Niñera

28K 1K 1.4K
                                    

Tipo: Tierno/ Romantico/ Filosófico(?)
Protagonistas: Near y tu
Dedicatoria: KookElSabroson
Info. Extra: El equipo de Near fue a buscar más integrantes, contratandote para no dejarlo solo.

----------------------------

Diez... No creo. ¿Doce?

-... un día- dice él hombre de traje que me ha contratado como niñera del pequeño sujeto vestido de blanco que hace torres con las cartas en dimensiones que yo jamás hubiera logrado, ni lograré.

-Bien- acepto y ellos cierran la puerta dejando el niño adentro. -Nosotros saldremos de viaje, así que cuidalo.

Según sus especificaciones tengo que cuidarlo un día entero en este piso del edificio. Ninguno de los dos puede salir durante ese tiempo, y me darán una buena paga.

-Nos vemos, ____.

Y el hombre y lo que creo que es su esposa suben al elevador y se van. Miro las habitaciones impecables sin nada que arreglar, y voy a ver al pequeño. Abro la puerta con una sonrisa en la cara.

-Si haces eso de nuevo, o te mueves, las torres caerán- dice con una voz monótona sin levantar los ojos de sus cartas, que ahora ya lo apartan de mi y lo rodean como una fortaleza.

-Lo siento. ¿Quieres que juguemos a algo?- pregunto

-Prefiero jugar solo.

-Entonces... ¿Te preparo de comer o... Algo?- pregunto. Enrolla un pequeño mechón de su cabello con un dedo y me mira.

-Define "Algo"

-EH...- Este niño es bastante complejo, construyendo torres y torres y pidiéndome que defina palabras. - Claro, sin problema... Algo significa... Es como un pedacito de un todo.

-¿Que es "Todo"?- pregunta y vuelve la vista a sus torres.

Parpadeo varias veces.

-Todo es... muchas cosas, es el conjunto mayor de cosas- intento explicar abarcando lo más que puedo con las manos, como si fuera el todo. Que yo sepa servir de diccionario no venía en el contrato de niñera. Ni siquiera venia la confusión que intentarle contestar conlleva.

-Todo es la ausencia del nada- murmura y coloca más cartas. -¿Cuantos años tienes?

-Dieciséis.- Al fin una pregunta normal. Creí que nunca diría algo fácil de contestar, pero me vi tentada a preguntarle que era "Nada", obviamente no lo hice.

-¿Como te llamas?- vuelve a preguntar

-Ah, soy _____ _____. Mucho gusto. ¿Y tu cómo te llamas?- pregunto tratando de ser amigable. Doy un paso en su dirección y antes de que ponga el pie en el suelo me mira directo a los ojos. Cuando lo pongo, es demasiado tarde, y las torres se caen casi en cámara lenta, pero ya es imposible detenerlas.

-Te lo dije- comenta y se levanta de estar sentado con una rodilla en el suelo y otra en su pecho, luego se enrolla el cabello. De pié, el niño no se ve tan niño, es como de mi estatura.

-Lo siento- comento

-Con disculpas no arreglas tus acciones. No siempre vas a ir por ahí disculpándote por lo que haces- comenta. -¿Que hay de comer?

-No he hecho nada, me pediste que definiera "algo"- comento y salgo disparada a la cocina para cocinar.

-Pero no te dije que no prepararas de comer.

Ser niñera con un chico tan confuso va a ser una tarea difícil, y con su cabello que parece una bola de algodón solo pienso en que se ve bastante tierno, por lo que me cuesta aún más trabajo contestar. Lo bueno es que después de comer fue a su habitación y siguió construyendo torres mientras yo limpiaba los platos y luego lo veía concentrarse, mantener un equilibrio perfecto entre cada linea de cartas que colocaba.

-Quiero unos dados.

Me incorporó de golpe nada más al oírlo y recorro la habitación con la mirada hasta que los localizo encima de una repisa.

-Voy- digo y corro quitándome el cabello de la cara para darle los dados. Miro el reloj de la sala y marca las seis de la tarde, demasiado tempano como para morir aburrida por solo verlo jugar. Tomo una silla y subo para alcanzar varias cajas de dados en una repisa altísima. Le voy dando las cajas hasta que solo queda la del final.

-Te caerás- murmura

-No tienes confianza en mí niño.- Estiro mi brazo para alcanzarla, y pierdo el equilibrio en la silla que cae a un lado. Sujeto la repisa y me mantengo en el aire. -¿Vez? No caí.

-No ahora. Es cuestión de tiempo- comenta y se sienta a dos metros de mi. Saca los dados y vacea las cajas dispuesto a hacer torres y torres verticales de dados.

-¿Pero que...? ¡Ayuda!- grito balanceando los pies tratando de alcanzar la silla, que cae a un lado con una patada involuntaria que le doy.

-Tu no puedes lograr todo- murmura - En veces necesitas ayuda. No eres una heroína.

-Claro niño listo. ¿Me ayudas ahora?- suelto casi sin aliento perdiendo la fuerza y con miedo de dejarme caer y estrellarse con la silla. De pronto siento unos brazos rodear mis piernas y me atrae hacia atrás, cayendo ambos en el suelo lejos de la silla que retiró antes, creo.

-No debiste intentar cargarme. Soy demasiado pesada para tus diez años.

-¿Diez?- pregunta, y sus ojos adquieren una chispa de diversión. - Cierto. ¿Me lees un libro?

-¡Claro!- contesto alegre de que pida algo normal al fin. Me pasa un libro grueso y rojo, y nos sentamos en el suelo. Se recuesta en mis piernas y mira mientras le leo algo sobre células. ¿Qué clase de niño se divierte con esto? ¡No hay dibujos!

-¿Me traes un poco de leche y galletas?- pregunta con ojitos de foca bebé y me levanto por su comida después de sacudirle el cabello. Regreso y él está sentado en su cama.

-¡Aqui están!- contesto. Abre la boca y me río mientras le doy de comer como si fuera un bebé, incluso hago el avioncito con una galleta. Este pequeño es demasiado tierno, y su cabello bastante curioso.

-¿Duermes conmigo?- pregunta - No me gusta estar sin mis padres.

¡Y hace esos ojos de foca bebe tan irresistibles!

-Claro.

Nos recostamos ambos en la cama y me pasa un brazo por la cintura y me acerco más. Creo que su altura mientras está sentado engaña pues siento sus pies chocar con los mios a pesar de que estamos a la misma altura.

-Descansa pequeño- comento. Y me doy cuenta que ni siquiera se su nombre.

*

A la manaña siguiente despierto pronto y me desenredo de el abrazo nocturno, aprecio a este niño con cara de angelito que aún duerme, con un pequeño robot verde a un lado. Limpio su habitación y preparo desayuno, cuando de pronto llaman a la puerta.

Al ver por la mirilla, son sus padres junto con otras personas de traje. Les abro y me dan el dinero para irme de regreso a casa, ellos se encargarían de lo demás. A punto de salir, el pequeño llega hasta donde estoy, recién levantado y con su robot en brazos. Las personas no toman mucha importancia, pero cuando me abraza solo miran.

-¿Que pasa...

Mis palabras se ven calladas cuando posa sus labios en los míos. Abro los ojos sorprendida.

-Solo quería demostrar que no tengo diez años, sino quince- dice. Toma un mechón de su cabello y lo gira entorno a su dedo - Si no puedes ganar el juego, si no puedes resolver el acertijo...

Se acerca hasta mi oído y no me muevo, siguiendo congelada por sus labios que eran bastante suaves.

-Entonces me gustas. Claro, gustar es difícil de definir y... Así no era mi frase usual.


Death Note One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora