Capítulo siete.

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-No mamá, no, no voy con los porros a drogarme y a joderle la vida a los otros estudiantes.

-¿Quién me lo asegura?

-Pues mira, sólo venía a avisarte que saldré y que no sé a qué hora del día regresé, así que no me esperes despierta...¡oh espera!, aun así no lo harías, estás muy ocupada en "tu trabajo".

-Tenme más respeto, soy tu madre.

-Pos pa' lo que me impor...¿¡Qué estás viendo eh Larissmar!? Lárgate a tu cuarto a ver porno, pero no te metas aquí, esto no te interesa.

-¡______!, no vuelvas a hablarle así a tu hermana, ya sé que es un dolor de cabeza, fea, gorda, negra, pendeja y que es culpa de un pinshe condón roto, pero así se le quiere.

-Ya te dije, no me esperes despierta.- Dije en un tono de enojo, mientras rodaba los ojos. Había avisado a mi madre que saldría, no le dije a dónde, ¿la razón? Obvio, soy una badgirl. No, la verdad no, que puto asco, en realidad a ella no le importa a dónde voy, no es de su incumbencia.

Salí de la vecindad, caminé a lo largo de la cuadra, hasta la parada del camión. Uno, dos, tres...siete minutos llevaba ya esperando mi pinche pesero.

-Hasta al fondo hay lugares, pagas con cambio exacto porfa, guapa. -Dijo con un tono asqueroso el conductor del pesero. Odiaba el transporte público, pero mi familia jamás había tenido un auto, jamás lo tendría.

¿A dónde pensaba ir? Pues sí, en efecto, al centro de la ciudad, donde estaba el cantón de la Sr. Laura, ¿qué podía perder?...bueno, además de tiempo, dinero, mi virginid...JAJAJAJA ¡NO!, eso se fue hace mucho tiempo, se la di a un "pito chico" por algo que llama "estar enamorada", pendeja qué estaba. Pero bueno, mientras la tal Laura no se pasara de lanza, todo iba a estar bien.

Es callada, tímida, inocente, tiene la mirada, le tomo la mano, empieza a temblar, a temblar de miedo, diciéndome que nunca había sentido sensación así en su vida, así en su vida, así en su vida.

¡Diecisiete años!, amo su inocencia, ¡Diecisiete años!, soy su primer novio, ¡Diecisiete años!, su primer amooor.

-Llévele, llévele, damita, caballero, para el niño para la niña, barato, barato. Disco con todos los éxitos de los Ángeles azules.

-Déme un disco por fa, ese que trae la de diecisiete años esta chido, ese quiero. -Le di los quince baros al señor que se subió a vender discos al camión, me encantaban los ángeles azules, no me iba a perder un ofertón así por nada del mundo.

***

Bajé del camión, trataba se seguir las instrucciones que me dio la mugrienta asistente de la vieja, pero este era otro mundo, uno que toma chaparritas, que se tapa con reteartas cobijonas y sarapes en las heladas y que en las caloronas se baña en el río, uno que es de rancho no sabe de esto, y yo sabía que no saldría nada bueno de los citadinos y sus máquinas voladoras, sus calles confusas y su comida basura, pero en fin.

Iba caminado con todo mi flow latino por las calles de Atzcapotzalco buscando la dichosa casa de Laura.

Una, dos, tres cuadras y pinshes nada que encontré. Al parecer me había perdido.

Me iba a dar por vencida, pero en ese momento me giré y vi el nombre de la calle justo frente a mis ojos.

Caminé por toda la acera buscando la casa, esa tarea no fue difícil ya que a plena vista se podía distinguir esa casota. -¡Pinshe cantón que se carga la Laura! -pensé.

Entonces recordé aquella frase celebre de mi amiga, la Chayo, "Que sea guapo/a gusta, pero que tenga una mansión en Atzcapotzalco...¡Enamora!". <<Pinshe sabiduría que se carga la Chayo>>

Toqué la puerta con mi puño y una mujer con apariencia de "chacha" me abrió de mala gana. La ignoré por completo y me metí como Pancho por su casa en busca de Laura.

Revisé todo el lugar, dándome tiempo para husmear y robar una que otra cosilla.

Fui al cuarto y último piso de aquella casa, en uno de los pasillos había una puerta de la cual salía luz por la parte de abajo.

Caminé hacia ella y la abrí sin más. Dentro me encontré con la imagen más traumante, asquerosa y excitante de toda mi vida hasta ahora.

Era Laura con un shavo echando pasiones cuál cerdos.
Pa' que les miento, el shavo estaba que se caía de bueno, yo sí le andaba compartiendo la parte cremosita de mi galleta oreo, ¡Shequeteto!.

Pero bueno, volviendo al tema principal...

- ¡Oh sí!, ¡Christian sigue así! - gritó Laura en tono de gemido.

Aclaré mi garganta tratando de hacer ruido y se diesen cuenta de que estaba ahí, pero no parecieron escuchar. Aproveche la situación y saqué mi "IPhone 5s" <<Me lo había encontrado en uno de mis tanto viajes por metro, que puta suerte me cargaba.>> para grabar todo el sexoso suceso. Tal vez podría vender el vídeo a alguna página pornográfica o masturbarme con el...o algo así.

Llevaba ya como 10 mins grabando la escena cuando de pronto Laura volteó y se percato de mi sensual presencia.

- ¡Oh, por Dios! - gritó Laura, asustada e impactada.

- ¿Qué pedo, seño'? - dije encarando una sonrisa.

Laura tomó la sábana de al lado y se cubrió con ella, dejando al shavo completamente descubierto.
-¡Pinshe paquetote que se carga este wey! - pensé y me mordí el labio involuntariamente, mi espalda se tensó y mis piernas flaqueaban. ¡Oh, no!, ya era demasiado tarde, me había excitado, y cuando me excitaba no pensaba las cosas claras, era capaz de hacer cualquier tontería.

- Cariño, ¿Podrías salir un segundo?, por favor. - musitó Laura en tono de ¿Súplica?, que lástima y asquito daba la pobre.

- No. - dije sin más.

Laura estaba más roja que un jodido tomate, y para mi suerte Cristián me miró, me cachó mirándole seductoramente el paquetazo. Alcé la mirada para encontrarme con la suya...y me perdí, me perdí en sus jodidos ojos mieles, una mirada cautiva, penetrante, llena de emociones escondidas. El maldito de alguna manera lograba excitarme más y más, la cabeza se me llenaba de pensamientos e imágenes jodidamente eróticas, sin notarlo me estaba acercando a la cama, sin quitarle la mirada a Cristián. Yo era como un corredor en un maratón y Cristián como la última puta gota de agua. Quería ser suya y que él fuese mío, quería sentir sus fuertes brazos, quería estar gritando bajo su fuerte cuerpo, quería tantas cosas, mis respiraciones agitadas y mi ritmo cardíaco aumentaron, cuando pronuncio deliciosamente unas simples palabras.

-¿Un trío?, ¿o qué, guapa?...

¿Coincidencia? no lo creo. (Pausa temporal de tiempo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora