CAPÍTULO 33 | Toma lo que siento

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HEATHER

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HEATHER

Estoy de pie justo delante de la puerta de la habitación de Bradley. Me siento algo mareada, como si pudiese caerme en cualquier momento, pero aún así sigo aquí, preguntándome si debo llamar, esperar a que ella salga, o irme. ¿Cómo saber cuál es la buena opción cuando todas parecen estar disfrazadas de finales buenos? Porque sé que debería llamar, pero algo me dice que lo mejor es irme, dejarla aclarar su mente. Y también hay una parte de mí que sabe que saldrá en algún momento y me verá, y quizás eso la calme, porque sabrá que la he estado esperando.

No puedo creer que lo esté pensando tanto. Es una estúpida puerta. Es una estúpida situación. ¿Por qué no puedo tomar una decisión? A la larga ni siquiera va a importar lo que haga.

Súbitamente oigo el primer indicio de que se acerca la medianoche, el sonido del reloj, y cuando me vuelvo hacia la puerta de la casa, descubro que no hay nadie ahí aún. Y esto hará que Bradley tenga que salir. Quedarme a esperarla no me parece una mala opción, así que no me inmuto. Aguardo a por ella, por irónico que sea. Sin embargo, no da indicios de estar a punto de salir. No se oye nada del otro lado, y el sonido del reloj es cada vez más fuerte, lo que significa que se acaba el tiempo.

Sin pensármelo dos veces, abro la puerta y entro a lo que creía que era la habitación de Bradley, pero en cuanto le hecho una segunda mirada descubro que algo raro acaba de pasar.

Acabo de entrar a la misma habitación en la que antes estaba.

Sin embargo, allá afuera de la casa hay alguien. Son ellos. El grupo completo. Doy tres pasos para comprobarlo, y al hacerlo escucho que la puerta que acabo de atravesar se cierra a mis espaldas. Ya no puedo volver, pero exactamente... ¿a dónde me he ido?

Salgo de la casa y compruebo algo que, en un primer momento, me toma por sorpresa. Ahí está Cameron, pero me habían dicho que él estaba muerto. Entonces, casi por instinto, pienso que esto es imposible. Luego recuerdo en dónde me encuentro y caigo en la cuenta de que algo raro está ocurriendo.

Como si no hubiese sido consciente de eso antes.

—Disfruta del espectáculo, Heather—oigo que dice alguien a mi izquierda.

Volteo para ver a Joey recostada sobre la mesa del teléfono fijo. Sigue teniendo la cara tapada a excepción de sus ojos. Y claro que será así, quizás hasta que muera.

En cualquier otro momento del pasado le habría preguntado qué está sucediendo, pero a estas alturas ya sé que responderá esquivando mi pregunta en lugar de dándome lo que quiero saber. Por eso decido cambiar de técnica.

—¿Este es el reto de hoy?—pregunto—. ¿Ver a Cameron morir?

—Deberías saber que no pudiste salvarlo—dice Joey, sin mirarme siquiera—. Y tampoco la salvarás a ella.

Ladea la cabeza en dirección a Bradley, quien está a un par de pasos de Joey observando a Cameron directamente a la nuca. Está inmóvil, en silencio. Lleva su cabello rubio suelto, como siempre, y tiene el típico aspecto de cualquier jugador que no tiene ni un poco de tiempo para hacerse cargo de su higiene. Pero aún así se ve hermosa. Se ve humana. Pero también se ve aterrada.

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