*narra Raoul*
Desde ese día procuro cuidarle. Es como que hay algo invisible que nos une. ¿Sabéis la leyenda del hilo rojo? Ese hilo que conecta dos personas que están destinadas a estar juntas. Un hilo rojo al que no podemos anteponer nuestros caprichos. Un hilo rojo que no se puede romper. Un hilo rojo directo al corazón, que conecta dos amores. Pues creo que eso nos pasa; creo que el hilo rojo que llevo atado a mi mano termina en la suya.
Me he dado cuenta de que le quiero. Le quiero como nunca he querido a nadie. Y no vale de nada que intente engañarme a mi mismo, pero puedo engañarle a él. No quiero correr el riesgo de hacerle daño. Ni tampoco quiero que me rechaze... Pero para saber si le gusto tengo un plan genial.
Hoy no estoy muy bien. Es por la noche, acaba de terminar el chat. La gala de esta noche ha sido muy dura, Ricky ha abandonado la academia y los nominados son Mireya y Cepeda.
-Ago, ¿estás despierto?
-Dime, Raoulín.
-¿Podemos hablar?
-Sí, claro... De todas formas no puedo dormir. ¿Vamos a la cocina?
-Si, por favor.
-Chicooos.
-¿Alfred?
-¿Podéis dormiros?
-O callaros por lo menos, que estoy agotado con tanta nominación—dijo Cepeda riendo.
-Ya no os molestamos más, majestades— Dijo Agoney.
-Ey, Amaia de España soy yo.
-Y yo Alfred de España.
-Y yo Cepeda, príncipe de Asturias y heredero al trono de España, y os ordeno que os calléis.
Reímos y salí de la habitación con Agoney. Nos sentamos en el sofá.
-Agoney, es que estoy triste.
-¿Qué te pasa?
-No quiero que se vaya Mireya... Es muy importante para mi aquí y no quiero perderla. Creo que... Creo que me gusta un poco. Y no sé que hacer. ¿Le digo algo o me lo callo? Esto es nuevo para mí...
Necesito saber qué piensa, cómo reacciona, para saber si le digo lo que siento por él o no.
*narra Agoney*
Cada palabra me rompía más. Le gusta Mireya y no sé qué hacer. ¿Le aconsejo que le diga lo que siente o que lo deje pasar? Me gustaría poder ser egoísta, por una vez. Pensar en mí y en el daño que iba a hacerme esa conversación e irme. Pero no pude, porque ese idiota que tengo delante, ese precioso idiota que está mirándome, esperando una respuesta, es lo más importante de mi mismo aquí dentro. Y no puedo fallarle.
-¿Es nuevo para ti? No me creo que nunca hayas tenido novia.—Sonreí. Joder, como duelen las sonrisas fingidas.
-Sí, he tenido, pero... ¿Se lo digo o no?
-Es complicado—¿para qué me haré yo ilusiones con heteros?— Yo que tú esperaría a salir de aquí, para tener más intimidad. Sinó dejaría pasar esta semana, está nominada y no le convienen distracciones.
Me jode tanto decirle esto cuando debería estar diciéndole: "que jodan a Mireya, yo te quiero más, quiéreme a mi."
*narra Raoul*
No le importa que me guste Mireya. Es que soy imbécil. Le gusta Ricky, lo peor es que lo sé. No sé por qué me empeño.
-Gracias, Agoney. Te...Te quiero mucho.
-Y yo a ti, rubio.—Me revolvió el pelo.
Al ponerse de pié, se le levantó el pijama y se le vió algo raro en la barriga.
-Agoney, ¿qué tienes en la barriga?
Se levantó la camiseta del pijama. Joooder, qué bueno que está.
-Ah, ¿esto? No es nada. Me sale en la piel cuando estoy nervioso o tenso.
-No estás bien, ¿verdad?
-No, pero no quiero aburrirte ni quiero que parezca que quiero darte pena.
-No seas tonto, cuéntame.
-No es nada... Sólo estoy nervioso por el reparto de temas de mañana.
-No mientas. ¿Es por Ricky?
-¿Qué? No.
-Entonces son los recuerdos, han vuelto ¿a que si?
-Ayer. Y no se van. Pero no quiero hablar de eso... ¿Vamos a dormir? Estoy bastante cansado.
-Lo que el príncipe quiera.
Mi príncipe. Mío.
Le cogí de la mano y fuimos a la habitación.
-Estáis muy raros los dos, eh — Alfred, tío, cállate.
Ago subió a su cama y subí detrás de él.
-¿Qué haces?
-Shhh.
Me recosté y él se tumbó con la cabeza en mi pecho. Le acaricié el pelo y la espalda hasta que supe con seguridad que se había dormido. En ese momento me quedé tranqulo y al poco tiempo, yo me dormí también.
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Verte | Ragoney
FanfictionVerte; verte es mi pasatiempo favorito, aunque no lo sepas todavía.