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—Potter... Tienes que hacerlo.

—No, ¡No quiero! ¡Hazlo tú!

—Si lo hago yo tú no vas a aprender nada. —Dijo con enfado.

Pansy y Hermione habían llegado con las tareas las cuales le pasaron a Draco. Cuando ellas se fueron el rubio comenzó a hacer la suya pero Harry no quería hacer la que le correspondía. De todas formas el Gryffindor realmente se encontraba cansado, además hacer tareas nunca fue algo que le gustase.

—¿Qué tal si la haces tú pero en el proceso me explicas? —Propuso desde la cama.

Draco suspiró rendido.

—Más te vale aprender.

Harry sonrió victorioso.

Cuando por fin terminaron todas las tareas el Slytherin quiso averiguar si Harry había entendido, para su sorpresa si lo hizo.

El Gryffindor soltó un bostezo, se encontraba cansado. El medio día había llegado y el único que parecía tener ánimos de comer era Draco.

—¡¿Cómo que no vas a comer?! —Preguntó alarmado.

—Pensar si quiera en comida me da náuseas. Merlín, ¡Náuseas! ¡Las odio! —Cerró los ojos cubriéndose con las tapas.

—Es que no es sano, te puede hacer mal. No, les puede hacer mal a ambos. —Había preocupación en su voz.

—Pues no tengo hambre, no la tenemos.

Draco suspiró, tratando de calmarse, salió de la habitación dejando a Harry solo, quien se sintió muy cómodo solito en el lugar. El rubio almorzó, sin antes recibir un montón de preguntas por parte de Pansy, intentando saber si Harry estaba bien, y también otras por parte de Blaise, preguntándose como carajos era posible.

Luego de que el Slytherin terminará también un interrogatorio por parte de los amigos de Harry se marchó del lugar.

Encontrado a su madre en el camino, claramente Narcissa hablaba en serio con lo de visitar a su hijo y yerno.

—¿Realmente es normal? —Preguntó Draco a su madre. — No come.

—Y le costará hacerlo pero tranquilo cuando el período de las náuseas pase comerá tanto como pueda soportar. —Sonrió.

Así fue, tres días después Harry se levantó por un incontrolable dolor de estómago y crujidos. Tenía hambre, demasiada hambre.

—Draco, tengo hambre. Mucha hambre. —Susurró levantándose de la cama y vistiendose de prisa con su uniforme.

—¿En serio? ¿Qué deseas comer?

Harry miró al rubio un momento.

—Carne, quiero carne asada. —Se lamió los labios, cuya acción llamó la atención de Draco.

—Carne. —Repitió. — A las siete de la mañana. Vale, tú espera en tu mesa, iré de inmediato por carne.

Harry sonrió feliz, y ansioso. Camino hacia el gran comedor sentándose en su mesa, saludo a Ron y Hermione. De inmediato comenzó a comer las cosas que habían en la mesa, aún esperando su carne.
De repente un elfo apareció en medio del comedor. Acercándose con carne asada en un plato, el aroma hizo que Harry volviera a lamerse los labios.

Todos miraron a la criatura, y se asombraron al ver que se dirigía al héroe del mundo mágico.

—Gracias. —Sonrió Harry.

El elfo de inmediato volvió a desaparecer, justo en el momento que Draco le guiñaba un ojo a Harry desde la mesa de las serpientes.

El Gryffindor corto de prisa un trozo de carne, soltando un gemido de complacencia al llevar el pedazo a la boca.

Durante las clases Harry "indiscretamente" comió golosinas.

Harry decidió pasar un rato junto a sus amigos en la sala común, como también lo hizo Draco en la sala común de Slytherin. Aunque el rubio no estaba prestando atención a las inusuales quejas de Blaise, quizás su otro compañero si escuchaba pero él no, Malfoy se encontraba recordando cosas sucedidas en todos los años anteriores. Hasta el ahora, de pronto cayó en cuenta de que siempre trato de llamar la atención de Harry, durante el primer año se sintió dolido. Humillado. Pero no se rindió, seguía insistiendo, demostrándole a Potter que él, Draco Malfoy, era el indicado para el chico.

—Oh no. Siempre me gusto. —Pensó sorprendido abriendo sus ojos.
Aunque no lo pensó, lo dijo y lo suficientemente alto para que todos los que estaban ahí lo mirasen.

—¿Qué? —Preguntó Theodore Nott, aturdido. El chico con frecuencia parecía ser el último es darse cuenta de algo.

—En realidad... Tengo que irme, nos vemos. Adiós. —Salió de prisa de la sala común para irse a la habitación que compartía con Harry.

El rubio se quitó el uniforme de inmediato, sabiendo que Harry no estaba ahí. Su respiración estaba algo agitada, pues Potter no solo le gustaba si no que también estaba enamorado de él, completamente. Aunque su orgullo no le iba a permitir decirlo en voz alta aún.

—¿Estás despierto? —Preguntó Harry cuando llegó a la habitación. Como no hubo respuesta alguna supuso que el rubio dormía.

Se quitó el uniforme, a los pies de la cama, sin saber que unos expectantes ojos grises lo miraban en medio de la oscuridad. El Gryffindor se puso su pijama, dejando los lentes en la mesita y acomodándose por fin en la cama. Suspiró aliviado, mientras se apegaba al rubio. Levantó el brazo de Draco para poder recostarse en su pecho y acomodo el brazo para pasarlo al rededor de él.

De pronto ambos brazos del Slytherin rodearon a Harry.

—¿Eres feliz? —Preguntó en voz baja, el rubio.

Harry se alarmó, el muy maldito había estado despierto y más, le hacía una pregunta... Curiosa.

—Lo soy. —Respondió en el mismo tono. — ¿Tú no?

Draco lo pensó un momento. Y lo pensó, no porque lo dudo. Si no porque de pronto quiso besar a Harry. Y eso era muy precipitado. Porque cabía la casualidad de que Potter no sintiera algo por él aparte de esas emociones del embarazo.

—También lo soy. —Dijo por fin.

La sonrisa de Harry no la pudo ver pero si sintió, los labios del chico posarse en su mejilla, dejando un beso muy cerca de sus labios.
Su corazón latió tan rápido que temió que Potter lo hubiese notado.

Esa noche Draco estuvo concentrado en ver el rostro de Harry, quedándose así dormido en la madrugada.

Serpiente En Apuros. |1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora