La chica de mi amigo.

El hermano sobreprotector

{ Dime, dime, cariño¿Por qué no puedes dejarme? Porque aunque pensé que no podría quererlo tengo que tenerlo.Te quiero. Con la cabeza en las nubes no tengo peso en mis hombros debería ser más lista y darme cuenta que tengo un problema menos sin ti. Tengo un problema menos sin ti'-  Ariana Grande ♥ Problem.}

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Warm foam era considerada, según yo, la cafetería con el mejor café del estado. Estaba con papá y Harry disfrutando de la calefacción y del estilo ochentero del entorno, combinado con la canción de Taylor Swift We are never ever getting back together, nada que ver con los 80's, mientras combersavamos de temas sin sentido. Trivialidades, como diría mi profesor de lengua.

Después de todo, mi vida era felíz. O, por lo menos, medianamente felíz. Luego de ya dos años de tener a mi madre en coma, nos habíamos acostumbrado a ir a la cafetería a desayunar, ya que mi papá era un asco en la cocina.

Apoyé una mano en mi mentón y el codo en la mesa. Tomé el tenedor, que había usado para comer mi ya terminado Cheescake, y comenzé a picar a Harry.

- Harry, Harry, Harry, Harry- le decía y cada vez que decía su nombre lo picaba con el tenedor. Estube así dos minutos hasta que finalmente se dignó a mirarme.

- ¿Qué?- me preguntó borde. No era que estubiera enojado, solo tenía sueño, y, cuando tenía sueño, se ponía realmente irritable.

- Me aburro- dejé el tenedor en la mesa.

- Pues no es mi puto problema- dijo bebiendo de su café.

- Uy, que borde.

Me senté bien y tomé mi taza.

- ¿Quieren ordenar algo más?- preguntó la camarera, y juraría que había hecho aquella pregunta más de diez veces.

- Pues...- dudó Harry- ¿Qué tal tu número, nena?- preguntó y supe que se le había pasado el sueño.

Me perdí de la combersación en cuanto Harry le dijo «Eres muy bonita, increíble tanta belleza en este mundo».

Capullo.

Bebí de la taza y el sabor a azucar me calentó las entrañas. Okay, vale, no las entrañas, pero me ayudó a no congelarme.

Miré el diario que sontenía mi papá, leyendo el contenido. Odiava el diario, pero no tenía nada mejor que hacer que leer la portada.

En ese momento, casi me atraganto con el café.

Ma aguanté la risa lo más que pude.

- H-harry..- tartamudeando, no aguantaría mucho más. No contestó.- Harry...

- espera un segundo- le dijo a la camarera.- ______ ¿qué mierda quieres, ah? ¿no ves que...?

No lo dejé terminar.

- Mi-mira- dije y comenzé a reír. Apunté a la portada.

Él la leyó y un segundo después soltó una carcajada continental.

- ¡hey!- nos susurró papá- ¡par de monos! ¿de qué mierda se rien? ¿ah?

Papá era profesor de historia en la universidad más prestigiosa de Bristol, donde estudiaba Gemma. Una vez él nos dijo, durante una de las peleas que teníamos yo y Harry, que parecíamos dos monos, con piduyes, peleando por los piojos del otro.

Y así, damas y caballeros, yo y mi hermano quedamos como los monos de la familia.

Apunté la portada del diario, una vez más, y él comenzó a leer.

PERRO PEQUINÉS, ADICTO AL CHOCOLATE, LE SACA UN DEDO A UN NEGRO.

Yo no era, especialmente, racista, ni nada por el estilo, pero había que adimitir que aquello era digno de una portada en el diario.

Papá comenzó a rebuscar en el diario el artículo y comenzó a leer.

Toots, un perro pequines de tres años y medio adicto al chocolate, fue con su dueña al parque un domingo por la mañana. Rodrige, un africano-francés-colombiano de raza "oscura", iba paseando por el mismo parque a la misma hora.

"Toots siempre ha sido un perro muy pacífico y cariñoso"- declara Tamara, la dueña del perro.

Rodrige, al encontrarse al perro, creyó buena idea acariciar al pequeño animal. "¡el perro comenzó a volverse loco, chico! ¡saltó arriba mio y comenzó a mordisquear mi dedo!".

Eso fue suficiente como para que los tres estallaramos a carcajada limpia y Warm foam nos mirara como si estubieramos desnudos bailando Dumstep en medio del local.

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Hodiwis! ¿qué tal, cómodos suflès de pelo?(?

e.e

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