Una bonita presentación

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Siempre había albergado la esperanza de no volver a reencontrarme con ningún espíritu de mi anterior mundo. Bueno, más bien con los seres celestiales que están envueltos en una haz de fuego blanco, y que muchos definen como divinos. Vosotros, los mundanos, los llamáis ángeles. Pero dejad que os aclare un aspecto sobre ellos: no son tan puros como creéis.

¿Que cómo lo sé? Hace un par de siglos fui una de ellos y me dedicaba a un simple fin: cuidar de vosotros, malditos primates. ¿He ofendido a alguien? Bueno, es lo que sois, humanos. Pero mi única intención ahora es ver como poco a poco os construís una bonita y preciosa jaula de hierro ardiente en el Infierno, en la cual pasaréis el resto de la eternidad tras haberos arrebatado el alma.

¿Ha sonado muy macabro? Perdonadme, intento ser una diablilla ejemplar para mi nuevo señor, ahora más que nunca. ¿Por qué? Porque seguramente alguna sabandija asquerosa habrá ido arrastrándose a decirle que me ha visto con mi antiguo compañero de trabajo. Pero juro por Lucifer que ha sido mera casualidad reencontrarme con mi querido angelito, Haniel, ¿o tal vez no? Si os portáis mal, prometo contároslo todo.

¡Qué cabeza la mía! No me he presentado todavía.

Me llamo Yecum, y esta es la historia de una pobre diabla.

Sin alas, pero con cuernos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora