Elma llevaba en el teléfono por más de veinte minutos, escuchando la tediosa perorata de la chica al otro lado de la línea.
Dio un vistazo al reloj de la pared y rodó los ojos con impaciencia preguntándose cuando terminaría. Cuando, esa chiquilla se daría cuenta que tenía un millón de cosas por hacer, mucho más importantes que estar perdiendo el tiempo con ella; y que, si le había preguntado cómo le estaba yendo en Londres, era por pura cortesía.
—¡En verdad es genial, es diversión, cultura, luces, color! Es una ciudad capaz de sorprender a cualquiera—. Decía emocionada Jane Foster, mientras Elma se entretenía delineando las vetas del mármol con que estaba hecha la isla de la cocina donde se hallaba recargada.
A ella simplemente le daba lo mismo, de cualquier forma jamás aspiraría a visitar un lugar así; a menos, claro, que por puro milagro saliera ganadora de algún sorteo; cosa imposible ya que no solía participar en esa clase de juegos. Pero nunca se sabe.
Las aspiraciones de Elma eran de índole más practicas: hacer bien su trabajo, saldar las cuentas y guardar el resto para el fondo de ahorro que serviría para cuando su hijo entrara a la universidad, un sueño que se esforzaba por ver realizado.
Y, como si su mente lo invocara, este entró por la puerta trasera igual que todos los que habían nacido con la desafortunada suerte de ser hijos de una clase social inferior a la que ella servía; algo que estaba empecinada en cambiar. Y no es porque tuviera algo contra los Odinson, de hecho, ella consideraba que eran, en la medida de lo posible, buenas personas y la prueba más fehaciente era la amistad que su Fandral tenía con Thor, quien en ese momento entraba tras él.
Ese chico era especial, era bueno, honesto, amable, un poco engreído en algunas ocasiones y terco como él solo, pero era leal; no por nada ella ayudo en su crianza. Jamás hizo algo que hiciera sentir a su hijo en desventaja frente a él. Sin embargo era hijo de "ricos" y su camino por tanto era distinto. Si Fandral deseaba algo de la vida, tendría que trabajar por ello y no simplemente tomarlo como Thor.
—...Te puedes sentir tan pequeño junto al impresionante Big Ben —continuaba la chica en su oído—, o contemplar el mundo a tus pies desde el London Eye.
—Aja —contestó simplemente, recibiendo un beso en la mejilla de su hijo. Mientras, Thor hacía lo propio con cada una de las damas que trabajaban en esa cocina, quienes sonreían complacidas por las galanterías del adolescente.
—¿Qué tal tu día, guapo? —le preguntó Dita, mientras pulía los cubiertos que Gerda acababa de lavar.
—No me puedo quejar —contestó obsequiándolas con su más encantadora sonrisa—. Hola mamá —susurró al retrato que colgaba en una repisa en donde los trabajadores solían llevar flores a su antigua y amada patrona.
Jord fue una mujer excepcional. Había contratado personalmente a cada uno de los que trabajaban ahí convirtiéndolos en una gran familia. Su preocupación siempre fue que todos tuviesen las mismas oportunidades y se dedicó a propiciar el crecimiento personal de cada trabajador. Ayudó a que cada uno pudiera adquirir su propia vivienda y les apoyó con sus hijos. Por eso todos lamentaron el día que se fue.
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El plan (yaoi-Thorki)
أدب الهواةThor y Stark, los dos chicos más populares de preparatoria compiten siempre por ver quién es el mejor. Natasha enreda a este par de playboys para aceptar la apuesta de sus vidas y comprobar quien de los dos es el mejor seductor sin imaginar que el r...