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Las pequeñas ramas se rompían debajo de mis pies, habíamos logrado salir de los establos, el bosque estaba pacífico, no se oía ni siquiera el cantar de los pájaros.

El ruido de los autos cortar el viento se oía cada vez más fuerte, la carretera no debía estar tan lejos.

No lo habíamos planeado muy bien, Kurt dijo que siempre quiso ir a Coney Island, y no tuvimos mejor idea que fugarnos del hospital y tener nuestra pequeña aventura por carretera hacia Brooklyn.

-Lo primero de todo, tenemos que ocultarte.-Me voltee hacia él, su cabello caía sobre su rostro, mientras que su barba de pocos días enmarcaba su quijada.- Tengo una idea

Tome la liga que estaba en mi muñeca y me acerque a él, me pare sobre las puntas de mis pies y jale su cabello hacia arriba, quite la gorra que traía y se la coloque

-Eres una experta en el arte de ocultar personas

-No hables, mantén tu rostro abajo y nadie se dará cuenta, vámonos

Tome su mano y lo arrastre junto a mí. Luego de caminar unos cuantos minutos logramos ver el piso pavimentado, los automóviles iban en una sola dirección. Había hecho esto incontables veces, salir de fiestas con gente que no conocía, drogarme Hasta desfallecer y acabar en un lugar el cual no conocía para nada, de alguna manera tenía que regresar a casa.

Pude ver a lo lejos una camioneta volkswagen roja, aun jalando a Kurt conmigo corrí hacia la orilla de la carretera, sonreí al verlo, él elevaba su rostro, la gorra tapaba un poco sus ojos, parecía un niño pequeño, demasiado curioso.

Levante mi mano comenzando a moverla, necesitaba que nos vieran, la camioneta comenzó a acercarse, esta vez eleve mi dedo pulgar, dándoles a entender que necesitábamos aventón.

La camioneta paro a unos cuantos metros de nosotros, corrí hacia allí. Había una pareja dentro, los lentes redondos cubrían gran parte del rostro de la peli negra, mientras que el chico traía su torso descubierto y su cabello suelto.

-Necesitamos un aventón, Coney Island.

-*

Kurt iba sentado en una esquina de la camioneta, sus brazos estaban recargados sobre sus rodillas mientras que su rostro descansaba sobre estos. La gorra cubría por completo su rostro, pero pequeños mechones rebeldes salían por los costados de esta.

La pequeña peli negra, que por cierto su nombre era Ruby y estaba viajando con su hermano gemelo, Roger, miraba constantemente por el espejo retrovisor, ella sabía quién era el hombre que acababa de subir a su camioneta. Me incline sobre los asientos.--Nos escapamos de rehabilitación para ir a Coney Island, no necesita esa presión en este momento

Ruby sonrió mientras que sus mejillas se colocaban un poco rojas.--Lo entendemos y lo sentimos, no queríamos que se sintieran de esa manera

No volvimos a tocar el tema, aquellos hermanos eran geniales, a Ruby le gustaba la fotografía, mientras que a Roger le gustaba buscar pelusas en su ombligo y pies.

El sol golpeaba la camioneta, la carretera era demasiado calurosa, sentía mi estómago mojado, al igual que mi nuca, me volteé a ver a Kurt, su rostro estaba casi en el piso, él estaba dormido, sus mejillas rojas con una delgada capa de sudor

-Hay un cojín detrás de las tazas

Habló Roger mirando por el retrovisor, me moví hacia la parte de atrás de la camioneta, tome el cojín y me acerque a Kurt, quite la gorra y desate su cabello. Sus manos se movieron impacientemente tomando las mías

-Tranquilo, solo quería que estés cómodo

-¿En dónde estamos?

-En camino a Coney Island.

-*

El camino se había hecho corto, Roger se la paso contando chistes malos, la radio sonó todo el camino, junto a Ruby cantamos todas y cada una de las canciones, mientras que hacíamos unos extraños bailes y tocábamos nuestros instrumentos invisibles, podía jurar que vi a Kurt sonreír.

Luego de una larga charla y muchas suplicas por parte de Ruby, Roger accedió a unirse a nuestra pequeña aventura en Coney Island. Ellos viajaban hacia el centro de Brooklyn a visitar a su tía enferma.

Por suerte, ambos hermanos veían a Kurt como alguien más del montón, y eso le gustaba demasiado.

-*

Decidimos dejar la camioneta enfrente del estadio de Baseball, volví a colocar la gorra sobre la cabeza de Kurt y todos bajamos de la camioneta, el sol estaba en su punto más alto

-Vámonos, Koko

-No me llames así

Sonreí hacia Kurt, él no me devolvió la sonrisa, pero tampoco esperaba que lo hiciera. Tome su mano, entrelazando sus dedos con los míos. Podía ver el gran letrero de Nathan's.

-Debemos dar la vuelta, la casilla de tickets esta después de la cara sonriente

Metí la mano dentro de mi viejo overol, antes de que mis padres me metieran en el hospital, mi madre me había dado algo de dinero, a escondidas de mi padre, por si tenía alguna emergencia. Algo imprudente de su parte, en cualquier momento podría escaparme y comprar cualquier tipo de droga con ese dinero, pero ella sabía que no lo haría, había tocado fondo y en verdad no era para nada placentero. Nunca había salido del hospital, ese pequeño rollo de dinero estuvo guardado en un libro viejo durante dos años.

-Vamos, que esperan

Corrí entre los autos, las bocinas de estos me aturdieron, podía oír la contagiosa risa de Ruby. Los grandes portones de color rojos estaban abiertos de par en par, un gran rostro animado con una gran y espeluznante sonrisa en su rostro adornaba la parte superior del parque. Compramos nuestros tickets, podía ver los autos chocones, las tazas giratorias, la ruleta, todo aquí era tan colorido y animado.

Mi mano y la de Kurt aún estaban unidas, me sentía demasiado pequeña a su lado, en todos los sentidos posibles.

-Vamos a las tazas K, quiero ir a las tazas

Hable jalando su mano, era una niña pequeña, entusiasmada por estar en un parque de diversiones. Podía ver como las comisura de sus labios se elevaban de apoco, sus ojos brillaban.

Palomitas de maíz, perros calientes, sodas, de todos los sabores que puedan imaginar, algodones de azúcar, jugamos en los pequeños puestos, Roger gano un pequeño pato de hule, al cual luego lanzo sobre el muelle. Éramos cuatro personas allí, pero lo único que se podía oír era la risa de Ruby y la mía en combinación. Roger nos arrastró a todos hacia la montaña rusa, el Cyclone.

Me senté junto a Kurt, no había demasiadas personas en la montaña rusa.

-No, espera, quiero bajarme

-No puedes hacerlo

-Kurt, quiero bajarme, Kurt, quiero bajarme

Él sonríe de costado y toma mi mano, el envión hacia delante y atrás le daba comienzo al paseo. Curvas, íbamos de un lado hacia otro, las pequeñas trenzas que mantenían mi cabello en su lugar se movían de un lado a otro, la gorra que cubría el cabello de Kurt voló en el instante en que el carrito comenzó a descender, por primera vez oí fuerte y clara la voz de Kurt, podía oír sus gritos y su pequeña risa. Nuestras manos estaban entrelazadas y elevadas, el viento golpeaba contra nuestros rostros, y el aire de nuestros pulmones se agotaba, estaba segura que luego de tantos gritos, su garganta dolería.

De alguna manera él estaba descargándose.

Molly. -Terminada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora