peleando a gritos durante una hora hasta que me echó de su casa. Hemos estado sin hablarnos estos cuatro meses desde que sucedió, nunca me sentí tan mal después de lo de mi padre.

—No lo sé Ad...—vi que sonreía.

—Me has llamado Ad—sus ojos brillaron cuando me contagió la sonrisa—por favor Chris...si en verdad...lo estás deseando—puso esa expresión de pillo que conozco tan bien y supe su siguiente paso.

Salí corriendo escaleras arriba hacia mi habitación y me escondí debajo de la cama.

—Sé que estás aquí—canturreó mientras se acercaba cada vez más. De pronto siento que me cogen de los pies y me arrastran hasta sacarme de ahí—te pillé—me giró y empezó a hacerme cosquillas.

—JAJAJAJAJA Ad pa-para JAJAJAJAJAJAJAJA me va-as a a-ahogar—dije respirando con dificultad. Paró de hacerme cosquillas. Cuando abrí los ojos, me percaté de que estábamos muy cerca, tanto que, si me movía unos centímetros, chocaríamos nuestras narices.

Solo se escuchaban nuestras agitadas respiraciones. Se acercó un poco más a mí, yo puse mis manos en su nuca y cuando íbamos a besarnos, oímos que la puerta principal se abría.

—¡Ya estoy en casa!—nos separamos rápidamente y colocamos bien nuestra ropa. Me peiné un poco y me sonrojé por lo que acababa de suceder. ¡Había estado a punto de besarle! ¿Dónde tenía la cabeza?

🌹

Canción: Sit still look pretty–Daya.

Pandora ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora