07/11/18

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Muchas niñas nacen en un lindo hogar donde hay un padre que siempre las tratará como una bella princesa, pero este no es mi caso.

Nunca fui la princesa de papi.

No recibí una muestra de cariño de parte del hombre que la sociedad diría que es mi padre.

Con las justas lo he visto unas cuantas veces y no terminaron tan bien que digamos, me encantaría decir que tal vez no sea su culpa, pero, el dolor que sentí desde pequeña me tiene cegada. Son muchos los momentos que me hubieran gustado pasar con él, ya saben... Lo que un padre y su niña hacen.

Quizás ver su presencia en las actuaciones del colegio o una simple sonrisa y un "puedes hacerlo" cuando creí que algún problema era más grande que yo; pero bueno, no todo es malo, mi madre estuvo para mí, siempre apoyándome con una sonrisa.

Mi infancia fue relativamente buena, pero siempre esperé que algún día mi padre volviera, aunque claro, eso no pasó. Increíblemente no fue el único hombre que dejó su marca en mi vida, pero no del buen sentido, esto me llevó a crear una lista en dónde pondría los nombres de cada uno de ellos y claro, encabezando la lista está mi padre. Con el tiempo les contaré las historias de los demás.


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Huellas de dolor

1. Papá

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Aún faltan nombres y no me juzguen si el título suena muy dramático. Tengan en cuenta que solo era una adolescente dolida en una noche de luna llena, y la verdad... Nadie merece llorar a solas en días así, con la sensación de que nunca encontrará una persona que realmente diga la verdad al afirmar que la ama.

Pero como dije, es una sensación, lamentablemente debido a eso he alejado poco a poco la idea de hacer nuevos amigos. Quería evitar encariñarme mucho porque creía que me lastimarían nuevamente cuando más los amara. Y no solo hablo de un amor romántico, claro que no, también está dentro el amor entre familiares o amigos.

¿Cómo llegué a contar todo esto? Pues porque estoy cansada, hoy es una de esas noches que mencioné hace un momento; después les diré que es lo que realmente está pasando. Ahora solo quiero tranquilizarme y los métodos que iba aprendiendo dejaron de funcionar. Llegué a mi tope pero aún me queda una última opción y es la que estoy haciendo ahora.

Estoy frente a una computadora, escribiendo todo esto y muy probablemente nunca nadie lo lea.

Cartas De Un Corazón LastimadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora