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Cuando el fin de semana llegó, Harry decidió distraerse un poco, así que pasó la mañana abriendo diversos regalos que aún estaban envueltos.

Ese fin de semana iban a ir a ver a Sirius, por eso a Draco le pareció raro, que Harry aún no bajará al comedor. Caminó hacia la habitación para asegurarse de que el Gryffindor estaba bien. Al abrir la puerta vio a Harry sentado en la cama con diversas cosas de bebé que habían en los regalos que ahora ya estaban abiertos. Potter sostenía un libro, el cual le tapaba la cara.

—¿Harry, estás bien? —Preguntó dando un pasó hacia adelante pero como no obtuvo respuesta volvió a insistir. — ¿Harry?

En ese momento Harry bajó el libro, mostrando su rostro lleno de lágrimas, estaba sollozando.

—No lo querían por ser feo. —Comenzó a decir mientras su llanto aumentaba. Draco lo miró confundido y asustado. — ¡Su mamá no lo quiso por se feo! —Exclamó comenzado a llorar intensamente.

En ese momento Draco se desesperó al oír  llorar a Potter de esa manera tan... Sufrida. Se acercó de prisa a él tomando el libro para ver la portada El patito feo, estaba escrito. El rubio pestañeo un par de veces.

—Harry es solo un libro. —Trató de que eso cesará su llanto pero no funciono.

—Yo lo hubiese querido igual. No por ser feo lo voy a rechazar. —Susurró, ahora sollozaba, tratando de calmarse.

—Claro que no, tú eres bueno. —Dijo para tranquilizarlo, acercó a Harry a su cuerpo para sentarlo en su regazo.

Esperaría de esa forma que Potter estuviera estable. Después de todo ese sentimentalismo era parte del proceso. Malfoy comenzó a acariciar los revoltosos cabellos negros para luego repartir besos, pensando en mil maneras de matar a quien mandó aquel librito.

Harry comenzó a hipear, hasta que logró calmarse. Ya estando más tranquilo, ambos se dirigieron al número 12 de Grimmauld place.

Sirius se había esforzado, o al menos el esfuerzo que alguien como él haría. Si no fuera por Remus Lupin estaría perdido. El hombre lobo le había ayudado a cocinar, porque prefería hacer con su propio esfuerzo algo para su ahijado, Lupin también le ayudo a escoger unos lindos vestidos para la muy esperada Lissa.
Todo iba bien, hasta que Sirius abrió la puerta y su sonrisa se borró al ver los ojos rojos de Harry, una clara evidencia de que había estado llorando y automáticamente sus ojos llenos de furia, y desconcierto pararon en el rubio que estaba ahí.

—¿Qué le hiciste a Harry? —Preguntó con enojo Sirius.

Draco quedo en blanco, ¿Qué se suponía debía responder? ¿A qué se refería el hombre?, Malfoy pestañeo un momento tratando de buscar una respuesta. Hasta que notó la razón de odio de Sirius.

—¿Lo embarace? ¿No?

Si no fuera por Remus que apareció justo en ese momento, nadie hubiese podido salvar a Draco de la maldición asesina.

—Harry, hola. ¿Pero que te pasó? —Pregunto alarmado, Lupin. Sostenido la cara del chico.

—Leí un libro. —Dijo con tristeza.

—¿Leíste un libro, y lloraste por eso? —Preguntó Sirius.

—Era uno llamado, El patito feo. —Aclaró Draco.

—Yo le envíe ese libro. —Sonrió Black.

—¿Usted? —Sonrió Malfoy, tachando la idea de matar a la persona que había enviado el libro.

Luego de eso, entraron a la casa.

Harry mantuvo una alegre charla con su padrino. Aunque inevitablemente algunas veces al hombre se le escapaban palabras de odio puro a hacia la pareja de su ahijado.

Remus estaba hablando con Draco en la cocina, riendo disimuladamente por las frustraciones del rubio, por esa ansiedad y preocupación hacia Harry, se le hacia demasiado tierno.

Cuando la comida fue puesta en la mesa, los cuatro se sentaron. Para mala suerte de Sirius quedó de justo al frente de Malfoy.

—Tenemos unos regalos para Lissa. —Habló Remus, tratando de alivianar el aire, realmente estaba demasiado tenso. — Son unos lindos vestidos, se verá hermosa con ellos. Sus tallas varían.

—Gracias a los dos. —Dijo Harry con una sonrisa. — Son tan buenos. —Susurró haciendo un puchero. — Tan amables.

—Si, Harry son muy amables. ¡Vamos a ver esa ropa! Ya. —Se levantó Draco, llevando a Harry con él. No quería que le diera un ataque de sentimentalismo.

Aquella tarde fue inevitable controlar las lágrimas de Harry cuando Sirius habló de sus padres, Draco solo se limitó a abrazarlo. Sabiendo que ese realmente era un tema demasiado delicado. Pero donde estuviesen los Potter, Draco sabía que estarían muy orgullosos de su hijo. En el chico de bien en el que se había convertido.

También estaba casi seguro de que James Potter posiblemente lo estaría odiando desde el más allá.

Cuando Draco y Harry volvieron al colegio se encontraban agotados.

Se acostaron al instante.

—Draco, tengo hambre. —Susurró Harry.

—¿De qué?

—De ti, bombón. —Rió, para luego abrazar al rubio, aspirando el aroma relajante  del chico.

—Sirius me odia.

—Claro que no. Bueno, quizás un poco. —Suspiró acurrucandose más en el pecho del rubio.— Pero en el fondo te aprecia.

—Muy en el fondo debe ser, porque si no fuera por Lupin. Muero ahí mismo.

—Eso te pasa por responder tonteras. —Rió.

Al día siguiente se dieron el privilegio de todos los fin de semanas, dormir hasta tarde.

Serpiente En Apuros. |1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora