El primer susto

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Los adolescentes son idiotas, no saben lo que hacen ni tampoco le temen a lo desconocido, ellos no eran la excepción.

Cinco chicos estaban justo frente a la puerta de una casa abandonada, presuntamente embrujada. Desde que tenían noción de la existencia había sido una enorme mansión que nadie había pisado y sus padres siempre le prohibían por completo entrar. Según los adultos, dentro vivía una mujer con muchos gatos y perros que despellejaba a los niños curiosos. La verdad es que nadie estaba seguro, pero tampoco querían corroborarlo... Hasta ese día.

Un chico de cabellos castaños claros, otro de pelos blancos y brillantes, otro rubio con ojos celestes. Éste estaba abrazado con fuerzas a un chico alto y moreno. Y por último un chico pequeño de cabello negro azulado. Ninguno estaba muy seguro de lo que estaban haciendo, simplemente habían perdido una apuesta con los otros muchachos del pueblo. Al final comenzaron la caminata dentro de la casa.

Vivían en un barrio a una hora de la capital, pero el lugar mantenía serenidad y prácticamente no había edificios en ninguna parte. Era un pueblo de gente vieja y adolescentes que aún no entraban a la universidad, con lo cual seguían en ese lugar de mala muerte hasta que tuviesen que ir a Seúl a estudiar o se quedaban haciendo trabajos manuales en la tierra o atendiendo los pocos locales que habían. Algunas veces con suerte quedaban para trabajar en alguna fábrica de alrededor.

— ¿Estamos seguros que queremos entrar? N-no quiero ir. Hyung, quédese conmigo aquí afuera mejor. — Hoseok era el más miedoso de todos y a su vez uno de los más grandes del grupo. Grupo que se había formado directo desde el vientre de las madres, que eran todas un grupo de mejores amigas que luego de haberse distanciado, volvieron a reunirse en su lugar de origen para criar a sus hijos. Hyunwoo tenía los brazos alrededor del rubio, sonriéndole de a ratos. Ambos tenían el apodo de 'novios', aunque nunca habían pasado a segunda base, pero Hoseok hacía todo un escándalo si lo veía abrazando a otra persona que no fuese él. Algunos le tenían lástima a Hyunwoo y no entendían como el mayor de todos, con dieciocho años, no frenaba esa relación insana que tenían.

— ¡No seas miedoso! ¡Aparte no te puedes quedar con Hyunwoo hyung! Nos quitas a nuestro escudo protector. — Jooheon le apuntaba acusadoramente. Era el segundo más joven del grupo, el primero era Changkyun, el chico de cabellos azules que en ese instante estaba abriendo la puerta de la casa como si no fuese la gran cosa. Todos chillaron en ese momento y Hyungwon, el más alto de los cinco, corrió enloquecido para poder ver por arriba de la cabeza ajena. Tenía una sonrisa de oreja a oreja. Él era un caso perdido. Amaba todo lo que fuese de terror, aún si luego no podía dormir en la noche. Aunque eso no pasaba, podía dormir hasta con un incendio al lado.

Al final el grupo entero tuvo que entrar porque el más chico se había metido y ninguno era capaz de dejar a su más querido menor en las garras de una bruja. Porque sí, en el ámbito de la juventud se decía que dentro había una bruja que convertía a los niños en animales inmortales para que vivieran el resto de la eternidad allí dentro. Muchos decían que si te ponías a ver la casa por un día entero podías ver a un chico pasando por las ventanas. Limpiando, hasta algunas veces cocinando.

El rechinar de la puerta fue tenebroso, Hoseok iba caminando toscamente detrás del moreno, abrazándole la espalda y escondiendo la cabeza para no ver nada. Changkyun estaba adelante, junto con Hyungwon iluminando el camino con dos linternas demasiados grandes. El lugar estaba terriblemente limpio para estar abandonado, pero las luces no encendían. No había rastros de polvo hasta que Changkyun notó en el suelo migas de galletas. Iban marcando un camino, como si algún animal se hubiese robado algo de la cocina.

— ¿Lo seguimos? — susurró con voz ronca a su amigo, no quería avisarle a los demás, seguro que enseguida iban a armar todo un caos por solo unas cuantas migajas.

Decidieron por el sí. Paso a paso iban buscando las migas que algunas veces eran más y otras menos. Y entre más se acercaban un ruido extraño y como de mordidas se empezó a oír. Jooheon gritó del susto y antes de siquiera pensarlo estaba entre medio de sus dos mayores, prácticamente arriba de Hyunwoo. Hoseok no había dado tiempo a quejarse y solo se apretaba como si se lo llevara el diablo.

— P-parece como si estuviesen comiendo. ¿Comiendo un niño? — Jooheon casi quería llorar y los demás solo pudieron tragar en seco. Changkyun buscó con la mirada alguna especie de palo para protegerse y encontró una escoba en un costado. La agarró con firmeza y con Hyungwon mirándolo fijamente apuntó a donde creían que estaba escondida la bruja devorando a un pobre niño mientras le chupaba el alma y lo convertía en algún puerco o gato.

Cuando finalmente Changkyun se atrevió a empujar la puerta que estaba a un lado todos empezaron a gritar. Primero ellos, luego lo que sea que estuviese allí dentro. Lo hicieron por alrededor de cinco minutos. Hoseok girando en su propio eje mientras Jooheon lloraba como el niño que era. El peli azul estaba abrazado a su amigo y todo era un caos y descontrol. Enseguida se escucharon los aullidos que empezaron a hacerse gritos bien formados y luego todo lo que estaba en el pequeño cuarto de limpieza caía estruendosamente en la cabeza de alguien.

— ¡Kiki yo no fui! No. ¡No te atrevas a mord- ¿Hola? — Changkyun estaba seguro de haber visto a un perro, pero ahora había un chico, un precioso chico de cabellos marrones chocolate, ojos verdes y brillosos y un rostro confundido con migas de galletas en todo el rostro. Estaba desnudo y acurrucado en el armario de limpieza. Ninguno llegó a decir nada, el sonido mordaz de algo deslizándose por el suelo se hizo presente y enseguida Hyungwon lanzó un alarido de dolor.

Su cuerpo cayó al suelo en un instante y solo Hyunwoo llegó a ver como una rata o roedor mordía la pierna de su amigo. Luego casi en cámara lenta un chico de cabellos negros y naranjas se formaba sobre el más alto. Tenía un arma en la mano, un cuchillo en realidad y un palillo metálico. Al último lo clavó justo al lado de la cabeza del castaño claro y el otro lo revoleó con ferocidad hasta dar a un lado de Changkyun, rompiéndole la ropa. Estaba desnudo, dientes sumamente filosos, pequeñísimos lunares por todo su cuerpo y en especial en el rostro. La única prenda que estaba sobre él era una pechera en diagonal que cargaba cuchillos de muchos tamaños, tenedores y palillos.

— ¡Fuera de aquí! ¡Fuera de aquí si no quieren que los asesine a todos! ¡Y tú! ¡Te comiste mis galletitas! — Kihyun tenía los ojos totalmente negros y fruncidos, era un animal que estaba por atacar sin miramientos. Hyungwon por el otro lado estaba estático, había subido inconscientemente las manos a la cintura del pequeño chico. A decir verdad era terriblemente chiquito y Hyungwon se vio en la necesidad de alzarlo cuando vio la oportunidad, causando que el chico se revolviera con violencia. Por un segundo se miraron a los ojos y al siguiente el chico había desaparecido, un pequeño hámster estaba en el aire y se le abalanzaba a la cabeza, mordiendo y rasguñando hasta que todos empezaron a correr a la salida. Los había espantado una rata.





Aca... casual. No pude evitarlo. Soñé con kiki transformándose en roedor y bueno xD una cosa llevó a la otra.

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La casa embrujada [Hyunghyun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora