El tercero ya no asusta

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Ese día en especial el clima estaba cálido y agradable. Era media tarde y Minhyuk estaba tirado en la galería de la casa. Con sus patas estiradas y todo su abdomen tocando la fría madera con intenciones de calmar el calor. Su forma animal era la de un perro callejero, una mezcla entre muchas razas pero se podían apreciar las características de algún labrador marrón y pastor alemán. Su pelaje era un castaño muy vivo, sus ojos verdes intensos y su tamaño era mediano aunque alto y flaco, con un pelo bastante largo y lacio. Kihyun estaba a su lado, sentado sobre sus patitas mientras comía una galleta que apenas entraba en sus diminutas garras. Llenaba sus mejillas con rapidez disfrutando a su extraña manera la calidez de la tarde en donde nadie pasaba por la calle y por tanto nadie los molestaba.

Ambos eran hermanos, nunca estuvieron muy seguros si eran de sangre o no pero desde que tenían conciencia habían estado juntos. Su madre los había criado sola en aquella casa, ella era una mujer normal, una humana que los amaba y cuidaba con mucha felicidad. Sin embargo cuando Minhyuk tenía cinco años y Kihyun cuatro, alguien fue a buscarlos a la casa. Se escucharon disparos y golpes. Ambos hermanos acurrucados en sus formas animales en un rincón del cuarto que compartían.

🐶🐹

— Oh, pronto llegará el chico con el pollo, ¿cómo se llama? Mi amigo se llama Changkyun, ayer me leyó un libro sobre aliens. Creo que piensa que venimos del espacio. — ambos se podían comunicar entre ellos por miradas, transmitiéndose los pensamientos. Habían descubierto esa habilidad luego de que su madre se fue pues se mantuvieron en estado animal por mucho tiempo.

— No es mi amigo. Y no se por qué me trae comida. Y se llama Hyungwon.— su pelaje se había inflado por completo, volviéndolo una pequeña bolita de pelos parados, soltando el pedazo de galleta en el proceso. Comenzó a frotarse con fuerzas la cara para luego sacudirse hasta la punta de la cola y orgullosamente se metió dentro de la casa. Minhyuk reía divertido y moviendo su larga cola fue al patio trasero. Nunca nadie entendía porqué estaba podado y arreglado si no había nadie dentro. Varios habían querido hacerse con la casa pero salían espantados y con los años el mito de la casa embrujada se hizo tan fuerte que era una de las leyendas más populares del pueblo.

Kihyun salió de la casa un rato después. Una sudadera rosada junto con un pantalón a las rodillas marrón y descalzo, odiaba usar cosas en los pies. Se sentó en un costadito con las manos juntas en el hueco que quedaba entre sus piernas. Jugó un rato con sus dedos y luego con las ramitas que caían de los árboles de alrededor, pero Hyungwon no llegaba.

El sol ya estaba cayendo cada vez más y sin darse cuenta sus pequeños ojitos se aguaron en tristeza. Su nariz se elevó un poco tratando de buscar algún indicio de que estuviese llegando pero nada sucedió. ¿Y si le había pasado algo? Kihyun dudó un rato más, llevaba horas esperándolo. Lentamente se levantó y caminó por las escaleras de la casa. Cuando pisó el suelo recordó que nunca desde hacía más de diez años había caminado por ese lugar en su forma humana. Sus ojos se abrieron del susto y antes de poder seguir caminando ya había corrido de vuelta a la casa, cerrando con violencia la puerta.

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Fue alrededor de las doce de la noche cuando Kihyun escuchó la puerta de su casa abriéndose. Su entrecejo se frunció y sin miramientos se lanzó a la cacería del que fuese que quisiera interrumpir la calma de su hogar.

— ¿Kihyun? ¿Estás por ahí? Soy yo. — la voz del chico salía suave y se notaba el miedo. Alumbraba con su linterna para todos lados. Pero el roedor se sentía traicionado y con sus pelos parados en alerta se movió sigilosamente. Enseguida encontró el momento y ángulo correcto, lanzó sus dientes a la pierna ajena. Escuchó el grito de dolor y se salió de la carne para comenzar a rasguñarlo.

La casa embrujada [Hyunghyun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora