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Cuatro meses de embarazo.

Había llegado de prisa el momento esperado por muchos. Tal vez casi la mitad del mundo mágico, saber el sexo del bebé. Muchos decían que Harry Potter debía chequear eso en San Mungo pero él se sentía más cómodo en las manos de la enfermera del colegio.

La ansiedad de Potter para que la clase terminará era un tanto contagiosa, porque sus amigos estaban igual. Cuando la clase terminó Harry quería salir corriendo hacia la enfermería, cosa que rápidamente dejó como algo que no podía hacer ahora. Su vientre ya se notaba más, aunque cuando usaba el uniforme no, por el hecho de que era un poco más grande y la túnica le hacía parecer que no estaba embarazado.

—Estoy emocionado. —Dijo Ron, mientras le daba un mordisco a una manzana, mientras seguía a Potter.

—¿De dónde sacaste eso? —Preguntó aturdido Blaise asegurado no haber visto esa manzana. Caminaba también junto al grupo.

—... Llegó a mi mano por arte de magia. —Rió.— En realidad estoy nervioso.

Al entrar a la enfermería Harry se acomodó en una camilla, Draco a su lado. Y los amigos de ellos a unos metros.

Madame Promfrey le sonrió al Gryffindor mientras quitaba la túnica del muchacho y levantaba el chaleco, y la camisa, dejando al descubierto su vientre. Luego hizo un movimiento delicado con la varita sobre el vientre.

—Tardará unos minutos. —Dijo Madame Promfrey.

Ron comía los últimos restos de la manzana, se encontraba al lado de Hermione quien masajeaba sus manos, Pansy suspiraba mirando un punto fijo tal como lo hacían Ginny, Crabbe, Goyle Neville, Theo, Luna y Blaise.

—Si es un niño. —Comenzó a decir Ron al resto— Viviremos mil aventuras, directo hacia el peligro. Y comeremos chuches.

—Lo vas a mal influenciar. —Replicó Parkinson.

—Claro que no. Será como tener a Harry conmigo, igual a los viejos tiempos. —Se cruzó de brazos.

El resto lo observó un momento.

—Claro que no. Si es un niño yo le enseñaré a vivir aventuras en realidad...—se apresuró a decir Crabbe, quien había pasado gran parte de su vida al lado de Malfoy.

—Y yo le enseñare lo que es la astucia. —replicó Goyle, genuinamente motivado.

—Es una niña. —Dijo por fin la enfermera.

—¡¿Una niña?! —Exclamó el trío de dos Slytherin y un Gryffindor.

Draco sonrió feliz. Ahora daría todo por su pequeña princesa y Harry.

—Es Lissa. —Dijo Harry con una sonrisa.

Hermione se giró a observar al grupo que tenía aún los ojos llenos de asombro.

—Ahora tendrás que vivir mil aventuras con ella.

Y es que, el que fuera una niña no era por ningún lado un problema, por Morgana, ¡¿Qué clase de salvajes creen que son?! El tema era que, todo fue una sorpresa total, ¿Alguna vez observaste el árbol genealógico de los Potter o de los Malfoy? El gen dictaba que siempre nacía un niño, un niño tan similar al padre que con frecuencia el pequeño joven acababa olvidando su identidad propia, por lo que el solo nacimiento de Lissa Luna Malfoy-Potter —así es—, era en toda su medida, el inicio de una nueva Era.

Tan pronto como un rayo, Lucius y Narcissa se enteraron, Sirius también.

Y por ende las cosas difíciles comenzaron. El rubio tenia un instinto sobre protector que parecía crecer a cada día, esa necesidad de proteger a Harry y a la bebé siempre estaba en él.

El Gryffindor pasaba casi la mayor parte del tiempo acariciando su vientre, consciente e inconscientemente.

A la hora del almuerzo decido irse a descansar un momento, Draco también fue con él. Sentía que le podían hacer algo. Una tonta sensación.
Llegaron a la habitación y Harry se recostó, acariciando su vientre como su nueva y tierna costumbre. Mientras Malfoy leía algunos libros de pociones.

—Draco. —Susurró Harry con asombro.

—¿Si? —Preguntó sin quitar la vista del libro.

—Se movió, Draco se movió. —Dijo emocionado.

El rubio tiró el libro mientras se acercaba a Harry, sus ojos estaban abiertos y su cuerpo tenso. Levantó con cuidado la ropa del Gryffindor para posar con delicadeza su mano sobre el vientre.

—¿Dónde? No lo siento. —Arrugo la frente.

—Esta aquí.—Susurró con calma, mientras tomaba la mano de Draco y la posaba un poco más abajo.

Pasaron unos minutos donde el rubio ponía unas muecas raras, hasta que nuevamente sus ojos se abrieron.

—¡Por Merlín! ¡Se movió! —Exclamó sonriendo. Harry asintió. —Hola, bebé. —Comenzó el rubio, Potter se le quedó viendo sorprendido. — Aunque tu nombre es Lissa. Te estamos esperando aquí princesa, estoy muy feliz de que hallas hecho presencia. —Sonrió. —No sabes cuanto te amamos. —Agachó su cabeza para depositar un beso en el vientre de Harry.

El Gryffindor tenía los ojos cristalinos, estaba demasiado sentimental y ver así a Draco no ayudaba mucho. Nuevamente volvieron a clases, y el príncipe de Slytherin no pudo evitar contar con orgullo que su bebé ya estaba comenzando a moverse. Pansy oía con entusiasmo cada palabra y estaba ansiosa por posar también su mano para sentir a la pequeña, aunque lo estaba ocultado muy bien.
Crabbe y Goyle tenían miedo, ¿Cómo podían cuidar de algo tan frágil? Cuando toda su vida fueron bruscos, pesados y brutos porque así debían ser.

Pero por el momento los amigos de Harry eran quienes estaban aprovechando. Ron le hablaba a Lissa del Quidditch prometido que él le enseñaría a jugar, también comentó que él sería su tío favorito. Hermione le cantó una canción de cuna, dejando asombrado a más de alguno.

—Esto es tan emocionante. —Dijo Ron al borde de las lágrimas. — Hace unos meses quería castrar a Malfoy y ahora siento a la bebé moverse.

—Creo que lo sentimental se contagia. —Concluyó Ginny, también algo emocionada.

Aquel día aparte de la fantástica noticia, Harry se llenó de regalos por parte de muchas personas. Al principio la idea de que Draco Malfoy fuera el prometido de Harry Potter no le agrado para nada a muchos, pero tuvieron que tragarse su odio hacia el rubio al notar lo feliz que hacía al chico de lentes.

La habitación ahora estaba llena de ropa para bebé, libros, juguetes, chocolates, regalos sin abrir y una que otra carta que el Slytherin término quemando.

—¿Draco quieres tomar una ducha? —Preguntó Harry desde el baño.

—Claro. —Admitió. —Pero puedo esperar, tú solo tomate tu tiempo.

—... Creo que no me estas entendiendo. —Lo miró desde la puerta. — Ven aquí para ducharnos juntos. — Ordenó, y el rubio no protestó.

Serpiente En Apuros. |1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora