Cam
24 de agosto de 2015
Domingo anterior a clases. El día que todos los jóvenes normales en el mundo odian. Parecía que la vida te refregaba en la cara que sería tu último día libre antes de comenzar la tortura, nuevamente.
La universidad apesta, no importa lo que les digan aquellos que quieren pintarla como el paraíso de la juventud. Sí, la parte de las fiestas y de la independencia de los padres es cierta, pero en su mayoría se compone de sobrevivir a base de café, durmiendo lo mínimo para poder llegar a los exámenes, con una jaqueca constante y odio hacia todo aquello que nos demuestre nuestra miserable vida. Ah sí, no olvidemos las crisis de llanto diario que nos hacen considerar la posibilidad de abandonar todo y ser cajero en un McDonald's.
Además, no sé si era mi suerte, pero siempre me encontraba en los lugares equivocados, en los momentos equivocados. Terminaba metido en situaciones de las que no tenía nada que ver, y viendo imágenes que preferiría no haber visto. Un ejemplo fue esta tarde.
Era tarde para almorzar. Ya se habían ido todos y la cafetería estaba, al igual que el campus, vacía. Lo prefería así. Todavía tenía que ver mis horarios y comer algo antes de prepararme definitivamente para el día siguiente. Un poco de paz era todo lo que necesitaba.
Casi llegando a la cafetería, presencié una escena que me hizo querer retroceder todo lo que había caminado. Apoyados contra un árbol, a unos metros de la puerta, una pareja de universitarios se besaba sin pudor, devorándose mutuamente. La chica estaba de espaldas a mí, lo que me daba una completa visión de las manos del chico por debajo de la corta falta. Cada uno con su vida, y generalmente no me meto en los asuntos de los demás. Pero, por algún motivo, la imagen me desagradó demasiado, quitándome el apetito...
—¡Apaga la luz! —Luke arrojó un zapato desde su cama, cubriéndose los ojos con la almohada.
Cam esquivó la zapatilla voladora y salió de la habitación después de dejar el cuaderno, riendo por su compañero. ¿Quién salía de fiesta el día anterior al comienzo de clases? Definitivamente, solo Luke y sus amigos. (¿O quizás era Cam el único que no lo hacía?)
Había adquirido esa costumbre luego de llegar a Inglaterra. Un día, cuando necesitaba hablar con alguien y su madre estaba demasiado ocupada como para atender a sus problemas de adolescente, decidió comenzar a escribir un diario, como tantas veces la había visto hacer a Luz. ¿Quién habría imaginado que un joven de veinticuatro años tendría un cuaderno guardado debajo de su cama, donde escribía toda su vida? Solo el morocho podría hacer algo así sin creer que por eso afectaría su hombría.
Saliendo del edificio, el celular sonó en su bolsillo. Un mensaje de Amy.
«Vamos con Logan a almorzar, ¿vienes?»
Mirando la hora, tecleó una rápida respuesta.
«¿No es un poco tarde?»
«No me interesa. Tenemos hambre y queremos ir una última vez a Pizza Hut antes de que comiencen las clases, ¿pasamos por ti?»
Clar...
Un golpe en la espalda hizo que el chico perdiera el equilibrio y cayera de rodillas al suelo, sin completar el mensaje.
—¡Mira por donde caminas imbécil! —Una chica, parada frente a él, no dejaba de gritarle sobre la imprudencia de usar el celular mientras cruzas la calle, mezclado con una buena dosis de groserías.
Frunció el ceño, desconcertado por el repentino enojo de la chica, y luego vio que estaba tirado en el césped, al otro lado de la carretera que separaba el campus de los dormitorios. Unos metros más arriba en la calle, un camión de carga se alejaba traqueteando. Un camión que nunca vio y que había estado a punto de atropellarlo si no fuera por la linda rubia que estaba parada frente a él.
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Páginas Perdidas ©
RomanceLa vida no es algo estático. No es algo que permanece de la misma manera, como tampoco lo hacen las personas que la viven. Cada segundo se transforma en un minuto, cada minuto en una hora, cada hora en un día... Y cada momento es único, decisivo e i...