Todo comenzó esa mañana, donde JungKook hubiera preferido haberse quedado en casa.
JungKook era un chico callado. Normalmente bastante calmado, pero cualquiera sabía que si te metías con el, te ibas directo al infierno. También era un chico solitario, vivía solo a sus dieciocho y no hablaba con nadie a menos que fuera estrictamente necesario.
Jeon no solía ser un chico nervioso, o asustadizo. Pero esto, esto era demasiado para el.
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Era un día nublado, un lunes de escuela y un 14 de febrero. La combinación perfecta para quedarse en casa; y Jeon ansiaba hacerlo. Faltar a la escuela era algo común para el, era bueno en sus materias, los profesores normalmente le hacían el favor de pasar por alto sus ausencias. Los profesores sentían pena por el chico, todos creían que sufría de depresión o algún trastorno de aislamiento. Nada que ver, JungKook simplemente era el.
Había mucha gente que le tenía miedo a JungKook, sin ninguna razón en realidad, el era un ser bondadoso siempre y cuando nadie se metiera con lo suyo.
Pero entonces, la alarma de su teléfono lo sacó de ese limbo entre el sueño y la proactividad del día a día. Jeon bufó y agarró su teléfono para quitar la alarma.
Como de costumbre, se levantó y restregó los ojos, observando la oscuridad de su habitación, donde por obra y magia del señor apenas entraban unos rayos de Sol para darle una visión vaga de la habitación y sus propias manos. Se restregó la cara y con un suspiro apoyó sus pies en el frío suelo para ir a bañarse.
Después de tomar una ducha y ponerse su ropa, fue hacia la cocina de su departamento. JungKook odiaba lavar platos o cualquier cosa que tuviera que ver con acomodar una cocina, así que todos los platos que usaba los ponía plástico adhesivo y luego nada más botaba el plástico. No iba a lavar un plato.
Después de desayunar, agarró las llaves de su departamento y salió de su departamento. En el apartamento de al lado vivía una amable señora, de unos ochenta que casi siempre acompañaba a JungKook con comida recién echa.
—Buenos días, JungKook—la señora salió de su departamento y junto a ella su gata blanca que ronroneó cerca de JungKook.
—Buenos días, señora Choi—JungKook flexionó sus rodillas para poder tocar la cabeza del animal color blanco—Que tenga un lindo día señora.
—Igual tú JungKook.
JungKook bajó las escaleras de dos pisos y salió del edificio donde vivía para tomar el autobús.
En la parada de autobús, Si norte estaban las mismas personas. Un hombre de traje, que siempre parecía tener prisa, dos muchachas de una escuela privada, que normalmente se lo comían con la mirada, y un perro que siempre se echaba debajo de la banca donde JungKook se sentaba.
JungKook miró debajo de la banca, y como siempre se acercó y le acarició la cabeza. Siempre quiso un perro, pero era mucha responsabilidad para el.
Normalmente, todo era así siempre. Todas y cada una de las mañanas. Pero hoy. Hoy no era igual a todas las mañanas.
Un muchacho. Una sola persona podía cambiar la mañana de un 14 de febrero para JungKook.
Cabellos rubios, estatura pequeña, mejillas regordetas, cuerpo bien esculpido y labios rellenos.
Y JungKook podía jurar que estaba a los pies de alguien por primera vez.
Durante los diez minutos que el bus tardó en llegar, JungKook no podía quitar su vista del muchacho. Las chiquillas de la escuela privada comenzaban a cuchichear entre ellas. Pero Jeon seguía ido en cada detalle del chico.
El rubio jugaba con sus manos, intentando calentarlas por el frío que hacía, también respiraba hondo y el vaho de su respiración podía verse frente a su pequeña nariz. Cuando el bus llegó, fue el primero en subirse al transporte, después fue el hombre en traje, luego JungKook y por último las niñas.
JungKook vio al rubio una última vez antes de subir al autobús, ya que una vez se sentó no encontró rastro de él. No estaba en ningún lado en el bus. Tal vez JungKook simplemente lo había imaginado.
El camino de JungKook fue calmado, con música fue capaz de quitar la imagen de ese chico del pecado. Aún así, a JungKook le comenzaban a temblar las manos y unas cosquillas extrañas en la nuca le ponían nervioso. Tal vez solo debía calmarse, todo era producto de su mente.
JungKook cerró los ojos un momento. Primero fue normal, negro como siempre de acaudno cerrabas los ojos. Después fue progresivo y violento.
Un auto, rojo. Altas velocidades, un bus. Personas heridas, sangre, muerte. Todo eso, y una presión en el pecho de JungKook sin poder dejarlo respirar. Solo cuando abrió sus ojos pudo volver a recibir oxígeno en sus pulmones.
Respiró agitadamente, con una mano en su pecho y la boca abierta para poder hacer entrar más oxigeno.
—¿Estas bien?—una voz exaltó a JungKook más de lo que ya estaba.
Su corazón comenzó a palpitar y todos su ser ardía por salir corriendo.
El chico rubio, de mejillas regordetas y labios rellenos estaba justo ahí. Hablándole. Sentado junto a él.
—¿Estas bien?...—el chico seguía hablando, JungKook estaba arrinconado en su asiento. Le daba miedo hablarle de vuelta.
—¿Quien eres?—preguntó JungKook en un tono bajo.
—¿Estas bien?—el chico parecía no poder entenderle, o no querer responder su pregunta.
—Estoy bien ¿Quien eres? Respóndeme...—esta vez lo dijo en un tono más alto y fuerte.
El chico se quedó callado, mirando e inspeccionando a JungKook. Mierda, Jeon no podía casi respirar y sentía su vista borrosa.
—Oiga...¿con quien habla?—el hombre de traje, tocó su brazo y JungKook volvió la mirada hacia el—¿Está bien Joven?
—El chico...está aquí...—JungKook señaló a su lado.
Cuando Jeon volvió la mirada, juraba que el alma se le iba a salir del cuerpo. El rubio había desaparecido, no había nada, solo un pedacito de papel.
—Niño, si estás usando drogas...—JungKook frunció el ceño mirando al hombre.
—No estoy usando drogas, gracias.
JungKook agarró el papel que están en el asiento y lo metió en su chaqueta para bajar en su parada respectiva.
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Pues...¿un intento de suspenso? Si eso :v yo solo quiero intentar...espero que les guste xiao ❤️
