Lee Taeyong y Jung Yoonoh eran una pareja sin ningún tipo de compromiso más que vivir juntos. A tan solo sus dieciocho años y a punto de ir a la universidad decidieron mudarse juntos para independizarse, si bien sus padres no estaban muy de acuerdo con que se mudaran siendo tan jóvenes, los dejaron en libertad confiando en ellos.
Obviamente seguían pensando que Taeyong y Yoonoh no eran más que unos muy buenos amigos —si no, no los hubieran dejado mudarse imaginándose qué cosas podrían intentar estando solos—, no sabían que eran pareja desde hace un poco más de un año. Tampoco era algo que querían decirles, ya que no planeaban ir más allá de un noviazgo, y no es que no se amaran, ellos se adoraban con locura, sin embargo, odiaban los compromisos y no querían sentirse atados por una hoja de papel que confirmara su matrimonio.
Taeyong eligió estudiar para convertirse en médico cirujano, mientras que Yoonoh deseaba ser un científico. Llegaron a un momento en el que estaban tan ocupados, estresados y malhumorados que decidían ni verse las caras porque terminarían peleándose por cosas realmente estúpidas. Pero también, llegaban esos momentos en que hacían un pequeño espacio en sus agendas y disfrutaban de una salida juntos, comiendo helado, paseando por el parque, o simplemente viendo una película desde el gran y reconfortante sofá de su sala de estar.
Ellos eran felices con sus vidas, y aunque sus carreras duraron más de cinco años debido a los atrasos que usualmente suceden, seguían siendo felices porque se tenían el uno al otro.
Una de las características que más resaltaba de Yoonoh era que podía pasar minutos completos admirando a Taeyong, tardaba más de lo normal comiendo debido a eso, se perdía la mitad de las películas, sus helados nunca se los podía terminar de comer porque se derretían mientras lo veía, poco le importaba de todas formas, él solo disfrutaba de admirarlo.
Y es que Taeyong era tan malditamente bello, él quedaba hipnotizado completamente en todas esas variadas expresiones que tenía, podía pasar de ser matadoramente sexy a ser la cosita más adorable que jamás haya pisado la tierra. No sabía cómo lo hacía, pero era algo que le encantaba.
Todo esto a Taeyong no le preocupaba, ya se había acostumbrado a tanta contempladera de parte del menor.
—Yoonoh, ¿qué tanto me ves? —Decidió chasquear los dedos frente a su rostro después de varios segundos en que su novio no había mostrado ni una pizca de interés en contestar.
—Oh, Tae, es que eres muy hermoso —dijo seguidamente de una de sus encantadoras sonrisas que hacían achicar sus ojos y mostrar sus hoyuelos.
Taeyong suspiró e hizo un puchero sin darse cuenta, Yoonoh murió de la emoción de ser tan afortunado de ver esas múltiples expresiones de su amado. Sin embargo, este se sentía un poco decepcionado de obtener siempre la misma respuesta, esperaba que por lo menos, si lo iba a mirar tanto, pensara en otro tipo de excusas para hacerlo, porque ser extremadamente hermoso no valía, ¿cierto?
Al ver que seguía en la misma posición, con su codo sobre la mesa, su mejilla siendo presionada por su mano derecha y con esa misma sonrisa de idiota enamorado, llevó su dedo índice al pequeño hoyuelo y presionó, el menor se quejó, no tenía que hacer eso para llamar su atención.
—¡Auch, eso duele!
—No seas exagerado, tonto. —y sonrió, sí, esa sonrisa que cada noche antes de dormir Yoonoh describía en su libreta de investigación, donde no debería escribir ese tipo de cosas, pero a él, como siempre, poco le importaba si se trataba de la encantadora belleza de Taeyong.
[♡]
Días, meses y años pasaban con rapidez, ambos tenían un empleo estable que les permitía lujos y demás, ganaban bien, Taeyong había sido ascendido rápidamente debido a que era un médico con un talento especial, como muchos decían. Mientras tanto, Yoonoh trabajaba de mañana en un laboratorio de investigación en el centro de la ciudad, no se sabía nada más, él siempre decidía no contar nada porque alegaba tener mucho estrés debido a los proyectos y quería estar relajado en su casa. Su novio respetaba esto, claro está.
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Copy; ‹jaeyong›
Fiksi PenggemarYoonoh era un gran admirador de la belleza de Taeyong, podía pasar minutos completos contemplando tal obra de arte esculpida por los mismísimos ángeles. Cada vez que Tae le preguntaba el por qué lo miraba tanto, siempre obtenía la misma respuesta...