—Bueno, esta era la última caja. —manifestó dejando la caja en el salón de mi nuevo piso.La diosa interior Felicidad estaba saltando como loca y gritando "¡Por fin!" por todos lados.
—Gracias por ayudarnos Cameron. — Le dije agradecida.
—No hay problema. — Me respondió tras girar la cabeza hacia mi madre.
—Si queréis puedo ayudaros a colocar las cosas.
—¡Oh no! Ya sería abusar demasiado de su amabilidad.
—Realmente no tengo nada que hacer.— Se miraron.
—Vaaale... —dije algo confusa por esas miradas. — Voy a pedir pizza, ahora vuelvo. — Les informé.
Pedida ya la pizza, me puse a organizar la habitación sacando fotos y otras cosas de las cajas.
—Aeryn...
—¿Mmm..? Dime mamá. — Contesté.
—Cameron y yo vamos a ir a comer fuera.— Me giré a reprocharle que ya había pedido la pizza. — Ya sabemos que has pedido la pizza pero... Puedes llamar a Madison y comerla juntas y le enseñas el piso.— Me sonrió.
—Mamá me nieg...
—¡Adiós Aeryn!— Me había cerrado la puerta en la cara.
La diosa interior tenía la boca abierta por lo que había hecho mi madre. ¡Qué cara tiene!
Unos minutos más tarde, después de organizar todo lo de la habitación, llegó la pizza. Estaba a punto de darle un segundo mordisco a mi pizza con piña cuando escuché un gran y estruendoso ruido en el piso de arriba. ¿¡Qué narices pasa ahí arriba?!
De un momento a otro escuché el grito de una mujer, esto no debe de ser bueno. Junto con mi segundo trozo de pizza en mano, subí de forma torpe las escaleras hasta el piso de donde seguían viniendo esos gritos.
Ya en la puerta me puse a tocar como loca. No iba a permitir esto. La Diosa Enfado se remangó las mangas lista para sacar todo su poder.
— Uff ¿¡Quién narices es ahora!?— escuché la voz de un hombre.
Me percaté de que aún tenía el trozo de pizza en la mano, así que le di un bocado. Justo en ese momento se abrió la puerta que llevaba un rato tocando -más bien, golpeando cual psicópata- y mi única reacción era tragar de una forma estrepitosa. ¿Quién es este Dios Griego?¿Estoy en el paraíso celestial?
Mi diosa interior estaba cambiándose las bragas por unas de repuesto.
—¿Y tú quién eres y qué quieres?— me preguntó con un tono de desprecio y cansancio mientras me examinaba de arriba abajo.
—Soy... Soy Aeryn, la vecina nueva de ... abajo— me fijé de forma momentánea en su torso desnudo y tatuado, mas volví a dirigir la mirada a sus ojos. ¿Dónde he visto yo a este chico?¿Será modelo o algo? Me sonaba demasiado.
—¿Y qué es lo que quieres vecina nueva de abajo? Estás molestando— rodó los ojos algo molesto.
—Yo solo.. — carraspeé y cogí valor — he escuchado mucho ruido y gritos de una chica y me he asustado, por lo que he venido a ver que era.
— Oh... Así que has venido a unirte...— dijo con una media sonrisa y cruzando sus brazos. Dios mío que brazos, que músculos, que... ¿Seguro que esto no es el paraíso?
Tuve que salir de mi ensoñación para darme cuenta de lo que había dicho. ¿Unirme?¿Unirme a qué?¿A una secta?
—Unirme...¿a qué? No es que tú...— fui opacada por otra voz diferente.
—Pastelito, ¿qué haces?¿porqué tardas tanto? Quiero seguir por donde lo habíamos dejado.— Apareció de repente detrás de él a unos metros una rubia alta preciosa con una sábana envuelta.
Abrí los ojos como platos al darme cuenta de lo que estaba pasando.
—No me vuelvas a llamar así Bethany.— se giró a verla.— Volvió a mirarme sin recibir respuesta alguna de la rubia despampanante.— ¿Entonces, aceptas?— me preguntó.
—¡ Wow, wow, wow! Para el carro, echa el freno y tira el ancla. ¿Tú eres tonto o llevas mierda en los bolsillos? ?Pero quién te crees que soy?¿Sabes qué? Mejor no contestes, no quiero seguir escuchándote.— Le reproché mientas movía mi mano con la pizza. No debería haber venido.
—Jamás había escuchado ese insulto.— Me dijo mirándome con curiosidad. Desvió la vista a mi pizza y la cogió.
—¿¡Pero qué mierdas!? Eso es mío capullo.— Intenté arrebatarle el trozo de mi precioso manjar, pero era más alto que yo y no llegaba a por él. Mierda de metro cincuenta y seis.
— Venga bichito, vuelve a tu casa. Yo me quedo con este trozo como disculpa de todos los insultos que me has soltado por esa boca tan sucia.
— Vaya imbécil estás hecho.— Resignada y con un muy mal humor, subí las escaleras a mi casa.
— Da gracias a que no voy y te limpio la boca con jabón, bichito.— Escuché a lo lejos junto con un portazo. En definitiva, era un capullo integral, ¿qué digo un capullo? Era un hijo mierda, un hijo mierda muy buenorro.
~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~
ESTÁS LEYENDO
Start ➡
Roman pour AdolescentsTras abandonar el instituto es hora de empezar otra nueva etapa. Una etapa de seguridad, de equivocaciones, de responsabilidad y no tanta responsabilidad, de aprender cosas inimaginables, de hacer amigos y enemigos, de enamorarte. El nuevo co...