Uno.

625 40 13
                                    

Era de madrugada, su deseo ardía cual fuego. Días antes Gabriel había oído de aquél evento: Habría una subasta, pero no cualquier subasta. Una chica, que satisficiera sus más oscuros deseos.

(...)

Marinette se levantó temprano, todo estaba oscuro. Fue a cambiarse, hoy había subasta en el burdel y como era nueva sería vendida al mejor postor. Ella sería utilizada para satisfacer sus deseos carnales.

(...)

Subió a su limusina, no era raro que saliese a altas horas de la noche a ese tipo de lugares. Paris no sabía del  oscuro presente del señor Agreste, él  era una pantalla. Conforme avanzaba en la ciudad imaginaba que clase de chicas subastarían ¿serían vírgenes? ¿conocería a alguna desde antes?

(...)

Ella se acomodó el ajustado traje de mujer de noche, mientras era guiada con las demás chicas con quiénes había creado un gran lazo de amistad, algunas habían quedado embarazadas y las dejaban en las calles, para el trabajo que tenían eran inútiles después de aquello, era lo justo. Marinette subió al escenario esperando con las demás para cuando empezara la presentación.

(...)

Había llegado al lugar preciso en el cual conocería a aquella chica, estaba ansioso. Demasiados hombres empoderados iban a ese lugar, su pinta era de bar pero cada noche mujeres caían a manos de la prostitución y trata de blancas, Gabriel era uno de ellos. Entró al lugar, un escenario oscuro y decenas de hombres y mujeres esperando el espectáculo carnal.

—Bienvenidos caballeros, es un honor verlos de nuevo en nuestra quinta edición de subastas de kittens, comenzaremos con las kittens sumisas, éstas son sus características:  podrán verlas en sus mesas con todo sus requisitos y personalidad —la señora sonrió y muchas chicas comenzaron a subir siendo subastadas por los hombres— Caballeros dejamos la mejor sección para el final, las kittens de damas de compañía, estas son conocidas para consentir a sus amos en todo, no pueden hablar a menos que se los pidan, son sumisas y pueden ser castigadas de todas las formas posibles. Empecemos con una nueva chica: ella es la nueva kitten que llegó en nuestro último embarque —un par de tacones resonaron entrando al escenario, un vestido corto rojo vino mostrando un gran escote, una azabache asustada entró mirando a todos aterrada.

Era ella, Agreste quería tenerla, deseaba probar cada espacio de sí. Suaves caderas, busto firme y piernas sedosas, sabía moverse aún con el miedo que reflejaba en su rostro. Muchos hombres le comían con la mirada, él no era la excepción.

—Bien caballeros comencemos con la subasta de ésta hermosa chica ¿Quién empieza?

Su primer impulso fue gritar, ofreció una cantidad impresionante por ella, sería suya como fuese.

—¡Veinte mil dólares! —una chica castaña había gritado desde el fondo. Era una oferta mayor a la de Agreste.

—¡Wow! ¡Veinte mil dólares a la una! ¿Quién da más? —al parecer esto sería una guerra.

—¡Treinta mil dólares! —soltó de golpe, ella tenía que ser suya.

—¡Treinta mil dólares, a la una a las dos! —estaba apunto de cerrar el trato.

—¡Cuarenta mil dólares! ¡Y una chica para su establecimiento! —Al parecer aquella chica -al igual que él- deseaba tanto a la pequeña azabache.

— Wow, no hay nada más que decir. ¡Cuarenta mil dólares a la una las dos!— estaba por darle un azote a su martillo, Marinette miró a la morena asustada.

—¡Cien mil dólares! ¡Ella será mía! —estaba harto, una niñata no le quitaría a la mejor mercancía del año.

—¡Vendida al señor agreste! —le dio un azote a su martillo cerrando el trato. Marinette fue llevada hasta el señor agreste para que se fuera con él.

La azabache miró al hombre de cabello rubio aterrada, se quedó callada ya que no tenía permitido hablar; eran las reglas de las kittens.

Agreste estaba feliz, extasiado y ansioso de tenerla en sus brazos. Una chica hermosa, sensual y sumisa, lo que necesitaba. Oyó un grito enojado asientos atrás, la chica castaña ardía en frustración, al parecer la deseaba más que él, tal vez...

—¿Señor Agreste? Le entrego lo que ha ganado muy gustosamente.

Marinette miró a su nuevo dueño, no entendía como hombres así estaban en las tratas de blancas. Ella había sido manipulada, era una chica pobre que por falta de ingresos para poder estudiar en la universidad, en una de sus tantas opciones fue metida en negocios sucios donde término siendo dama de compañía en el burdel. Bajó la cabeza asustada, sabía muy bien los deseos carnales de ese hombre, ella era virgen, su infierno apenas empezaba.

Gabriel la tomó del brazo y la sentó en sus piernas, ella temblaba bastante. Pasó una mano por sus delicados pechos de manera suave, ella se estremeció asustada. Tenía los ojos cerrados y era obvio su miedo, inexperta y delicada, él  sería la abeja que se llevara su pistilo, su inocencia, su virginidad. Sus deseos masoquistas la corromperían, la matarían lentamente como a las chicas anteriores a ella.

—S-señor por favor no —suplicó, no estaba lista mentalmente y físicamente, era virgen, era inexperta, su madre jamás pudo saber cómo decirle la supuesta charla.
El hombre tomó su cintura tocando su cuerpo con sus brazos, tembló  asustada, tendría que acostarse con él y aguantar todos los castigos si quería salir del infierno que era el burdel.

Deseos CarnalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora