Un gran problema

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El director Fury estaba sentado frente a su escritorio analizando el último reporte de aquel chiquillo travieso sentado frente a él. No podía entender como aquel estudiante se las había arreglado para poner la escuela de cabeza otra vez, sin salir implicado en lo absoluto. Por supuesto, él no era tonto y sabía que detrás de toda catástrofe estaba él de trasfondo y aunque quisiera al menos un día atraparlo con las manos en la masa, lo cierto era que siempre iba un paso adelante y se le escurría de entre los dedos.

La última que había hecho: causar un caos en las calificaciones del plantel.

Hubo un examen importante, demasiado importante como para tomarlo a la ligera. Esta era una evaluación para el colegio más que para el alumnado. De repente alguien había implantado una aterradora idea en la mente de todos: quien no pasara seria regresado al grado que sus calificaciones determinaran. Sus alumnos eran brillantes, al menos la mayoría, pero pronto empezaron a comportarse como borregos ante el matadero y por mas palabras tranquilizantes que él intentara expresar, tenían oídos sordos. Pero eso no había sido lo peor. De alguna manera alguien había conseguido las respuestas del dichoso examen y las había puesto en venta. Pronto todos contaban ya con una copia, solo que estas eran falsas y como consecuencia el plantel entero obtuvo la calificación más baja en todo el estado... humillantemente baja.

Fury repaso velozmente el expediente frente a él. Las mejores calificaciones que hubiera visto en años. Los profesores lo describían como un alumno brillante pero difícil de tratar. Un pequeño genio encausado hacia el caos, aunque solo si se le provocaba, afirmaba el profesor Xavier, quien al parecer lo entendía mejor que ningún otro. Suspiro levantando la mirada y clavándola en el chico que sonreía cínicamente frente a él.

Debía admitir que, si no lo conociera como lo hacía, creería que aquel chiquillo era incapaz de matar una mosca. Tenía un aura angelical en aquel rostro de rasgos afilados. Su cuerpo delgado aunque tonificado le daba la apariencia de un niño aunque tuviera casi diecisiete. Su piel excesivamente blanca contrastaba con su tendencia a vestir siempre de negro, tan negro como su lacio y sedoso cabello que caía sobre su rostro como plumas de cuervo. Pero su mirada, esa mirada de grandes ojos increíblemente verdes, enmarcados en delineador negro y una gruesa capa de largas y chinas pestañas era lo que en verdad causaba escalofríos. Con esa mirada era capaz de desarmar a cualquiera o acribillarlo, sin siquiera decir una palabra. En aquel momento brillaban con divertida malicia.

-Bien Laufeyson –Dijo al fin aclarándose la garganta, mientras cerraba la carpeta entre sus manos.- Lo que hiciste en esta ocasión ha excedido el límite de mi paciencia.

-No sé de qué está hablando señor director –contesto el chico con fingida inocencia, pronunciando las últimas dos palabras con un deje casi de burla. Era más que obvio que aquel mocoso sentía un pronunciado desprecio ante las figuras de autoridad.

El plan (yaoi-Thorki)Where stories live. Discover now