Capitulo 1. ♠ Christian Grey♠ REESCRITO

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Christian Grey.

Sábado 04/Octubre/2014

Descargue una última vez el cinturón en el trasero de la chica de turno para luego bajar mi pantalón lo suficiente para sacar mi miembro y penetrarla de una estocada, ella lanzo un grito lo que le hizo merecedora de un azote.

-¡Cállate! No te he dado permiso para que grites. - Rugí a la vez que embestía contra ella sin control, de manera rápida para correrme minutos después.

Así sin más.... Desde hace mucho no disfrutaba del sexo como en mis inicios, todo me parecía monótono y simple, no había emoción y nadie me satisfacía completamente. Salí de ella sin dejar que buscara su liberación, subí mi pantalón rasgado con la respiración agitada, tome uno de sus brazos después de soltar sus manos que estaban sujetas con una cuerda y la lleve fuera del cuarto de juegos donde tenía largas sesiones BDSM con algunas chicas del club, muchas de ellas no eran sumisas o dominatrix si no chicas que querían experimentar algo nuevo aunque también tenía sexo casual afuera del club, Erick, el dueño del club, conocía mis gustos por lo que no dudaba en llamarme cada vez que una chica nueva llegaba al club, me enorgullecía decir que era el primero en mostrarles lo que era el mundo del BDSM, las tomaba por una noche o dos -depende de cuanto me de satisfacción- bajo mi protección y les enseñaba lo que era estar bajo el poder de un Dom. Me complacía saber que para muchas yo era el mejor y que si pasaban una temporada conmigo y hablaba bien de ellas con otros Dominantes en el club podían conseguir a alguien que las poseyera durante un tiempo más largo, en este mundo en el que estaba inmerso había mujeres muy interesadas, muchas solo buscaban un Dom para que las cuidara, que se encargara de sus gastos y le compraran cosas pero así eran las reglas en el BDSM, si el amo se siente complacido recompensa a su sumisa de la manera que crea conveniente, caso contrario si la sumisa ha hecho algo que va en contra de las reglas su Dom la castiga, sin violar sus límites infranqueables. Aunque no siempre se aplicaban las mismas reglas, al menos en cuanto al tiempo se refiere.

Conocía las reglas como las palmas de mis manos, había estado en este mundo desde muy temprana edad, desde que fui lo suficiente mayor para poder firmar un contrato y que este tuviera validez, a lo largo de los años decenas de chicas habían pasado por mi Penthouse, donde estaba instalado mi cuarto, Pelirrojas, morenas, altas, bajitas, blancas y de color. No importaba en lo más mínimo siempre que me permitiera saciar mi deseo, muchos dominantes o dominatrix tenían algunos fetiches con la apariencia de sus Sum, algunos solo les gustaban las mujeres de color, a otros, morenas. No era mi caso, pero tenía un límite, no me cogía a rubias, no importa que tan atractiva y sexy fueran…ellas estaban prohibidas para mí, la vida me había enseñado a desconfiar de todas las personas, pero había sido una rubia la que me había arruinado mi infancia de la peor manera por segunda ocasión.

Por lo regular, los contratos, para mí, no duraban más de un mes; no había nadie que me interesara lo suficiente para alargar nuestro acuerdo. Todas mis chicas Vivian en mi casa, dormían en una habitación que había preparado especialmente para ellas, debían seguir al pie de la letra nuestro acuerdo, comer lo que se estipulaba en el contrato, vestir como lo quería y, más importante aún, comportarse como lo requería adentro y fuera del cuarto de juegos.

- Vístete y ven a mi despacho en 5 minutos. -le dije firmemente a la morena después de cerrar la puerta y dejarla frente a esta.

Fui a mi habitación dejándola en medio del pasillo con la mirada perdida y el cuerpo sonrojado por las acciones de hace unos minutos, tome una ducha rápida y me vestí rápidamente cambiando mis jeans desgastados por un pantalón de chándal y una camiseta simple para caminar al despacho, Leila ya se encontraba afuera de este con la mirada baja, como siempre, vistiendo una bata de seda blanca.

Darkness and light -  REESCRIBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora