Capítulo 1.

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Estoy decidida a asistir a esa fiesta y nadie me lo va a poder prohibir

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Estoy decidida a asistir a esa fiesta y nadie me lo va a poder prohibir. 

Bueno...es verdad que lo que hice no fue muy inteligente, pero... ¡Por amor a Dios, no era para tanto! Fue simplemente una pequeña broma a la profesora de Matemáticas. Una bromita inocente... que puede que haya terminando no muy bien pero.. ¡agh!A mi hermano le encanta exagerar sobre prácticamente todo. 

Se supone que no debería ir a esa fiesta porque estoy castigada, blah, bla, blah.  Pero él también sabe que no puede hacer mucho para evitar que me salga con la mía.

Termine con mi parte de los quehaceres de la casa, aunque para que Ádam no se queje, también hice  las de él. Tan solo para anotar puntos a mi favor.

Hace una hora subí a mi habitación con la excusa de que estaba cansada, recibí una mirada escrutadora de su parte pero al final solo asintió y volvió a tomarle atención al televisor. ¡Bah! Después me ocupo del sermón cuando vuelva de la fiesta.

Luego de ducharme, me seco rápidamente el cabello y aplico mousse para acentuar los largos mechones ondulados. Corro al armario y jalo por instinto la percha de un vestido negro escarchado muy cortito que me encanta y los combino con los botines sttiletos rojos. ¡Mis zapatos favoritos!

Me siento frente a la pequeña peinadora de madera blanca lacada, me doy un rápido vistazo al espejo  mientras con otra mano me rocío las muñecas de mi perfume favorito

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Me siento frente a la pequeña peinadora de madera blanca lacada, me doy un rápido vistazo al espejo  mientras con otra mano me rocío las muñecas de mi perfume favorito.

Mi maquillaje es sencillo, adoro resaltar mis ojos al más pulcro estilo gatuno, Doy un respingo cuando mi celular comienza a zumbar dentro del bolsillo de la chaqueta de cuero.  Bufo al espejo intentando remover con toallitas la gruesa linea  negra sobre el parpado.

—¿Qué puede ser tan importante para que no me dejaras aplicarme bien el rímel?

-—¡Vendrás! —Tengo que alejar el teléfono del oído por el grito que da Jessica al otro lado de la línea.

— ¿Qué dijo? —Reconozco la voz de Ivanna por sobre la música a todo volumen.

—Ssh. Calla, que no me dejas escuchar —murmura Jess—. Dile que Dani ha preguntado por ella —interrumpe Ivanna. Como que se les olvido a quien llamaban en primer lugar.

— ¡Hey, sigo aquí! —exclamo impaciente.

—¿Quieres que te vaya a buscar? Puedo decirle a...

—No — esta vez soy quien la interrumpe antes de oírla gritar otra vez—. Tomaré el auto que mamá le dejó a Ádam.

—Pero si te pasamos buscando será más rápido —se queja Ivanna.  Sospecho que me tienen en altavoz.

—Tranquila, estaré allá súper rapidísimo.

—Está bien. Pero ten cuidado en la calle. Cualquier cosa no dudes en llamarme, sabes que en donde sea te iría a buscar.

— Sí. Sí. No pasará nada. Nos vemos allá —Con eso último, cuelgo.

Mis mejores amigas siempre de preocupadas.

Termino de aplicarme el rímel, de nuevo, agarro la chaqueta negra del respaldo de la silla y meto en los bolsillos todo lo que necesito.  

Cuantas veces me he devuelto por identificación cuando ya estaba montada en el autobús. Y del monedero ni hablar ¡Ya he pasado mi cuota de pena! Esos momentos en que miro dentro del bolso y luego al conductor, y éste se da cuenta de que no tengo como pagarle. . .

Salgo a la sala y me acerco al mueble a ver si mi hermano aún está despierto, un fuerte ronquido me indica  que efectivamente está más dormido y quieto que un oso en pleno periodo de invernación.

Palmo sus bolsillos en busca de las llaves pero no están en ellos, busco en el sofá, en las mesas contiguas. Tampoco. Reviso en la pechera de llaves. Nada. ¿Dónde están esas benditas llaves? ¡Se me va a hacer tarde! Rebusco en toda la sala y en su habitación, finalmente me resigno a que esta noche no las encontraré. No tengo otra opción, me tocará subterráneo y bus. Bufo para mis adentros.

Paso nuevamente por la estancia, abro la puerta lentamente para que no haga chirrido y  salgo disparada hacia al ascensor.

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