Cedió ante los encantos de aquella chica, fue quitando como podía su camisón negro. Mientras ella le besaba el cuello apasionadamente y no aparataba sus manos de su entrepierna. Le quitó el camisón de maneta rápida, su cuerpo torneado era visible, sus senos firmes y deliciosos eran la mejor vista.
— ¿Señor? —alzó la mirada para mirar el firme rostro del mayor, su mirada estaba clavada en aquel torso desnudo frente a él. Se sonrojó algo apenada, acarició su entrepierna buscando atención,《¡al diablo!》pensó. Desabrochó su pantalón buscando desesperada el miembro para meterlo a su boca, no es que no sea experta pero algo tenía que hacer en el burdel ¿No?
Estaba sorprendido.
—¿Marinette, estás segura? Si no estás lista no hay problema, paso a paso. Tenemos mucho tiempo.—le miró preocupado ¿no sería demasiado para su primera vez?
— Di-disculpe — Se detuvo de inmediato al saber lo que estaba haciendo — En el burdel hacían que diéramos orales, no podía estar sin hacer nada todo el tiempo. Teníamos que estar entretenidas con algo, lo siento —se disculpó avergonzada.
—¿y a ti te han hecho uno, Marinette?—la llevó hacia la cama, acostándola suavemente. Ella solo miraba al mayor.
— ¿E-eh? — La chica miraba cómo arrancaba su ropa interior sin pudor, su boca entró a su zona íntima haciendo que mil gemidos salieran de su boca, teniendo orgasmos placenteros cada segundo — Oh, ¡señor Gabriel! – gimió apretando las sábanas sintiendo como le consumía.
Su lengua hábil surcó cada espacio de su clítoris, ella gemía llena de gozo. Las manos inquietas de Dupain tomaron mi espalda arañándola. "Gabriel" ese nombre sonaba entrecortado, sus labios no paraban de lanzar suspiros y su respiración agitada conmovía a Agreste.
¿Como describiría su primera vez con el señor agreste? ¿Especial? No ¿Romántica? Tampoco ¿Excitante? Tal vez, ¿Intensa? Si ¿Placentera? Demasiado. Su primera vez fue algo que jamás creyó experimentar con un hombre de tal elegancia como el señor agreste. Sus manos fueron delicadas al tocar su cuerpo, llenándole de placer, buscando la necesidad de ambos. Habían terminando de tener sexo, no sabía cuentas veces lo repetieron. No recordaba si se utilizaron protección, solo sabía que desde la primera vez no hubo vuelta atrás, no hubo nadie cerca que los detuviera de tenerse. Las manos de Gabriel recorrían su cuerpo con audacia, sigilo y locura. Ella pensó en toda su vida y solo tuvo en su cabeza que ahora en adelante era la mujer del señor Agreste. Solo para él y nadie más.
Aquella azabache era única, audaz, con carácter y aclamada por cualquier hombre que le mirase. Aún con su trato hacia ella tan frío, hacía lo posible por emparejarnos ¿es que acaso estaba loca? Era una más, otra de la lista de chicas con las que él se había acostado; la cual era extensa.
Se despertó al sentir los rayos del sol en la habitación, miró a su lado y él ya no estaba. Pensó que lo de anoche había sido un sueño, pero no fue así. Se dio una ducha fría y se cambié para bajar. Al entrar al vestíbulo una melena rubia entró saludando a los empleados. Ella se acercó curiosamente, encontrándose con unos ojos azules, tan fríos como el invierno mismo.
(...)
La mañana había sido ardua, su trabajo como diseñador era desesperante y cansado, pero era lo que mantenía aquella enorme vida de lujos. La música clásica en su estudio le mantenía inspirado, hasta que oyó un alboroto venir de la sala de estar.
(...)
— ¿Quién eres? — Preguntó mirando a la rubia, esta rio y se sacó los lentes.
—Oh, ¡tú debes ser una más de la colección de Gabriel! —frunció el ceño y la empujó a un lado. Se dirigió hasta la oficina de Gabriel entrando decidida. Sus tacones resonaban, su sonrisa conocida por el rubio volvió. Su vestido de flores corto resaltaba su hermosa belleza y bien definido cuerpo hecho a la perfección. Luego de haber demorado y romper su compromiso, a veces Gabriel la llamaba para estar juntos , pero este no era el día— Oh, querido Gabriel nos volvemos a encontrar.
—¿Qué estás haciendo aquí, Chloé?—le miró desconcertado, ella jamás venía sin previo aviso. Bourgeois era una víbora, sensual, encantadora e inteligente, pero era una mierda por dentro. La chica que le había hecho creer por segunda vez en el amor, una aventura estúpida que hizo que su relación con su hijo se rompiera más de lo que ya lo estaba.
