04. Rival

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Yo busco paz y tú eres tempestad. Prefiero darme por vencido y terminar, no quiero ser tú rival.

Mientras algunos disfrutaban de la felicidad que traían las vacaciones de pascua, otros simplemente se incomodaban ante la idea de los futuros proyectos que tenían a la vuelta de la esquina. Eso parecía a simple vista, ver las enormes filas en la biblioteca te lo demostraban.

Millie Bobby Brown quería creer eso. Les echaba la culpa a las horas de estudio por sus ojeras y mal humor, también recriminaba tantos trabajos hacia sus profesores intentando tapar por qué no le daban ganas de ver a su novio y por supuesto, deseaba culpar a media escuela de su falta de ganas por ir hacia la cafetería; aunque claro, nunca admitiría que era para no toparse al rizado que últimamente inundaba sus pensamientos.

Podía engañarlos, pero nunca podría mentirse. Millie sentí enormes ganas de vomitar el desayuno cuando veía desde lejos las muestras de afecto que últimamente tenía Finn con aquella pelirroja. Se sentía sumamente incómoda cuando coincidían en el pasillo y veía lo ridículos que parecían al tomarse de las manos y besarse castamente contra los casilleros. ¿Qué no notaban lo asqueroso que era?

Parecía que no, porque era lo que exactamente estaban realizando en sus narices. Uh, ojalá alguien le dijera a Sophia que ella había besado al mismo chico hace un par de meses. Aquello le hizo salir de sus pensamientos, golpeándose internamente. ¿Acaso tenía celos?

Era absurdo, tonto e incluso de mal gusto. Ella amaba a Noah... amaba. Quiso salir corriendo de ese lugar, sintiendo su corazón desbocarse y querer golpear lo primero que estuviera frente a ella.

Millie solamente deseo desaparecer. Estaba sintiendo celos de algo que pudo tener, pero era tarde o eso creía ella. Sintiéndose la peor persona del mundo por tener esos pensamientos y más cuando su novio venía hacia ella con ese ramo de flores, se alejó en la dirección contraria, dirigiéndose esta vez hacia su lugar secreto.

Aquel pequeño recinto que correspondía al club de jardinería. No era amante de plantar cosas y Dios sabía cuánto le duraban sus propias plantas, pero quería paz.

Medito los acontecimientos que surgieron en las semanas que llevaba el mes de marzo. Se sentía molesta consigo misma por todo ello; Stalkeaba como loca el perfil de Finn, seguía los pasos de Sophia intentando encontrar algún defecto, le preguntaba constantemente a Wyatt el porqué estaba con Maddie y estaba quedando como una loca cuando rechazó a su novio de hacer cosas que no eran propias para la casa de sus padres. Todo lo que podía hacer era recordar el intenso pero dulce beso que ocurrió con él.

Quería aventar su corazón, sacárselo y tirarlo por ahí. Pedía clemencia, un descanso, también un botón para reiniciar todo; quería volver su amistad con Wolfhard. Arreglar todo y pedir disculpas.

Pero no todo era tan sencillo.

Lo supo cuando regresó al salón. Se hizo notorio al salir de clases y caminar cerca de él intentando encontrar el momento ideal. Se desvió de su hogar caminando, para así llegar al hogar del chico y tocar con valentía la puerta, frunció el ceño y después sonrió con nervios al ver que abría la madre del muchacho. Contuvo la respiración cuando lo volvió a ver, intento no sacar todos sus pensamientos cuando estuvieron en su habitación; trato de no agarrar su mano y apretarla como los viejos tiempos. Olvido el nombre de Noah, al igual que el de Sophia. Se acercó y depositó un beso en la mejilla pecosa, murmuró un "Lo siento" acompañado de varias lágrimas, intentó que su corazón no latiera como loco al sentir el abrazo de su amigo. Le contó sus penas, alegrías y dudas. Aclaró su mente al igual que su corazón con tan sólo observarlo. Río al ver los lentes empañados de su acompañante, ella misma los sacó y limpio, por los viejos tiempos.

Pero su burbuja se rompió cuando se acercó de más e intentó dejar un beso sobre los labios de este. Casi escucho como su corazón se paró por un instante (¿o era su imaginación?) cuando escucho las palabras que nunca creyó que vinieran de él.

—Mills, yo... no puedo. El amor que te di ahí estuvo para ti, ahora, simplemente no puedo hacerlo. Encontré una persona genial y nunca podría fallarle de esa manera. Me enamoré de ti, lo acepto. — murmuró con cierta incomodidad, bajando la mirada, alejándose unos centímetros de ella. —Pero ahora lo único que puedo ofrecerte es mi amistad. — concluyó el chico, con seguridad en la voz, intentando ofrecerle una sonrisa genuina.

E ahí cuando el karma te golpea y la ironía te abraza. Sus propias palabras fueron usadas en su contra y entendió que era lo justo.

Aparecían en sus mentes los nombres de las parejas que ambos tenían. Él agradeció tener sus ideales bien puestos y ella tan sólo podía lamentarse de ser tan confusa.

Después de ahí, ambos se dieron cuenta que estaban locos. Porque el destino les daba la oportunidad de estar juntos, pero lo correcto les exigía otras cosas.

Volvieron a abrazarse, dejaron las rencillas de lado. Comentaron chistes malos, pasó el tiempo y fue hora de irse a casa. Se despidieron en el porche de la casa y él la observó subirse al Uber que pidió la chica.

Finn Wolfhard tan sólo deseo que todo eso hubiese pasado meses atrás. Millie Bobby Brown pidió al cielo otra oportunidad.

A veces el primer amor nos marca de tal manera que, aunque no estemos juntos, está ahí, presente. Correspondido o no, siempre se recuerda.

Ya sería otro día mañana. Otro donde podría refugiarse en los brazos de su novio, fingir que todo estaba bien. Ya sería otro día para Wolfhard, besar a su chica para así borrar los labios que tuvo la oportunidad de poseer, intentando no lamentarse por hacer lo correcto.

Y así sería por un rato más para ellos y para muchos de nosotros. Decirnos que estamos bien por hacer lo correcto, mientras nuestras almas piden un momento.


Locos ;; Fillie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora