Capitulo 7.

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Estalla un pitido extremadamente agudo y acerado, tan agudo que es  insoportable de escuchar, me tapo los oídos y cierro los ojos con tanta fuerza queriendo deternerlo. El sonido se desvanece después de unos segundos y levanto la cabeza dando un vistazo. Hay una luz blanca y brillante que ciega y me obligan a cerrar los ojos de nuevo. Por un momento desaparezco y todo lo que  veo es oscuridad.

Creo que me he desmayado, no estoy segura. Solo sé que siento el cuerpo sumamente pesado y las piernas me cobran factura dejando atrás la adrenalina, los parpados pesados. Solo quiero seguir descansando pero necesito saber dónde estoy, aun siento la pared rígida en la espalda, aun siento el pavimento sucio en mis manos y solo puedo pensar en una cosa. ¡Necesito salir de aquí!

Luego algo en mí, pregunta, ¿Por qué?, si estoy tan cansada y solo quiero dormir

Me obligo abrir los ojos para darme cuenta que todo parece borroso, hay destellos de luces blancas y botas negras pasando frente a mí. ¿Sera de día ya?

Enfoco todo lo que el agotamiento me deja. Unas botas se detienen frente a mí, alzo la cabeza para ver quien está interponiéndose y observo una recia figura masculina mirándome fijamente, la luz blanca a su espalda ilumina su silueta pero deja a oscuras la mayor parte de su rostro.

Abro la boca para hablar pero solo sale un gemido de mis labios. Lo intento de nuevo. Necesito saber que hago aquí. Nada. No sale ningún sonido coherente de mi boca así que me limito a cerrarla y seguir viéndolo.

Él se pone en cuclillas para estar a mi altura y me ve fijamente como si me estuviera inspeccionando. Puedo definir mejor su rostro a pesar de que aún está un poco borroso y quedó prendada de sus ojos. Supongo que estoy tan cansada que ahora estoy soñando, porque lo que veo no parece ser en absoluto real. Pero por más que intento apartarlos no puedo, como si hubiese una conexión magnética que me lo impide. Sus ojos son tan brillantes como un diamante, del color del agua pura, o del color nieve junto al cielo despejado, tan claros, tan gélidos, reflectando los colores de su alrededor como un diamante juega con las luces en sí mismo.

El arquea una ceja como esperando a que le diga algo. <<No te metas donde no te llaman">> Las palabras resuenan como un profundo eco en mis pensamientos e indudablemente es una voz masculina y neutra. Me hace dudar si eso lo acaba de decir él o me lo imagine también, pero veo que el sigue serio y su ceja aun esta arqueada.

Levanta una mano y me roza el cuello, sus dedos casi imperceptibles son suaves y gélidos, un aroma muy parecido a la menta impregna mis sentidos haciéndome perder la noción del tiempo. De pronto experimento total placidez y sosiego, ya no entiendo porque tenía miedo, no entiendo porque corría o porque estoy cansada. ¡Si estoy bien! si me siento con tanta plenitud, si aquí estoy bien. Solo me concentro en esos hermosos ojos extraños, mientras me sumo de nuevo en la oscuridad. 

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