— Vengo para hablar sobre nuestro compromiso —habló de manera seca — ¿Crees que me daré por vencida y me dejes? Te recuerdo que sé muchos secretos tuyos queridísimo amigo. ¿Crees que simplemente me vas a desechar como otras de tus tantas niñas que abusas y las haces prostituir en el burdel? No seas ingenuo. —miró la foto de su esposa difunta y sonrió— Tu amada esposa era tan débil e inocente, lástima que jamás supo de tu Infidelidad. —se acomodó el vestido y se levantó. — Piénsalo o si no, no me verás jamás para tenerme otra vez en tu cama, como tanto haces cuando no tienes recursos para saciar tus ansías de sexo — se acomodó los lentes para retirarse — Oh, y sobre tu nueva puta, ni está tan buena. Más bien parece un cadáver.
Gabriel tomó del brazo a la rubia, estaban a la altura desde esa posición, la volteó hacia él y la jaló con brusquedad. Ella le miró asombrada, alzó su mano y el golpe rebotó en el aire, la mejilla de Chloé yacía a fuego vivo, su ceño fruncido.
— ¡¿Qué demonios te pasa?! —la rubia gritó asustada por su comportamiento, se acomodó de nuevo. Leves lágrimas salían de sus ojos, abrió la puerta dispuesta a irse encontrándose con la azabache, la miró con desprecio y salió de ahí .
— Señor Gabriel — miró la expresión del mayor , supo que necesitaría estar solo.
No la miró, no dirigió ni una sola palabra hacia la ojiazul. Estaba mal, Chloé le recordaba sus momentos frágiles, aquellos en los que lo único que quieres hacer es dormir, o siquiera morir.
Ella miró los ojos del señor Gabriel y supo lo que tenía, transmitía dolor, debilidad, se acercó a él, aunque fuera una mala idea lo abrazó con todas sus fuerzas demostrándole su apoyo, mostrándole que también ella podía ser débil y frágil — Usted no esta solo.
Una ráfaga de sentimientos le invadieron al sentir su tacto. Quería abrazarla hasta que se acabara el mundo, hasta que algo les impidiera estar juntos, pero su orgullo ganó. Se soltó de su agarre, ella se apartó extrañada, la miró con desdén, y salió hacia su segundo estudio en el piso de arriba.
Ella entendía que no estaba bien de sus cabales, esa mujer lo había puesto mal. Se pasó toda la tarde en la mansión, no tenía permitido salí para ningún lado a menos que el señor Gabriel lo permitiera. Subió a su habitación despojándose de su ropa, quedando en ropa interior. Se puso una bata de noche y salió a ver la torre en la terraza, extrañaba a su familia y más que nada a sus amigos, a todos ¿Qué sería de ellos ahora?
El aire frío se colaba entre su ropa, la chica miraba las estrellas soñadora, añorando su vida pasada, buscando entre el cielo negro lo que alguna vez fue. Dos brazos le tomaron por la espalda, sintió una respiración en su nuca, e inmediatamente pensó en Gabriel, la noche sería buena a su lado. Pensó y pensó. Pero al voltear su cabeza dio miles de vueltas, ese no era Agreste.
—¿El gato te comió la lengua, cariño? —la morena juntó su cuerpo aún más con el de ella. Marinette sintió un escalofrío, los labios de Lila se acercaron a los de ella.
Y entonces...Despertó.
Marinette estaba alterada por ese extraño sueño, miró a su alrededor y todo seguía igual. Salió de la cama y fue hasta el pasillo donde pasó por el cuarto de su amo. Escuchó sollozos y una botella de whisky rompiéndose, se asustó y entró a la habitación encontrándose con un hombre borracho, de cabellera rubia y expresiones tristes, Agreste había tomado hasta enloquecer. — ¡Señor!
El licor no le satisfacía, las botellas tiradas entre vidrios, la furia y el rencor se apoderaban. ¿Podría dejar de sufrir?
— Señor debe dejar eso — se acercó a él, obviamente estaba borracho, le quitó la botella y lo dejó en la cama — Es muy tarde y debe descansar, señor.
Empujó a la azabache, nadie evitaría que tomara, que fuera él. Cuando tomaba sentía liberación, ella no lo cambiaría. Me miró disgustada.
— S-señor por favor no tome, solo lo pondrá peor — suspiró y miro al hombre asustada por tomarla desprevenida.
Él hizo caso omiso, sacó a la chica de su cuarto. El ruido de la puerta se escuchó tras ella.
La chica se quedó impactada por su comportamiento, suspiró y decidió volver a su cuarto a descansar. Se tiró a la cama pensativa, ¿que habría hecho esa mujer para ponerlo así?

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Deseos Carnales
FanficDeseos Carnales. Gabriel Agreste, un hombre adinerado y lleno de poder esconde un oscuro y pecaminosos secreto. Marinette Dupain, a sido sobre explotada durante años en un burdel. Siendo dama de compañía y esperando ser comprada por el mejor postor...