Capítulo 5

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Conseguí un pequeño apartamento en Bayamón. Tenía dos cuartos, un baño, cocina, la sala y el comedor era juntos. Era pequeño, pero era mío y la dueña me bajó un poco el precio al ver que tenía una bebé. Le dije a mamá que encontré un lugar para vivir y me ayudó a mudar mis cosas y las de Lucía. Estuvo con lágrimas en los ojos todo el tiempo, su bebé estaba creciendo y no quería dejarme ir.

Con todo lo que estaba pasando en mi vida, la búsqueda de apartamentos y luego la mudanza no había podido ir a ver a Nicole. Cuando estuve organizada en casa con los pocos muebles que tenía decidí que era tiempo de ir a verla. Llegué al hospital y nunca me esperé lo que me dijeron ahí.

La. Había. Dado. De. Alta. Se había ido y no fue a buscarme. La llamé a su teléfono y me mando al buzón de voz. Nicole soy yo Iv, fui al hospital para enterarme de que no estabas, por favor llámame. No me llamó ese día, ni el siguiente. Yo estaba muy preocupada por su estado, fui hasta su casa a buscarla y me encontré con la tía, que parecía haber envejecido 10 años en tan poco tiempo.

- Hola tití, bendición, ¿dónde está Nicole? ¿Me dijeron que la dieron de alta, está aquí? – La tía me hizo señas para que pasara, así que entre con Lucía y me enseño una carta que estaba encima de la mesa. La carta decía mi nombre.

- Cuando la dieron de alta la traje aquí, antes de irse dejo eso para ti – se fue a su cuarto y me dejó sola con Lucía y la carta.

Iv

Perdóname, no puedo quedarme aquí, verte me hace daño. No sé cómo puedes amar tanto a mi hija cuando yo no lo hago. Por favor cuida de Lucía, ella merece una madre que la ame y la proteja, es tuya, yo no puedo hacerlo.

Hice lo que me dijiste y le conté a Adam la verdad. Mientras lees esta carta ya debo haberme marchado lejos de aquí. Por favor no me busques, necesito tiempo para sanar y volver a ser la antigua yo. Esa que se buscas en mis ojos cada vez que me ves. Perdóname por decepcionarte y no ser tan fuerte como tu.

Te amo por siempre,

Nico

- No, no y no. Ella no puede hacernos esto - tuve que sentarme, de la impresión, no podía ser cierto, ella nunca nos dejaría. Comencé a llorar mientras abrazaba fuertemente a Lucía. - No es justo que simplemente se haya ido sin decirle a nadie. – Fui hasta el cuarto de mi tía y le pregunté - ¿Cómo consiguió salir de la clínica? Ella no estaba lista para salir tan pronto

- Yo le firmé la autorización – confesó culpable – ella me prometió que estaba mejorando y que quería volver a casa. Yo le creí Ivana – lloró - pero no fue así lo siento.

Llamé a mamá llorando para contarle lo que había pasado. Nicole se había ido, diciendo que me deja a su hija. Intentó consolarme, diciéndome que ella volvería y que las cosas irían bien, pero ahora mismo no se sentía así. Nunca pensé que Nicole fuera egoísta, mientras yo la ayudaba ella planeaba como abandonarnos a Lucía y a mí y eso malditamente dolía.

Me refugie en casa y en cuidar a Lucía lo mejor que podía, ahora era yo la que estaba triste y dolida. Solo que al contrario de Nicole que desatendía a su hija, yo la colmaba en atenciones y juegos. Lucía era el vivo retrato de su madre cuando era una niña nuestras fotos infantiles lo demuestran y si bien estaba molesta con Nicole, me alegra de tener una parte de ella aquí conmigo, una parte que me hace sentir que nunca estaré sola.

Pasaron las festividades y no había celebrado ninguna, no sentía que era apropiado, pero estas serían las primeras Navidades de Lucía y ella iba a tener una casa decorada, llena de luces, con olor a Navidad y de celebración. Fui con Lucía a las tiendas a comprar todo para decorar la casa y me encontré con Daniela en las tiendas, cuando me vio con la bebé la cara de incredulidad de ella me hubiera dado risa, sino fuera algo tan serio.

Le conté que Lucía es la hija de Nicole, y que yo la estaba cuidando, no quise darle muchos detalles de lo que ocurría, pero le dije que sería genial si ella y Marie pudieran ir a casa a pasar la Navidad, pues solo seríamos nosotras dos. No las veía desde la graduación y ellas habían empezado la universidad, mientras yo me quede en casa, tenía tanto que contarles. Le di la dirección de mi casa y prometió que llevaría a Marie con ella.

Algo que había ocurrido con mi vida amorosa o la falta de ella, es que los pocos muchachos que se interesan en mi cuando se dan cuenta de que tengo una hija se escapan antes de que pueda contar hasta tres. Eso verdaderamente apesta porque tengo 19 años, un bebé y nunca he tenido nada de acción, si saben lo que quiero decir.

Suspire tristemente, terminé mis compras y me fui a casa. Llegamos y había un carro extraño detenido al frente. Sé que no es mamá y estoy segura que no es Daniela. Así que me bajé y tomé conmigo a Lucía, estaba dando la vuelta para no tener que pasar directamente al lado del carro. Abrí el pequeño portón que hay antes de entrar a mi casa y cuando lo voy a cerrar un hombre alto por lo menos 6 pies, no musculoso, pero si fibroso, cabello oscuro y ojos verdes aguanto el portón.

Estaba asustada, no conocía este hombre y si bien parecía atractivo, no era un amigo. Quede de frente a él y le pregunte que quería y quién era, pero él no me miraba a mí. Estaba mirando a Lucía, fijamente. Involuntariamente estiro un brazo hacia ella, tratando de tocarla y yo asustada di un paso atrás y escondí a Lucía con mi cuerpo.

- ¿Me estas escuchando - le dije duramente - respóndeme quién eres y qué haces aquí? Antes de que llame a la policía - lo amenacé. - Él se enderezó en sus 6 pies de alto y me miró fijamente a la cara antes de responder:

- ¿Es ella no es así?  – voltee la cabeza sin entender y muy confundida.

- ¿Te conozco?  – giré mi cabeza de lado tratando de pensar, aunque sabía que no lo hacía, créeme lo recordaría.

- ¿Ella es la hija de Nicole?  – preguntó esta vez y la confusión finalmente desapareció y una nube de entendimiento llego a mí. Sé quién es él y podía no gustarme lo que vino a buscar.

El tiempo no se detieneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora