Quinto sust... cumpleaños

548 124 89
                                    

Hyungwon tenía al pequeño roedor entre las palmas de sus manos. Caminaba con una enorme mochila en los hombros. Su mama le había pedido ir a comprar muchas cosas para esa tarde y en la pasada fue a buscar a su nuevo amigo. Kihyun se había negado rotundamente a irse de su casa. A decir verdad casi nunca lo hacía. Solo cuando iba a robar comida o elementos de limpieza a algunos negocios. Pero ahí estaba, apretado en su propio cuerpo, su colita temblaba de miedo cuando pasaban cerca de las personas y el roedor trataba inútilmente de cubrirse con algo. Parecía creer que cuando se tapaba los ojos los demás también dejaban de verlo.

Luego de pasar por la pastelería para comprar chispitas de chocolate y granola para el helado, terminaron de llegar al hogar del castaño. Era una casa muy grande, con un enorme jardín que la rodeaba. Entraron por un camino de piedritas. Hyungwon enseguida puso las cosas sobre la mesada de la cocina y salió corriendo escaleras arriba, con los gritos de su madre siguiéndolo. Por suerte era su cumpleaños y salía ileso de todos los griterios.

Emocionado y eufórico de tener al hámster en su casa lo apoyó en la almohada, mirándolo con una de esas sonrisas en donde sus mejillas se hacían grandes y gorditas y sus dientes se notaban hasta dejar ver las encías.

— Te prestaré ropa, cámbiate. Vamos Kihyunnie. — con el dedito índice comenzó a picar la barriga del roedor, moviendo la falange para hacer cosquillas en su rechoncho y ovalado cuerpo. Kihyun movía sus patitas tratando de detenerlo, empujándolo y mirándolo con enojo y frustración. Era demasiado chiquito para siquiera intentar luchar contra esos dedos tan largos. Sus chillidos eran agudos y de alguna manera terminó de boca a la almohada, agarrándose con las cuatro patas y pegando sus pelos al pelaje para no sentir las cosquillas.

— ¿Te quedarás así? No es justo, es mi cumpleaños, ¡tienes que hacerme caso! — su rostro era uno ofendido y a Kihyun se le inflaron los pelos de escucharlo. Se frotó el rostro un par de veces antes de dejarse cambiar. Su pequeña nariz repleta de lunares estaba fruncida como una pasa de uva. Hyungwon por su lado tenía una gigantesca sonrisa y apoyó ambas manos en las mejillas ajenas, le abarcaba por completo la cara, apretándole apenitas.

— Buscaré mi ropa de niño. Seguro está en alguna parte. — Kihyun mantenía los ojos bien abiertos, mirando algo asustado y nervioso al mayor, sus dedos apretados contra su propia piel. Cuando volvió con la ropa pensó en solo salir corriendo pero no quería hacerlo enojar.

Estuvo un rato cambiándose, el bóxer le quedaba grande y a pesar que era ropa de cuando era joven todo le flotaba y parecía que estaba en pijamas.

— ¿Tu mamá no conoce a tus amigos y tu ropa? Mejor me quedo aquí. Tráeme pollo. — Hyungwon le había acercado unas sandalias para ponerse, pero Kihyun las miraba con desprecio, escondiendo los pies debajo de su trasero.

— Mamá no dirá nada. Ahora ven aquí. Vamos Kihyunnie, no puedes ir descalzo. — Hyungwon se había acercado para tomarle la cintura y acercarlo a las sandalias, pero Kihyun enseguida se corrió a un lado y negó con rapidez, cubriéndose los pies con las manos, le miraba enojado, con los pelos de la cabeza que se iban haciendo puntiagudos.

— Los chicos están llegando al patio. Vamos así entonces. Pero si te embarras luego no quiero quejas. — al final Kihyun terminó sentado en una silla justo frente a la mesa del patio, apenas llegaba cómodamente, demasiado pequeño para la mueblería. Apoyó los deditos en el borde de madera, toqueteó y rascó con curiosidad animal. Hyungwon iba y venía con comida y gaseosas que le daba la mamá y cuando por fin terminó sus amigos habían llegado. El cambiaformas estaba asustado, con el cuerpo acurrucado en si mismo y la nariz que no paraba de olisquear por los nuevos olores. Pestañeó algo rápido cuando encontró a su hermano en brazos de un chico menudito y todo su cuerpo se tensó.

La casa embrujada [Hyunghyun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora